Capítulo 26

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El viaje de vuelta a casa no se sintió tan largo como esperaba, en realidad fue relajante. Lo tomé como un tiempo para pensar y concluí que debo estar agradecida por todo lo que tengo, porque en verdad lo tengo todo y soy muy feliz con ello.

Ben, Eneas y yo no volvimos a tocar ningún tema de los que hablamos en esa habitación, pero nos llevamos excelente y se notaba que todo había cambiado.

Al día siguiente de nuestra llegada a Escocia los tres bajamos a desayunar, Eneas nos presentó a toda su familia (que no era poco decir) y estuvieron más sorprendidos de verlo a él que de conocernos a nosotros, se le notaba mejor, sabíamos que estaba animado y se sentía bien saber que una parte pequeña de ese cambio se debía a nosotros. Después de eso fuimos a conocer un poco al rededor y nos contó más o menos la historia de su vida.

Él no nació en Escocia como el resto de sus hermanos, y viajo mucho más que ellos. Pensé en su costumbre de dar dos besos, unos por mejilla, al saludar siendo que la mayoría aquí sólo saluda con un asentimiento de cabeza y lo comprendí, de alguna manera siempre fue la oveja negra de la familia y de no ser por Emili no habría vuelto en años.

A pesar de esto, su madre le hizo jurar que volvería, lo que fue duro ya que le hizo prometer por ella. Se notaba como lo quería y se notaba que estaba arrepentida por las cosas que hizo mal, también por las que no hizo en su debido momento, en la familia nunca es un mal momento para pedir perdón pero ella no lo hizo. Es duro y sólo sabe lo que se siente quién está en su piel.

Eneas juró volver al menos una vez cada doce meses, no prometió una estadía extensa pero contaba demasiado la intención.

Ha pesar de todo, la he pasado bien. Me ha caído bien su familia; ruidosos y con un gran humor a simple vista no son mala gente y nos han dado a Ben y a mí la libertad de volver cuando queramos.

Cuando llegamos a capital, Eneas se mostró nervioso, no quisimos preguntar pero lo habíamos notado y Benjamin parecía saber el porqué. Por suerte el último tren casi no demoró en llegar y en cuanto nos sentamos suspiró de alivio. Cuando vio que lo observaba de cerca disimulo su estado.

En un momento Ben fue al pequeño baño unisex del vagón continuo al nuestro y aproveché para actuar.

-¿Que va mal?

-No tengo ni idea a que te refieres.

-Vamos...

-He desertado, Ali. - mi mente se quedó en blanco, no había escuchado esa palabra antes y mucho menos de la boca de mi nuevo amigo.

-¿Has hecho qué? - me sentí una boba porque él pareció creer que yo no entendía porqué lo había hecho en vez de que realmente no sabia lo que significaba, no supe como decirle la verdad.

-Como los oyes, está mal, diablos que sí. Pero después de lo de Emili... no quiero hacerlo, es un suicidio y sé lo que le hacen a los desertores pero... no puedo.

Mis ojos se dirigieron a la puerta, Ben estaba dejando el otro compartimiento para llegar al nuestro.

-No le digas que te lo he dicho, se supone que no debería hacerlo.

Asentí con un leve movimiento de la cabeza y por primera vez en mi vida me sentí en blanco.

No sabía lo que significaba desertar pero sonaba mal y no entendí porque se supone que yo no debería saberlo, creí que los tres eramos amigos y que podría ser parte de todo, incluso de las cosas malas.

Pensé en preguntarle a papá al llegar a casa aunque... si era cosa de chicos no me lo diría.

Ama y Ernesto podían ser mi ayuda. O podría investigar en la biblioteca del pueblo, así nadie sabría que me lo estaba preguntando.

El corto viaje a nuestro pueblo lo pasé perdida en mi mente, Beni susurró un "¿te encuentras bien?" porque no respondí cuando pidieron mi opinión acerca de un tema que claramente no escuché.

Cuando bajamos mamá nos esperaba con una sonrisa enorme, nos abrazó a los tres por igual (Eneas se sonrojó y Ben la abrazó incluso más fuerte) y los invitó a comer en casa.

En casa, comimos los cuatro entre risas y E confesó que se sentía mas a gusto con mi familia que era pequeña que en la suya.

Papá no estaba, así que deduje que el buen humor de mamá se debía a eso. No pregunté por él por el simple hecho de no "arruinar" de alguna manera el momento. También me gustó mi familia en ese momento, con los dos nuevos integrantes y aunque no quería admitirlo ni a mi misma... sin papá.

Lo amaba, claro que sí. Pero desde que el señor Marqueci falleció, él no es el mismo y tenerlo en la mesa significaba el silencio pulcro (a menos de que contaramos con la presencia de Benjamin) y el humor de perros de mis padres. Los amaba a ambos pero por separado, cuando estaban uno junto al otro eran un tipo de persona y cuando estaban por separado eran otro.

Lograron distraerme en el almuerzo con sus bromas tontas y con sus historias que, con mamá nunca descubriremos si son inventadas o no así que nos reímos aún más. La observé, en mucho tiempo no la había visto reírse de esa manera, la vi feliz, la recuerdo el día del compromiso pero ¿reírse así? No era algo que pasara seguido así que lo disfrute.

Hasta abrimos un vino que teníamos hace más de diez años en la bodega lo que significaba que tenia una cosecha de aproximadamente treinta años atrás, al principio me pareció vomitivo hasta el edor pero después de dos copas encontré el sabor exquisito, lo disfrutamos y quedó excelente con la pasta. Por segunda vez en el día me sentí feliz, como si estas pequeñas cosas no pasaran seguido y tuviera que disfrutarlas en el aquí y el ahora.

Lo peor es que realmente estas cosas no pasaban seguido, es más, pasaban como mucho unas cuantas veces en toda tu vida, en ese momento me sentí mal. Ahí, en medio de toda esa felicidad comenzó a dolerme el pecho y sentí que algo realmente malo se avecinaba y que no faltaba demasiado para que ocurriera, este era el momento de tregua antes de la gran tormenta y no quise jugar con el destino.

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora