Me desperté con la promesa de un gran día, no me extrañó en absoluto que Dara no me hubiese despertado hoy, estaba enfadada conmigo por no haber ido a la estúpida cena de Ivy a noche, pero lo que había descubierto era muchísimo mejor. Me vestí con la mayor a celeridad posible, no pensaba recoger mi ropa ni hacer la cama, para eso teníamos un gran servicio de asistentes en la casa. La mansión parecía tan ajetreada como de costumbre, me preocupaba que no me llegase el dulce aroma a café ni a tostadas, eché un ojo al gran reloj formado por un núcleo que colgaba de la pared, eran casi las dos del medio día, ya no servían desayuno, maldición.
-¿Dónde estuviste a noche?- me sobresalte al escuchar a Dara, estaba sentada en el sofá de espaldas a mí, me asustaba más el hecho de que sabía que era yo quien estaba de pie detrás de ella. -¿han partido ya, Leyxa y los demás?- preguntaba mientras me sentaba en uno de los sillones de ante blanco a juego con el alargado sofá.
-Si, esta mañana temprano.- me respondía enmarcando su enfado, no le quitaba ojo al libro que fingía leer. Mi estomago rugía y me preguntaba si me dejarían tomar una taza de café al menos. -No me has contestado- continuó dejando el libro sobre la mesita que había entre los sofás y la chimenea apagada. -Sé que no te quedaste aquí, Leyxa te sintió demasiado cerca de la casa de Ivy, no te quedaste en la mansión.- me abrumaba lo controladora que podía llegar a ser a veces.
-No es de tu incumbencia lo que haga o deje de hacer, Dara- respondí amargamente, ni siquiera esto podría joderme el día. -Intenté llegar a la casa de Remil, pero me perdí- mentí, en realidad si quise ir a la cena, pero me distraje con unos rumores. Conseguí algo mucho mejor que una cena casera. Dara se había conformado con mi respuesta incompleta, pero seguía de morros. La puerta corrediza que daba hacia el comedor se abrió, no esperaba al cocinero, pero este salió con un barril de basura y se dirigió hacia la puerta de la entrada, aproveché para entrar en la cocina. Dara contuvo las ganas de seguirme y se quedó leyendo en el salón. Habia cantidad de humo en la mal oliente cocina, a diferencia de la elegancia del resto de la mansión, la cocina tenia muebles de piedra y madera, una alargada mesa en medio de esta donde habían calderos y demás trastos sucios. Un joven chico fregaba los platos, al igual que su padre, llevaba la ropa mugrienta y el pelo despeinado, era algo más delgado, aunque seguía siendo rechoncho. EL joven me devolvió una inquietante mirada, la grasa de su pelo desprendía un olor algo fuerte y tuve que girar la mirada. Quizás me haya equivocado de hombre.
-Kerisal, ¿verdad?- preguntó con un extraño acento que no supe distinguir, al igual que la mayoría de personas en Soluril, tenía los ojos almendrados.
-Me han dicho que tú eres uno de los que reclutan combatientes de la ciudad- afirmé sin más dilación, a noche unos tipos me contaron ciertas cosas de los combates, entre ellas que aquí no eran tan clandestinos.
-Te vi combatir ayer con la otra chica- decía mientras se secaba las manos con un trapo tan sucio como sus zapatos desgastados. ''La otra chica'' pensé, ni siquiera se sabía su nombre, el mío sí por lo que tenía cierta ventaja. -Tienes buen material- asquerosamente se relamió el labio superior, me quedé mirándolo con la cabeza erguida.
-¿Cuánto por un combate?- inquirí.
-Trescientas romas- me sobresalté al escucharlo, se me abrieron los ojos de par en par, trescientas era lo que ganabas en Elfendrielle, era una locura.
-¿te ha picado una seta? Porque estás alucinando.- dije enmarcando el sarcasmo.
-Aquí todo se hace a lo grande, no somos de un pueblo pequeño apartado de los horizontes como el tuyo- sonrió con malicia, mostrando sus dientes torcidos. -Créeme, te interesa que entre en los combates, daría un buen espectáculo- continuaba hablando, acercándome con cierta insinuación. -Hagamos un trato...- susurré, sus ojos me delataron que lo tenía en la palma de la mano.
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Hijas de los Dioses
FantasíaPrimer libro de la saga Edantium. En esta historia seguiras la vida de dos chicas quienes tendrán que luchar para sobrevivir y descubrir quienes son y el por que ambas tienen una conexión que las hace tan poderosas. Una historia de amor, supervivenc...