capítulo 12

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El día miércoles comenzó con mamá gritando acerca de que los empleados no limpiaban lo suficientemente profundo y que había polvillo por todos lados, mi atención estaba puesta en mover mi desayuno de aquí para allá.

La verdad es que no tenía ganas de nada el día de hoy, Margarita me había dejado pensando toda la noche y casi no pude dormir. Me encontraba demasiado triste como para comer o hacer algo más, el día estaba precioso y nunca me sentí más desafortunada, imaginé todas las cosas tortuosas que conllevaban una guerra. Era ilógico considerar la cantidad de familias que sufrirían a causa de ella y la cantidad de personas que daban su vida por ambiciones de otra persona, sólo, es una locura. Y no quería que la mamá de Ben pertenezca por segunda vez a esas familias, no quería que todos hablaran de el como lo hacían con las personas que se van, simplemente no quiero que él se vaya. Lo quiero aquí o al menos sano y salvo.

Hoy no tenía clases así que las cosas productivas que tenía que hacer se reducían a cero. Use un vestido algo mas viejo y cómodo y me dispuse a ayudar a Teddy en su labor. Teddy es un hombre mexicano de unos aproximados 35 años, al que ya su acento ya casi no se le notaba y quién quería un futuro mejor pero no podía estudiar por razones económicas. Después de insistir un largo rato, me dejó ayudar.

Mamá estuvo a punto de matarme cuando volví a casa con todo el vestido lleno de barro, no lo hizo porque Beni estaba en la sala y de nuevo, apariencias.

Fui corriendo hasta él pero me detuve en seco al llegar, lo salude con una pequeña reverencia y me miró extrañado, señalé mi vestido, él estaba vestido con uno de esos trajes horrendos que usaba para trabajar, me abrazó y me levantó por los aires. Lo apreté con fuerza, como necesitaba sentir su calor en mi piel.

-Te extrañe... y oye, tengo una sorpresa para ti.

-No más sorpresas por el resto del mes.

-No, Al, lo prometo, te gustará.

Aproximadamente una hora después llegamos a un lugar del cual yo no tenía ni idea, un condominio en el centro de la ciudad a tres cuadras de la plaza principal, no era la gran cosa pero se notaba su gracia.

Entramos y lo que había ahí adentro era... nada.

- Y ¿Qué tal? - no entendía la emoción que el tenía, era un lugar vacío por Dios Ben puedes hacerlo mejor.

-Yo... no sé que decir.

-¿No te gusta?

-Si, quiero decir, Beni no le encuentro la gracia al traerme a este condominio vacío.

-Oh eso puede arreglarse.Señorita Fredericson de Marqueci, éste será en un futuro cercano el lugar de educación pública del que usted será la encargada. -No cabía en mí la emoción que me provocaban las palabras dichas hace unos instantes. Era hermoso. Ahora veía lo que él, era ideal. Lo abracé con extremada fuerza y caímos los dos en el polvillo él rió y murmuró algo como "al parecer si te gustó" para después unir nuestros labios en un beso.

Fuimos a una tienda de objetos de limpieza en la ciudad y llevamos todo al condominio, estuvimos limpiando toda la tarde entre risas, besos y juegos. Al final, quedó bastante bien.

El lugar estaba a mi nombre y Ben dijo que era un regalo adelantado a mi cumpleaños, cuando hable de pagarle una renta me miró como quién mira a aquel que mató a su perro de toda la infancia. Acepté el regalo gustosa y con la promesa de que lo llevaría adelante pasara lo que pasara, no entendía porqué ya que no sabía que podría pasar pero lo prometí de todas formas.

Abrimos las ventanas de el lugar, no era ni muy grande ni muy vistoso, perfecto. Después de ventilar el lugar compramos algunas macetas con plantas de interior y todo lo necesario para mantenerlas, primero haríamos el lugar habitable y después el establecimiento estaría abierto a quién quisiera aprender.

Sacamos algunos bichos que tenían ya sus nidos ahí, si bueno, sería un poco más trabajoso que sólo limpiar y abrirlo.

Volvimos a casa demasiado cansados para hablar y cuando llegamos quisimos dormirnos allí mismo.

-¡Dios mío! ¿Qué les pasó? - Miré a Ben de soslayo, no habíamos pensando en esto y ni siquiera notamos que estabamos cubiertos de polvo y suciedad.

-Verá señora Fredericson, no voy a mentirle.

-¿Entonces...?

-Sólo eso, no voy a mentirle.

-¿Alea?

-Ya lo ha escuchado, madre. No le mentiremos.

Perderlo Todo (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora