Capítulo I.

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Tal vez... y sólo tal vez después del que el Cielo sea reconstruido...

él y yo podamos ser felices...

aunque probablemente no nacimos para estar juntos... 

-Eileen.

-Eileen

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2004.

Era finales de mayo y a pesar de ser el mes más caluroso del año la temperatura había bajado considerablemente, el viento soplaba y viajaba por todo la cuidad iluminada. Recorría los edificios más emblemáticos de Guanajuato que databan desde el siglo XVI, pasaba por los jardines con árboles de enormes copas y en algunas ocasiones era desviado por las montañas; y como le encantaba ser travieso se infiltraba en los huecos que encontraba en cualquier parte de las casas inquietando los sueños de quienes lo escuchaban entrar. Llegó hasta uno de los puntos más altos de la cuidad y chocó con una casa moderna donde no encontró lugar por el cual escabullirse.

Adentro estaba Eileen profundamente dormida. Tenía el mismo sueño que varias veces llegaba a presenciarse en las noches y no la dejaba descansar tranquila. Veía seres alados reunidos en un hermoso salón rodeado de un inmenso lago cristalino, debajo de él estaba un enorme reino de luz con todo tipo de seres mágicos y más allá de todo eso, emanaba un reino oscuro donde los seres que se encontraban ahí no se les distinguía en su totalidad. Solamente aparecían sus ojos rojo brillante y en raros casos eran penetrantes ojos negros que no dejaban de mirarla. Unas pequeñas gotas de sudor aparecieron en su frente y de rato frunció el ceño, pues de nuevo aquel misterioso ser alado le hablada.

―Eileen despierta ―dijo la dulce voz.

Eileen siempre intentaba visualizar a la portadora de aquella voz que le provocaba tranquilidad y a la vez una curiosidad muy grande por saber de quién se trataba, pero cada vez que se acercaba a ese ser, este desaparecía sin dejar pista. De repente, abrió los ojos de golpe y su respiración se volvió entrecortada, dio un pequeño suspiro y después de segundos se reincorporó, ese sueño se repetía una y otra vez y por más que intentaba no se lo podía sacar de la mente. Giró su cabeza hasta dar con el reloj en la mesita de noche el cual marcaba las doce y uno.

CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora