Me aferraba a la mano de Kerisal, sus gritos habían cesado dejando paso a un silencio atronador. Mojé una esponja desgastada y la restregué por su frente sudorosa y su cuello, la respiración de Keri era más calmada y parecía que dormía plácidamente, comprobé de nuevo la herida vendada entre un pringue de algas que olían a pescado. -Se pondrá bien, he visto hombres fuertes enloquecer por ese dolor, mi hija es valiente- la voz grave del hombre me tranquilizaba, se sentó a mi lado en el banco a los pies de Keri mientras que yo seguía sentada en el suelo junto a ella, apresando su mano. -Debes de ser Leyxa- mencionaba calmado, esbocé una ligera sonrisa al mirarlo, el parecido con ella era indudable. -Ojalá nos hubiéramos conocido en otras circunstancias- respondí secándome los ojos. Las lágrimas volvieron a inundarme al recordar a Ylwa, tirado en el suelo de la selva, que muerte tan dolorosa tuvo que pasar, pensé al ver como estaba Keri.
-Siento muchísimo lo de vuestro amigo- mencionaba echando una mirada a Rydenzy, quien no se había acercado a nosotras desde que embarcamos hace unos minutos. -Ahora está con los dioses, su espíritu será un gran regalo...- susurraba echando una mirada a Jocu, quien me asintió levemente con la cabeza. Estaba de pie, cubriéndose con una delgada manta marrón. Tenia mil preguntas rondándome por la cabeza cuando miré a el pare de Keri, ¿Por qué la mintió? ¿por qué alguien dejaría a su hija sola en una ciudad? Pero decidí no sacar el tema, quizás sea algo más complicado de lo que me parecía a simple vista. Estaba a su lado, arropándola como si tuviera ocho años. Unos gemidos nos hizo reaccionar a todos, Keri abria los ojos despacio un fruncia el ceño dolorida.
-Hola- susurré apretando su mano y acercándome más a ella, me sonreía como si me viese como una vieja amiga, -¿Cuánto he dormido?- mmujitó intentando incorporarse, pero el dolor en su hombro se lo impedió.
-a penas unos minutos- contesté haciendo una pequeña mueca de dolor, volvia a proyectar sus sentimientos nada más clavándome la mirada, parecía que mi cabeza tenia latido propio, me retumbaban los oídos y comenzó un dolor punzante en mis extremidades que me hicieron encogerme alrededor de su brazo, pero apenas era el dolor que sentía antes, había remitido. Suspiré dolorida mientras ella se incorporaba apoyada en la fría pared de hierro. -¿estás bien?- preguntó mostrando una media sonrisa, -si, gracias- contesté apretando los dientes, era como si me hubiese tomado una botella de vino y me hubieran dado una paliza.
-Veo que ya conoces a Darweel- señalaba con la mirada a su padre, este, estiró el brazo para acariciarla pero ella lo apartó con un gesto brusco, preferí no preguntar. El hombre se levantó, parece que iba a hablar con el hombre delgado que llevaba el timón. Jocu aprovechó para acercarse.
-Tienes que enseñarme eso de la proyección, ha sido una pasada lo de la onda expansiva- celebró como si le hubiésemos hecho un favor -A veces...- un pinzamiento en mi hombro me detuvo, respiré con más calma y proseguí -tiene sus ventajas.
-Explícame eso de que le gritaste al Eidan- inquirió Kerisal, seguramente para olvidarse del dolor de cabeza que nos invadía. -El rey estará enfermo, su hijo no es lo suficientemente valiente para asumir el trono, le dije que no era un buen rey- contesté sonriendo, mi orgullo fingido hizo que Jocu se riera levemente. Un fuerte golpe nos detuvo en seco, la escotilla con unos escalones se abrió dejando entrar la luz. -Ayúdame a levantarme- me pidió Keri, de pronto dejé de sentir nada y suspiré aliviada al contrario que ella que volvió a mostrar el dolor en su mirada. Parecia mucho más humana, pensé al escuchar como pedia ayuda, quizás este viaje no solo me había cambiado a mi. Coloqué su brazo alrededor de mi hombro para que se apoyase, tuvo que agacharse incómodamente y Jocu se ofreció para llevarla al ver la diferencia de estatura. Keri no reusó lo que me hacia pensar que realmente estaba muy dolorida. Rydency bajó en silencio del barco, sus pasos retumbaban en el metal. Al salir vimos que estábamos en una orilla, una playa desértica que parecía mezclarse con la hierba seca y unos pocos árboles alejados entre ellos.
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Hijas de los Dioses
FantasyPrimer libro de la saga Edantium. En esta historia seguiras la vida de dos chicas quienes tendrán que luchar para sobrevivir y descubrir quienes son y el por que ambas tienen una conexión que las hace tan poderosas. Una historia de amor, supervivenc...