Capítulo 8

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El viaje hasta la hacienda de los Marqueci no fue tan largo, o al menos yo no lo sentí así, estaba tan emocionada que podrían haber sido horas y no lo habría notado.

Cuando llegamos los empleados nos recibieron con cortesía y nos dijeron que la señora Marqueci nos recibiría en la sala principal 《señora Marqueci》 que bien sonaba eso, sonreí con el pensamiento de que yo sería la próxima que llevara ese título.

Susana Marqueci tenía los ojos de un marrón tan claro como el de su hijo, en lo demás no se parecían en nada, Susana era una mujer muy sofisticada, nos saludó con una felicidad digna de una fotografía, sabía de antemano que ella había estado ansiando nuestro casamiento casi tanto como Mamá. De esa manera podría dedicarse a buscarle marido a sus hijas.

La tarde fue de lo más amena, compartimos el té mientras veíamos catálogos sobre cosas de bodas, el asunto fue más fácil de lo que pensé.

Mientras mamá y Susana (quien me dijo que la llamara por su nombre o que le dijera mamá ya que ahora seriamos familia oficialmente) trabajaban en los detalles Ben y yo bromeamos todo el rato sobre aquello. El compromiso se realizaria en nuestra hacienda ya que en la de ellos no se había celebrado ninguna fiesta desde antes de la muerte del señor Marqueci. Seria bastante bonito y sencillo todo, así le anunciariamos públicamente nuestro, por supuesto que a nadie le sorprendería ya que estamos juntos desde hace pequeños prácticamente. Era cuestión de tiempo como dijeron nuestras madres. Se oficiará dentro de tres semanas y la verdad no quiero apurar nada, estas cuatro semanas lo serían todo, una vez ya listas la mayoría de las cosas que se podían preparar ahora, mamá se marchó con la reprimenda de que no llegara tarde a casa, Iría al centro del pueblo con Ben a pasar el rato y no, yo no poseía la misma libertad que él para quedarse en mi casa, ante cualquier situación debería volver a mi hogar.

Cuando llegamos al pueblo, aún seguíamos divirtiéndonos con algunos chistes ya pasados acerca de todo, recorrimos el lugar y decidimos comprar algunos bocadillos para la ocasión, nos sentamos en un banco de la plaza principal de la cuál no sé el nombre, la verdad yo siempre fui bastante despistada y con él tomando mi mano prestarle atención al mundo era demasiado difícil para mí.

Apoye la cabeza en su hombro y parlotee todo el rato sobre enseñarles a unos niños a los que vi pidiendo limosna en la calle, quería un lugar al que podrían ir los que quisieran un poco de educación sin compromisos.

-Creo que serías una excelente maestra. - levante la cabeza para verlo y le contesté.

-Supongo que sí, pero Beni, sabes la situación y el lugar, es demasiado difícil.

-No lo creo, es más, creo que será más sencillo de lo que imaginas.
A demás, linda, ahora seras la esposa de este galán y yo no te prohibire nada.

-¿Y las personas? Hablarán.- rió y me miró como si no lo conociera nada.

-A esta altura ¿crees que eso importa? -negué con la cabeza, claro, era una tonta, a él jamás le importó lo que las personas pensaran de nosotros y no creo que esta vez sea la excepción. No quiero ser presumida pero sabía que el haría lo que fuera por verme feliz.

-Mañana volveras a trabajar, ¿Qué tal la llevas? -sonrió de lado.

-No tan mal como se espera, ya que tengo la esperanza de ver a mi querida futura esposa después.

-No sé si eso será posible.

-¿Disculpa? -se veía entre confundido y divertido. Me levante de la banca para empezar a caminar lenta y provocativamente.

-Creo que ella tiene mejores cosas que hacer. - se levantó corriendo y se dispuso a hacerme cosquillas, no podía parar de reír como una chiquilla, hasta que me levantó del suelo y ahí pare en seco. Dos mujeres de no tan avanzada edad nos estaban observando como si acabáramos de cometer un homicidio.

-Señoras. - las salude haciendo una leve reverencia. Se mantuvieron estáticas, no recordaba sus nombres pero las reconocía de alguna fiesta de las que madre organiza.

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora