Capítulo X. [II]

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El encapuchado no respondió y solo soltó una risa que perturbó a quien la oyera

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El encapuchado no respondió y solo soltó una risa que perturbó a quien la oyera. Era una risa llena de maldad provocando que Eileen tapara sus oídos horrorizada.

―Larga vida a la diosa Nyxlux ―dijo como últimas palabras y de un solo movimiento clavó una daga en el corazón convirtiéndose en polvo.

―Maldición ―gruñó Aloysia y miró a Eileen―. Hermanas démonos prisa, esta situación no me está gustando nada.

― ¿Crees que iban detrás de Eileen? ―preguntó Arelys.

―Tal vez. Estoy segura que nunca nos habían atacado de tal manera ―dijo pensativa ―. Me temo que hay más cosas que ocultan esos ojos asustados de Eileen...

― ¿Por qué lo dices? ―preguntó Chandra entrando en la conversación.

―Los ojos de la diosa Nyxlux son rojos, rojos como la sangre de todas sus víctimas caídas en su reinado, rojo como el color de Hellfirn ―miró fijamente a Eileen―. Esos ojos rojos que sueña Eileen son los de la diosa del Infierno no me cabe la menor duda, pero ¿Por qué los sueña? ¿Qué tiene que ver ella con todo esto?

La sucesora seguía con los oídos tapados y algunas lágrimas escaparon de sus ojos. Aloysia y las mellizas se acercaron en silencio.

―Sigamos hermanas estamos a mitad de camino ―dijo Aloysia cargando a Eileen devuelta. Ella se refugió en el pecho de la guerrera temblando del miedo―. Tranquila... ya pronto acabará todo.

―Quiero irme a casa ―susurró―. Quiero irme a mi casa.

―Te devolveremos con tu familia ¿Sí? Solo espera un poco más ―dijo y siguieron el camino.


Los gemelos y el adivinador se adentraron en un bosque al oeste de la tercera extensión del reino. A Oráculo no le parecía buena idea, si bien no estaba muy oscuro a pesar por la frondosidad de los árboles. Al contrario, estaba lleno de flores haciendo que el ambiente desprendiera un olor agradable y hasta se podía apreciar el cantar de las aves.

― ¿Sabes a dónde vamos? ―preguntó.

―Pues claro amigo, iremos con la diosa de la Luna a pedir ayuda...

―Eril ―interrumpió su hermana.

― ¿Qué ocurre Azu? ―preguntó Eril.

―Si quieres llegar a la sede principal es por allá atrás si seguimos de frente llegaremos a la segunda extensión ―dijo Azula y dio media vuelta―. Pensé que sabías a donde ibas, no sé cómo confié en ti.

Eril comenzó a sonrojarse y esta vez Oráculo se vengó riéndose a todo pulmón de la metida de pata. Sus dos mil y tantos años no respaldaban lo fácilmente que se llegaba a perder en Nurtonal.

―Eres un tonto ―dijo Oráculo siguiendo a la hermana del guardián.

―Lo siento, no soy un mapa ―gruñó y los siguió.

―Guardianes necesito que se presenten de inmediato― se comunicó Aurán telepáticamente ―. El sabio tiene algunas pruebas de donde puede estar Eileen...

―Ya la escucharon muchachos Aurán nos necesita ―dijo Eril haciendo brillar sus ojos y llevando a todos con la diosa.

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CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora