Capítulo II. [I]

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Eileen abrió los ojos y parpadeó un par de veces hasta que su vista se normalizó, y al observar el techo del recinto se dio cuenta que no se le hacía familiar

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Eileen abrió los ojos y parpadeó un par de veces hasta que su vista se normalizó, y al observar el techo del recinto se dio cuenta que no se le hacía familiar. Se reincorporó sentándose en la orilla del sillón y comenzó a examinar el lugar, todo el espacio tenía un aspecto antiguo. Muebles de madera con demasiados detalles, cuadros con bellos paisajes y uno que otro con personas que ella no conocía. Algunas paredes eran de piedra blanca y amarillenta, las ventanas eran pequeñas y estaban bañadas con cortinas de terciopelo rojo. Hasta el sillón en donde se encontraba estaba tapizado del mismo material a excepción de que poseía bordados con hilo dorado. La luz de la chimenea del fondo teñía el ambiente en un tono rojizo. Eileen se levantó del sillón caminando un poco por la habitación.

―Es solo un sueño ―dijo ante el panorama tan irreal en el que estaba.

―Hola ―dijo una dulce voz detrás de ella y la reconoció al instante, no tenía duda alguna era idéntica a la voz de sus sueños.

Eileen volteó despacio y dio unos pasos hacia atrás. Enfrente de ella estaba una mujer encapuchada con un vestido largo de color blanco con detalles de encaje en la parte superior. El ser se quitó la capa cayendo sutilmente al suelo. Eileen se maravilló con el rostro gentil de tez blanca de aquella mujer. La observó con cuidado y lo que más llamaba su atención era el cabello largo y ondulado de color blanco que sobrepasaba los delgados hombros y se asentaba en la cintura, sus largas pestañas enmarcaban sus bellos ojos verde esmeralda. En la frente llevaba puesta una especie de diadema con una gema en forma de rombo de color rojo carmín. Y al ver bien su espada quedó boquiabierta ante el par de alas blancas que se asomaban.

― ¿Qué... es lo que eres?, ¿eres un ángel? ―preguntó Eileen.

No comprendía la razón, pero aquel ser no le hacía sentir miedo sino todo lo contrario, era como si por sus poros escaparan esporas de confianza que la mantenían en calma. Al contrario de sus habituales sueños, esta vez el ser no se marchaba y pensó que al fin su sueño estaba evolucionando en otro escenario.

―Algo así pequeña ―contestó luego de unos segundos ―. Eres más linda de lo que imaginé ―dijo con dulzura lo cual hizo sonrojar a Eileen.

CYELITY. La elegida. [Libro I] [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora