Capítulo III. [II]

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Aurán tomó la espada con cuidado que descansaba en la base embonándola en su estuche y colgándola en su espalda

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Aurán tomó la espada con cuidado que descansaba en la base embonándola en su estuche y colgándola en su espalda. Oráculo quitó una cortina dejando entrar más luz al recinto y salió por una ventana, cuando se lanzó al vacío hizo aparecer de su espalda un par de alas, que a diferencia de las de Aurán estas eran doradas. Aurán fue detrás de él desplegando sus alas blancas.

―Y tenía que suceder esto justo cuando mis guardianes salieron ―dijo Aurán.

―Tranquila haré lo posible ―dijo Oráculo volando más deprisa.

Llegaron a la sala de juntas de Cyelity en cuestión de minutos y aterrizaron en la entrada.


― ¿Qué tan cerca están? ―preguntó.

―Están sobrevolando Nurtonal, es mejor que actives el escudo ―contestó Oráculo―. Hay que estar preparados ahora que solo somos nosotros dos y no te preocupes por el sabio, antes de salir me aseguré que estuviera bien.

Aurán asintió y corrió al fondo de la sala topándose con una escalera antigua de madera en forma de caracol, la subió toda hasta llegar a una habitación llena de todo tipo de papeles, libros y algunas telarañas. El techo estaba compuesto de varias vigas de madera y era a dos aguas. Tomó un libro grande de portada antigua con letras de oro del primer estante a su derecha Al abrirlo se mostraron diferentes caracteres escritos en la lengua ancestral. Lo llevó al atril en forma de águila que estaba en el centro de la habitación y recitó unas palabras, fuerte y claro sin detenerse.

El suelo de todo Cyelity se tornaba rojo con cada palabra que recitaba, una por una, era un verso corto, pero poderoso. Era el hechizo cecsituc, el gran escudo. Mientras Oráculo juntó sus manos y en cuestión de segundos apareció una espada de hoja delgada color negro tomándola fuertemente con ambas manos y espero la llegaba del enemigo.

Algunos han logrado entrar ―Oráculo se comunicó telepáticamente con Aurán.

Solo cuatro bestias con forma de lobo lograron penetrar el escudo. Eran más grandes y robustos que un lobo común, su pelaje era negro con destellos plateados. Sus ojos eran rojos como la sangre y de su espina dorsal salían púas rojas, con grandes y afilados colmillos.

CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora