Capítulo 22

6 1 0
                                    

Después de comer, Ben lavó la vajilla, para nada él era como los demás chicos, entonces nos encargamos de abrir los regalos de lo que había sido la suerte de supuesta boda/ compromiso. La gente entendía lo que quería.

Encontramos regalos realmente útiles para lo que sería nuestro hogar y lo pensé, ni siquiera teníamos uno, pero lo dejé pasar. Había cosas más importantes.

Sentada en sus piernas, seguí abriendo los presentes y llegué a uno cubierto por papel de envolver rojo. Dentro había algo así como lencería femenina, Ben se volvió color escarlata y yo no pude evitar jugar con él.

-Oye, creo que es para ti. Se te vería bonito. - su incomodidad era bastante divertida. Pero recordé algo, no había visto a Eneas en la fiesta.

-Beni, ¿tu viste a Eneas anoche? - bajó la cabeza. Me sentí mal porque sabía cuanto lo apreciaba y pensé que era mi culpa su ausencia así que estaba a punto de disculparme cuando dijo;
-Su hermana murió ayer a la mañana, me enteré anoche. Él llamó. - mi corazón se sintió como una roca enorme que subió hasta mi garganta.

-Oh, lo siento muchísimo. ¿Dónde está ahora? Creo que deberíamos ir al entierro. O al menos deberías ir tú.

-Sí, pero es en Escocia, Ali. No llegariamos. Ni siquiera sé si él llegará.

No quería ni pensar qué sería perder a alguien tan cercano y aunque Eneas no era de mis personas favoritas no le deseaba nada malo.

-Creo que deberías ir, Ben. No importa cuando llegues ni en que momento, debes acompañarlo.

-Pero, acabamos de comprometernos, y dentro de poco tendré que irme. No quiero dejarte. - de repente su rostro se iluminó como quién acaba de ganar la lotería. - estamos comprometidos ¿no? Entonces supongo que podemos irnos juntos, claro si tu quieres, y si a tus padres no les molesta.

-¡Claro que quiero! Arreglaremos todo ahora mismo ¿Si? Tu llama a Eneas para preguntarle bien acerca de todo. Tranquilo. Te amo.

-Y yo a ti. - corrí escaleras arriba y comencé a buscar todo lo que necesitaría, documentos, bolso, ropa. Luego bajé y le informe a madre que el caso era de urgencia, Ben me necesitaba y Eneas necesitaba a Ben. Fin del tema. La idea no le fascinó pero no puso resistencia, seguía tosca porque a mediodía no quise decirle dónde estaba Ama argumentando que esos no eran sus asuntos y que ella merecía un día libre de todo. Padre no dijo nada, cosa que no me sorprendió ya que siempre parecía demasiado ausente a esta familia, aunque en la semana había actuado más de lo que había hecho en los últimos años, todo había vuelto a la "normalidad".

Cuando terminé, localicé a Ben en el patio con un rastro de tristeza que me dejó helada. Lo abracé por la cintura y se repuso en mí.

-¿Lista?

-Siempre.

-El tren saldrá en una hora, creo que puedo pasar por casa para buscar algunas cosas, ¿aquí no falta nada por hacer?

-No, me encargué de todo. Respira Ben, que tienes que ser fuerte por él.
Suspiró pesadamente.

-Es difícil cuando la muerte te toca de cerca, ni siquiera la conocí pero si que lo conozco a él y es duro saber como lo debe estar sufriendo y que uno nada puede hacer.

Sus palabras fueron increíblemente sinceras y la tristeza en ellas también. Había subestimado el cariño que ellos sentían el uno por el otro, la amistad entre hombres a veces era extraña, bromas, juegos, arreglarlo todo con un golpe, pero estar ahí para el otro siempre, sin envidias, ni competencia, ni pensando en sacar provecho a nada. Ya, que distinto.

Con todos los regalos guardados a prisa en mi habitación pensé en si Ama de verdad vería la nota que le deje en la mesita de noche.
Esperaba que lo hiciera, ella era como una madre para mi y no quería preocuparla, a Mamá no le gustaba que se entrometiera en "asuntos de la familia" así que sabía que no se atrevería a preguntarle nada.

Después de pasar por las cosas de Ben, Angus (Chofer de la casa Marqueci) nos llevó a la estación de trenes, esperando allí noté a unos mineros con tremenda cara de espanto y me preocupe. Un hombre mejor vestido que ellos les daba órdenes y de un empujón los hizo subir al primer tramo del tren.

Éste no tenía asientos, poseía solamente unas cuantas manijas de las cuales unos pocos pudieron agarrarse y la puerta corrediza no parecía funcionar ya que la caja iba abierta.

-Ben...

-Un segundo, linda. Tengo que arreglar unas cosas.

-Ben, necesito que veas algo.

El hombre acababa de golpear a alguien y me acerqué a ellos sin pensarlo dos veces, el corazón me latía a un ritmo fuera de lo habitual pero me sentía más valiente que nunca.

-Eh, disculpe. - el hombre con traje de oficial me miró con notorio desconcierto y el minero ni siquiera me prestó atención, su vista estaba fija en el suelo.

-¿Sí, linda?

-Yo... bueno, yo...

-¿Te has perdido, quieres que busque a tus padres?

Cerré los puños a mis costados, estaba tratandome como a una niña idiota y yo lo estaba permitiendo.

-Me preguntaba por qué tiene usted la osadía de tratar a un ser humano de esa manera.

Con una clara señal de cansancio frotó sus cienes y me contestó:
-Mira, lo que yo haga con mi gente es problema mío ¿Sí? Si no quieres problemas no te intrometas. Y este no es exactamente un ser humano. Ah, es tuya. - lo ultimo lo dijo cuando Ben se posó a mi lado con su mano en mi hombro. Odiaba que los hombres sólo te consideren por ser "algo de..."menciona un usuariomenciona un usuario

-¿Algún problema?

-Si, que este cerd...

-Cuida tu boca chiquilla, que no me importará nada de estas estúpidas leyes la próxima vez. Y caballero, controle a su novia, matarían a cualquier mujer con una boca tan suelta.

Benjamin no contestó y el hombre se fue, tras él lo siguió el minero que antes levantó su rostro y dejó a la vista las marcas de muchas cortadas y moretones que juraría habían sido propiciados por el otro mastodonte.

No quería mirar a Ben, me sentía avergonzada de mi misma y de toda la situación. Sabía que el no me había defendido por el simple hecho de que yo misma se lo había prohibido reiteradas veces atrás en las que la situación realmente se había salido de control. Y no esperaba más de él, pero sabía que se sentía frustrado. Con todo, de igual manera no habría servido de nada.

-Al... no quiero darte un discurso.

-Entonces no lo hagas, pero dime, ¿eso mismo harás cuándo te vayas? Me refiero a que ¿seras un oficial como aquel? Y que hay de todos esos hombres, tu... ¿sabes lo que está pasando?

-No, no haré eso. Seré sólo un simple soldado acatando ordenes así que eso seria imposible. Y si, sé lo que está pasando. Pero no te lo diré, no es algo que tenga relación contigo ni algo... malo. - contestó respondiendo una a una mis preguntas, hasta la que tácitamente estaba formulada.

-Llámame tonta pero no veo que no sea algo malo tratar a las personas así. Si tú y mis padres creen que mantenerme en una burbuja está bien, que así sea. Descubriré la verdad de todos modos yo sola.

-Es un día bastante malo sin que estes enojada conmigo así que por favor, por esta vez, dejamelo pasar. Prometo hablarte de todo.
El tercer tramo estaba frente a nosotros y debíamos subir al tren, me sentía realmente mal viajando en primera clase cuando cientos de personas no tenían ni condiciones precarias de viaje.

Decidí dejarlo pasar, todavía nos esperaba un día bastante largo y supe que ya habría más tiempo para esos temas.

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora