Capítulo 18

8 2 0
                                    

-¿Qué estás haciendo aquí?

-Al.

-Lo siento madre, ¿podria darnos un momento a solas?

-hmmm, sí, recuerda lo que hablamos anoche. Después me cuentas. - Asentí, lo saludó y salió de la sala de estar. Me mantuve parada frente a él con los brazos cruzados frente a mi pecho.

-Mira, esto no me agrada para nada, pero lo hago por Ben. -Miré a Eneas con desconfianza, ¿quería pedirme disculpas? Porque no sabía que así se empezaba.- Lo siento ¿sí? Se que no actúe políticamente bien, bueno eso es todo, adiós.

-¿Disculpa?

-Estás disculpada.

-Eres un idiota.

-¿Con esa boquita besas a tu prometido?

-Vete, Eneas.

-Siempre es un placer. - hizo algo así como una reverencia y pensé en lo importante que este chico era para Beni.

-Hey, escucha. - lo pare y me miró como si fuera alguien pidiéndole limosna.

-No sé que bicho te picó, cuando te conocí eras genial. ¿Pero podemos al menos fingir que nos llevamos bien? Ni siquiera tenemos que hablar, por Ben.

-Si, de acuerdo. - Dijo eso y se fue, así, sin más, como quién no quiere la cosa. No veía el encanto en él. Y no entendía para nada porqué a Ben le agradaba. Frote mi cien y luego fui hasta el comedor.

Dediqué todo el día a la creación de algunos de los adornos del compromiso, no se me estaba dando muy bien pero trataba con todo mi corazón de hacerlos perfectos.

Ben no se comunicó en todo el día, lo llame demasiadas veces como para que papá me mirara con lástima. Estaba desesperada, sabía que en cualquier momento se lo llevarían pero no quería ni siquiera pensar en esa posibilidad. La distracción de hacer manualidades me distrajo sólo ese día, al día siguiente sentí como si un camión hubiera pasado sobre mí.

-Pequeña... -cuando abrí los ojos, Ama estaba mirandome con los ojos brillosos. - ¿Puedes bajar? - y se fue. No me dio tiempo a reaccionar ni a pensarlo. Cuando estuve disponible para bajar y salí de mi habitación un decorado de rosas rojas estaba frente a esta sobre una mesa antigua de la casa, camine por el pasillo viendo que todo estaba decorado por flores, azucenas, lirios, claveles, rosas blancas, amazonas, pimpollos, girasoles.

Todas estaban estratégicamente decoradas para convivir entre ellas, los colores estaban ordenados de manera que era maravilloso a la vista. Todo esto parecía planeado por y para un ángel, sólo conocía a una persona que podía hacer algo así y no alardear por ello. Sonreí y comencé a correr hacia donde las voces me dirigían, el comedor se encontraba con las personas más importantes que tengo en él.

Mamá, Papá, Ama y Beni estaban riendo sobre algo que yo no había logrado escuchar y que tampoco me importaba. Ben al verme se paró y me estrechó con fuerza entre sus brazos. Miré a mamá quién me dio una cara de complicidad en su lugar y lo abrace con más fuerza.

Te lo contaré todo luego

Susurró en mi oído para que nadie pudiera escuchar, nos separamos y lo miré con una sonrisa enorme, sabía que no me dejaría él había estado siempre para mí y me había prometido mantenerse de esa manera. Mis inseguridades y yo estos días habiamos estado demasiado unidas y no podía permitirme recaer.

Luego de la escenita con Ben, comimos en paz y con bromas (cabe destacar que en todo el almuerzo no me soltó la mano, cosa que fue bastante incómoda pero bella a la vez) nos quedamos en la sala de estar solos en compañía de un café ya que el clima lo ameritaba. Con su cabeza en mi regazo y el calor de su cuerpo sobre mí me sentía realmente como estar en casa. En un sentido figurado en el que casa es ese lugar seguro en el que nada importa y dónde nadie puede dañarte, casa es ese paraíso donde puedes ser tu mismo y todo estará bien. Casa es un lugar para amar y ser amado sin restricciones ni condiciones y Ben era todo eso para mí.

-¿Qué te parecieron las flores?

-Sabía que tenias que ser tú. Son hermosas pero... no lo entiendo.

-Fue bastante difícil mantenerlas ya que las condiciones climáticas son pésimas así que no duraran demasiado.

-No hablo de eso.

-Lo sé.

-Eres malo Benibu.

-Te lo diré si me das un beso, caramelito. -rode los ojos y cumpli con su pedido. - Pensé que tu madre me dispararía si aparecía por aquí de inmediato,así que quise darle su espacio.

-¿Tu de verdad sabes que no te casas con mi madre, no es así?

-No me dejas terminar Alea.

-¿Enojado? - se rió, era una broma interna el decirnos algo así con una voz graciosa cuando las cosas se ponían algo serias o agresivas que no eran para nada costumbre.

-Me mantuve todo el día trabajando para no pensar en ti, no atendí ningún llamado pensando que si sentía tu voz todo se derrumbaria y ella jamás me aceptaría. - le creía. - así que pensé en un millón de maneras de pedir perdón, las flores fueron sólo un detalle, fabrique una carta y todo. Pero cuando llegué aquí Lidia me recibió con un abrazo y lágrimas en los ojos, de verdad no entiendo nada.

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora