Capítulo 33

9 1 2
                                    

No sabía cuánto había pasado desde que Ben se había marchado. ¿meses? Se sentía como un año o quizás más.

Aún lloraba por las noches y rezaba en son de que él esté bien sea dónde sea que se encuentre, de que no sea valiente por esta vez y de que se mantenga seguro. Pero mis días eran distintos, al parecer el pueblo no había quedado tan al margen de todos los problemas, refugiados llegaban cada día y se necesitaba algunas manos que nunca estaban de más.

En este tiempo había aprendido algo de enfermería, más de cocina y mucho sobre psicología.
Los titulos valían pero se los usaba para las situaciones culmines, que no eran pocas en lo absoluto, y en la medida de lo posible todos debíamos colaborar.

La participación de Eneas fue clave en prevención de mi locura; en este momento era mi cable a tierra. Buscamos a Ben entre los heridos siempre en silencio, sin dejar de ayudar pero nunca nos olvidamos de él. También, aunque trate de negarlo, lo buscamos entre los fallecidos. Con la cantidad de gente que está participando en todo esto, la probabilidad de que jamás nos avisen de que fue de él, es más grande que la de que sí. Eramos consientes de ello.

Al final del día, con las palabras como sobrantes entre nosotros, nos mirabamos a los ojos y simplemente negabamos con un movimiento de la cabeza. Estaba implícito que no habíamos dado con su paradero. Con un nudo en la garganta me despedía cada noche de él (que me acompañaba a pesar de mis objeciones a casa cada día) y me adentraba a mi hogar con cuidado de que mamá no me viera en ese estado.

Había sido difícil para ella también, aunque al principio pareció tan a gusto con el cambio o por lo menos parecía imperturbable, ahora se mostraba todo lo contrario. Su cabellera había cobrado el tono blancuzco que conllevan los años y no había ni reparado en ello, en otro momento de su vida no dejaría ni salir esas canas con el constante cuidado en la peluquería. Pequeñas arrugas se habían formado en el ceño de su frente o se mantenía preocupada, ya no sabría decirlo.

Incontables veces me decía, para ya de llorar que no solucionas nada que para el regreso de Ben pareceras una anciana. Así que tuve que aprender a controlarme y no ser tan efusiva, ayudaba demasiado el hecho de estar todo el día ocupada, así al menos por las noches estaba sola.

Cosas horribles se veían cada día en todos lados, de alguna manera siempre supe que vivía en una burbuja protegida del exterior pero ¿ahora? A veces quería volver a ella y no salir jamás de allí. Pero con tanta gente necesitando ayuda de todo tipo este era un lujo que no me podía dar.
Aunque pensé que sí lo sería, el trabajo de enfermería resultó ser el menos difícil. Claro yo no hacía la gran cosa, pero se me daba bien curar, desinfectar, coser, lavar y cuidar.

Servir de escucha fue lo peor, me partía el alma cada segundo y todavía no podía aprender el arte de no involucrarme en un nivel personal. No sabía como hacerlo. A veces lloraba con las personas a las que debía ayudar y las abrazaba en silencio.

Siempre fui una persona sensible pero nunca una que lo demostrara, claramente eso había cambiado en este tiempo. Decidí guardar todas esas historias para mí, no las compartiría ni en donde escribo todo de mí. Los caminos insondables de la mente son infinitos y no le haría justicia al sufrimiento de todas esas personas ni con palabras ni con nada. Tampoco quería hacerlo, el dolor personal es eso, dolor personal. Y nadie más que uno mismo debería hablar de ello.

En la cocina me volvía loca, los refugiados y los enfermos comían lo "dado" por el Estado o a veces algunas donaciones (que era consiente desaparecían ya que nunca vi lo que nosotras dimos) las personas que trabajaban en la cafetería eran horribles. Ya que su trabajo anterior era mínimo, debido a la cantidad demencial de personas éste había incrementando junto con su mal carácter y mala atención. Quemaban a propósito la comida, atendían de mala gana a personas que no tenían más que el techo de este hospital y a tenían horarios específicos con los cuales muchos se quedaban sin comer. Como ayudante hice las cosas como las haría cualquier persona con más de dos centímetros de corazón lo que sirvió solamente para que me corrieran de ahí. Yo no servía para el trabajo decían, porque con una buena atención esa gente no querría irse.

Como si ellos estuvieran allí de puras vacaciones.

Llegué a pensar que el asesinato a veces podría estar justificado, pero no tendría mucho caso sumar más nombres a una lista interminable. Cuando los verdaderos villanos en la historia era gente de un poder descomunal. Estas pobres infelices sólo tenían amargura en su vida y lo descargaban de mala manera. Había gente allá afuera a la que no le importaba nada en lo absoluto, bueno su dinero sí, gente que había abandonado cualquier indicio de humanidad y le había dado la espalda a su propia gente.

Había escuchado rumores, cientos, de hecho. Pero el último y más hablado fue el de que estaba terminando todo, no sabía si había un ganador pero ni siquiera sabía el sistema total de esto. Lo que si sabía es que era una buena señal.

¿Será?

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora