Capítulo 39

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-Debieron verlos, los idiotas estaban confiados en volver a casa y ¡Boom! Todo a su alrededor explotó en sus caras como una granada, fueron el gran final a todo, la gente se compareció y blah blah, saben el resto de la historia...- las carcajadas no tardaron en resonar por todo el establecimiento, el general sonrió satisfecho y tragué para contener las lágrimas, no lloraria, no cuando había tanto en juego.

Eneas me había llevado a un bar que se había restaurado hace poco tiempo, se encontraba algo fuera de lo que en algún momento fue mi pueblo, ahora no lo reconocía. Tantas y tantas eran las caras nuevas que no me reconocía ni a mí misma.

Pero reconocí al hombre que acaba de hablar como él mismo que alguna vez me llamó estorbo estando con Ben, jamás olvidaría su cara ni tampoco este momento. Por eso me acerqué a hablarle, mi idea en un principio fue preguntarle por Beni, mi idea era solamente saber si sufrió o si al menos hizo algún amigo en dónde sea que hubiera estado.

Pero paré en seco al escucharlo, nadie parecía notar mi presencia, ni las lágrimas en mis ojos, mucho menos notaron que tenía los puños apretados a cada lado de mi cintura ni el color rojo que sabía que cubría mi rostro en este momento.

-Oh, pediré la cuenta.- pareció notar mi presencia pero por sus palabras supe que no me reconoció, las botellas innumerables de alcohol en su mesa me aseguraron lo que yo sabía; estaba borracho. Y ahora me miraba como en busca de algo.

Se paró de golpe.

-¿Tú...? - todo ocurrió en cámara lenta, lo primero que sentí fue la respiración pesada de Eneas en mi cuello y su mano en mi espalda. El hombre lo miró con los ojos desorbitados y aproveché el momento, estrelle mi puño en su pómulo con la mayor fuerza que puse y luego sentí el alboroto.

Pero lo sentí lejos, Eneas me arrastró de aquel lugar con una rapidez que se me antojaba irreal, aunque todo aquello me lo parecía. Al salir vi como todos esos hombres se paraban de golpe e intentaban salir tras de mí.

Nos ganaban en número, en fuerza y en inmunidad. Si nos hacían algo, nadie lo sabría. O nadie lo repetiría, al menos.

Corrí con Eneas por delante en cuanto reaccione y supe en lo que me había metiso. Era el fin. Y no estaba arrepentida en lo absoluto, se merecía algo peor pero yo no era la encargada de cobrarselo.

Nos metimos en el primer callejón que encontramos para ver que este no tenía salida, pero sí una puerta en el medio de la cual una luz tenue se veía por debajo.

Pensé en tocar, o pedir que por favor nos abrieran, después vi que Eneas la abrió como si fuera la suya propia y esta sedió.

Entramos y una recepción discreta apareció ante nosotros. Una chica desaliñada nos atendió y E pidió un cuarto ¿Qué estaba pasando aquí?

De la mano me dirigió a la escalera detras de una puerta que no había notado ya que era del mismo color que el resto de la pared. Rápidamente me guió hacia una de las habitaciones de lo que creí era el único piso.

Cuando entramos recién supe que nos encontrábamos en algo así como un hotel. Aunque este no era de alojamiento como los que conocía, estaba sucio y la cama parecía usada a más no poder.

-¡Estás completamente loca! ¡Total y completamente!- noté la rabia en su voz pero no pude mirarlo a la cara, no quería llorar.

-Si hubieras escuchado lo que yo...

-¡Sí que lo escuché! ¿Pensabas acaso que te dejaría sola? Estuve atrás tuyo todo el tiempo. Pero es que tu no mides las consecuencias ¡Nos mataran Alea, nos encontrarán y mataran a tu madre!- lo miré ahora sí y algo de lo que vio en mí lo hizo calmarse ya que se sentó en la punta de la cama y cambió su tono tosco por uno tranquilizador. - nos iremos por la mañana, para siempre. Sólo deja que pase esta hora para poder volver a tu casa por lo necesario.

-¿Crees que sea cierto? Ben... ¿él murió para que todo termine? - su rostro se hundió de una manera que me hizo querer gritar.

-Sólo sé que si su muerte ha evitado la de alguien más, sea quién sea, él estaría orgulloso. -tragó saliva fuertemente, también creí eso, pero sabía que él como yo, no compartía el pensamiento de Ben. -En este momento, tu madre y tú lo son todo para mí, Al. Me han recibido como si fueran mi familia. Así que por favor trata de no hacer que te maten en la próxima hora.

Me sentí tan pequeña a su lado, tan infantil, el sufría y también le costaba saber que ese tipo se burlaba de la muerte de tantas personas. Pero él se guardaba sus sentimientos y yo sólo actuaba como una niña impulsiva. Haría que nos maten si continuaba de aquella forma, haría que nos maten incluso si hacía lo único que quería hacer ahora mismo; salir corriendo, sentarme en algún pastizal y mirar el cielo. Así me sentía con Ben a mi lado, con lo mucho que le gustaba mirar las estrellas...

Me limite a sentarme al lado de Eneas, esta era mi vida ahora, me estaba ocultando de una autoridad militar y mañana tendría que huir incluso del país.

No hacían falta explicaciones, ningún hombre se dejaba humillar por una mujer frente a nadie, menos un hombre con un rango tan alto, y mucho menos aún con un golpe tan fuerte.

Mire mi mano, tenía los dedos enrojecidos por el esfuerzo y sentí la risa de Ben a mi lado. Mordi mi labio como siempre que sentía preocupación, desde que Ben se fue que lo tenía a la miseria pero desde que murió no había realizado aquella maña hasta ahora.

-Tienes una gran derecha, procuraré no hacerte enfadar otra vez. - real diversión surco su rostro ahora que la preocupación se encontraba algo fría entre nosotros.

Su risa me hizo reír más que su comentario.

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora