capitulo 18 Kerisal

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-¡Cuánto más esperemos, más ventaja nos llevarán!- gruñía frustrada, me levanté del sofá de un salto, mirando hacia mi padre, esperando que me respaldase. Esperábamos a Alarine, estaba intentando reunir agentes que nos pudiesen acompañar, era absurdo, yo podría ir a buscarlos y traerlos.

-Tranquila, es de noche. Lo más probable es que acampen- me intentaba tranquilizar, pero las palabras de mi padre eran lo último que quería escuchar ahora. Seguía enfadada con él y prefería no contestarle ahora, -Cierto Keri, nadie se atrevería a cruzar el bosque de noche- continuó Dara, como si ahora se llevasen bien, estaba sentada junto a Ivy quien se mantenía en silencio y con la cabeza agachada. Yo no hubiese sido tan débil, al menos hubiera intentado pelear.

-Kerisal- anunció la voz de la alcaldesa, habían tardado demasiado. Detrás de ella aparecieron Rydenzy y empequeñecido al lado de este corpulento hombre estaba Ylwa, no me extrañó que no se apuntase San-Lim, sería más bien una carga muy a mi pesar. -Iremos al bosque, pero allí tendrás que guiarnos tú- gruñó Rydenzy con su habitual tono gutural.

-¿yo?- fruncí el ceño, ni siquiera se me daba bien la proyección, maldición. Eso era algo que discutiríamos en el bosque, teniamos que salir de aquí cuando antes. -¿este es tu ejercito?- señalé quejicosa, no era justo esperar casi media hora para que tan solo dos personas nos acompañasen, era un suicidio.

-No puedo obligar a mi pueblo a luchar contra el Eidan, espero que lo entiendas- contestó Alarine recatadamente, mantenía su porte habitual de seriedad, claro, no eran sus hombre.  ¿Qué clase de ciudad rebelde no lucha contra el rey? Me pregunté mirando a mi alrededor, -Vamos Keri, nosotros podemos traerlos- la voz de Dara hizo que me hirviera la sangre, -no- contesté apretando los dientes, nos dirigimos aligerando el paso hacia la entrada.

-Keri, no, voy contigo  yo no...

-Dara- frené en seco interrumpiéndola, respiré y contesté lo más calmada posible -Eres humana, ellos no son Eidanos, son Ificles.- tuvo que morderse la lengua y dejarme continuar -no tienes posibilidades contra ellos, no puedo permitirme llevar una carga, no puedo estar pendiente de ti.- aminoré las palabras, a pesar de su dureza sabia que lo entendía, Ivy sin embargo negaba repetidas veces con la cabeza, sabía que tampoco la dejaría venir con nosotros, apenas hacia un mes que salió del hospital y su Heracles puede ser impredecible, no podíamos arriesgarnos.

-Kerisal, por favor- suplicaron los espeluznantes ojos de la joven pelirroja, -haré lo que esté en mis manos para traerlos sanos y salvos, te lo prometo.- dije dejándolas atrás, mis palabras parecieron quedarse flotando en el ambiente mientras avanzábamos, era irónico que unos guardias blancos nos esperaran junto a la verja del jardín con unos garballos preparados para nosotros, se consideraban nobles por ayudarnos a partir pero no lo suficiente como para acompañarnos. Parecían culpables, el gran garballo de mi padre era negro con manchas verdes que parecían resplandecer, tenia cicatrices que le daban un aspecto tétrico. -No necesitamos vuestras hediondas monturas- comenté subiéndome a lomos de Roca, cuanto la había echado de menos. Los guardias blancos nos miraron con gesto preocupado, se retiraron unos pasos dejándonos el camino abierto, en uno de ellos comprobé una mirada de culpabilidad, miraba a mi espalda, hacia la gran mansión donde esperaba la alcaldesa frente a la puerta. Me dio la impresión de que realmente querían acompañarnos, tal vez Alarine no quería. Mi padre golpeó el lomo del animal -Ja- gritó acompañando el sonido, Ylwa y Rydenzy, subidos en sus propios garballos le seguían de cerca, yo iba detrás, no me pareció que las monturas de ellos eran apropiados para el camino que nos aguardaba, eran animales delgados y no parecían muy resistentes, más bien de ciudad diría yo. Al contrario que la bestia en la que montaba padre, ese parecía poder pasar días sin beber. Me enorgullecía porder decir lo mismo de Roca, recuerdo que me pasé meses ahorrando para comprala. Dara vivía con su abuela por aquel entonces, el mismo dia que adquirí el garballo, Dara me iba a contar que su abuela había fallecido. Recuerdo que llegué a los pies de su casa y ella pensó que le había traido el animal como presente. Nunca se lo desmentí, los padres de Dara la habían abandonado, o eso creía ella ya que la anciana siempre cambiaba la historia a medida que Dara se interesaba por el tema, una de las historias que más se cree ella, era la que contaba que su padre había abandonado a su madre y que la mujer no podía mantenerla y tuvo que dejarla. No podía imaginar lo duro que fue para Dara, perder a su única familia, desde ese momento, Roca simboliza algo tan especial para ella como mi implicación en su vida y nuestra amistad. Nos adentrábamos en la ciudad bañada por la noche.

Hijas de los DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora