Capítulo 15

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Perfecto. Lo único que me faltaba es que lloviera todo el día, así no podría salir a ningún lado y mucho menos podría hacer lo que yo quería.

-Ernesto... - toque la puerta de su habitación.

- Si si señorita, salgo de inmediato. - contestó algo agitado al cabo de unos minutos.

-Lo espero abajo Ernesto. - pensé en hacerlo para no interrumpir lo que sea que estaba haciendo.

Ernesto es el cochero de la casa, vivía aquí hace tanto tiempo que ya era común tenerle mucha confianza (claro que no hace tanto tiempo como Ama, pero vamos, nadie llevaba aquí tanto tiempo como ella).

Lo espere en la sala de estar en la compañía de un té, mi corazón latía a un ritmo mucho más rápido de lo normal. Sentía cada latido en mis oídos y si no me calmaba saldría corriendo en cualquier minuto, dirigí mi vista a el ventanal que daba directo a la calle, el más grande, fuera llovía a cantaros y todo el camino estaba cubierto de barro, sabía que sería imposible salir y que sólo me quedaba una opción.

-Señorita, aquí estoy. - recién ahí me di cuenta de que mi mirada estaba perdida en algún punto de afuera.

-Si, Ernesto... verás.

-Antes que nada tiene que saber que su madre me ha prohibido llevarla a cualquier lado. - me puse recta, cerré los puños junto a mi cuerpo, siempre lo mismo.

- ¿Es tu respuesta final?.

- Si, lo siento, aparte el camino está imposible, sólo en balsa podría salir.- asentí con la cabeza y me retiré de la sala, sabía que seria difícil pero no me costaba nada intentarlo, por supuesto que no me quedaría en casa este día. En mi habitación me coloqué una capa cerrada y opté por zapatos algo más cómodos, ya lista me dispuse a recorrer la casa como si fuera una ladrona, cuando por fin pude salir sin que nadie me vea, la lluvia me asaltó de inmediato, parecía no querer parar nunca. Corrí y corrí, la vista se me nublaba por el agua y los zapatos se me cubrieron de barro, cuando llegué al establo ya me sentía algo mareada, cierto. Ayer estuve con algo de fiebre y más que seguro que esta travesía me dejaría una gripe fuerte.

El capataz no se encontraba aquí cosa que yo ya me imaginaba, todos en este momento estarían al rededor de unas mantas y una taza de café caliente, aprovecharía eso.

Llegué a donde Carim estaba, un caballo pura sangre que papá me había regalado de niña, aunque ya no lo montaba porque mamá se había negado a que hiciera cosas divertidas, lo venía a visitar de vez en cuando así que el me tenía confianza, lo acaricié un momento en el que el se dispuso a olerme, hay algo con los animales y el olor, supongo que es su manera de detectar tus intenciones. Después de que ya hubiéramos marcado nuestro vínculo (Carim no era un caballo nada manzo, pero era el más veloz y seguro) lo cubrí con su respectiva montura, anteojeras, y una capa especial para que no se mojara tanto.

Lo saqué del lugar en el que estaba, lo monte y salí disparada.

-¡Alea! ¡Alea! - madre corría desde casa gritando mi nombre y le dije las palabras adecuadas a carim para que aumentara su velocidad, el camino estaba horrible. El lodo estaba en todos lados y le dificultaba el paso a quién quiera que pasara.

Me sentía muy bien cabalgando, ya había olvidado como de bien me ponía hacerlo.

Al rededor de lo que se sintió como media hora después, llegué a la casa de Ben, su coche estaba afuera pero el de la familia no.

Uno de sus empleados (no recordaba el nombre) me ayudó a bajar y tomó a Carim de las riendas y lo llevó a algún lugar del que ni siquiera me preocupe.

Me abrieron las puertas de la casa y empecé a sentirme mareada, estaba empapada, cubierta de barro y tenía el corazón en la boca.

Sentí como me cubrían con una manta, la nariz y los ojos me picaban como si tuviera mil agujas al rededor de ellos.

Sentí como me conducían al sillón mientras pronunciaban palabras que yo no entendía, estaba perdida y sólo quería ver a Ben.

Vi sus pies dirigirse a mi y ahí note que yo había estado viendo el suelo todo este tiempo. Se arrodilló ante mí y vi su rostro preocupado.

-¿Al, te encuentras bien? ¿Ha pasado algo? - saqué las mantas de su posición y lo abrace.

-Lo siento, Ben... yo, de verdad lo siento. Se que estuve mal, pero, lo siento. - sus manos recorrían mi espalda en señal de consuelo y cuando lo aparte de mí lo vi mucho más tranquilo.

-El hecho de que te arrepientas de corazón es suficiente motivo para merecer un perdón, pero Ali, no hay nada que perdonar.

-Si que lo hay, soy una idiota.

-No es así, ya pasó ¿Si? Tema superado.

Sonreí porque sabía que lo decía de verdad y que después no me lo echaría en cara porque así era Ben, tenía un corazón gigante.

En su cuarto nos entregamos uno al otro en una especie de reconciliación y al final nos dormimos en un abrazo sin fin y con el alma ya tranquila.

Desperté sintiendo los besos de Ben en mi rostro, sonreí feliz de estar a su lado.

-Hola...

-¿Puedo despertarte así cada día a partir de ahora?

-No lo sé, pero puedo fingir que duermo y así podrás hacerlo otra vez. - cerré los ojos y lo oí reír.

-Ali...

-No despertare sin besos, Benjamin.

-Al... ¿tu madre sabe que estás aquí? - oh mi ¡Claro que no lo sabe! Sentí palidecer y por ese motivo Ben comprendió sin necesidad de palabras que por supuesto que madre no sabía que yo había pasado la noche con él.

-Estamos en verdaderos problemas, Al, tenemos que irnos ahora. Yo me haré cargo de todo. Estabamos a punto de levantaron cuando sentimos un grito femenino que provenía de alguna parte de su casa. Nos miramos sabiendo que ella estaba aquí y que no se encontraba nada feliz. Sentí pasos enormes por la casa, alguien estaba corriendo. Traté de vestirme pero no lo consegui, la puerta de abrió y madre entró hecha una furia.

-Lidia, ella no está aquí oh... - Susana se calló cuando me vió.

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora