trois

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Eran las 6:47 pm y mi horario laboral había finalizado, estaba realmente cansado y mis ojos ardían reclamándome por un poco de sueño. Me dirigí a la misma panadería de siempre, esa que estaba repleta de gente, familias, niños y parejas, gente monótona e impura para mi. Entré junto a los niños, ellos me seguían siempre en donde se encontrara gente haciendo sus vidas felizmente, para recordarme que estaba solo y no tenía a nadie.

"Será mejor que te vayas, no encajas" me habló Bécassine a mis espaldas, jalando la punta de mi camisa mientras me hacía paso hasta la cajera, para poder pedir mis dulces preferidos.

"Nunca lo he hecho, cállate" volteando mi cabeza hacia ella le hablé en voz baja, dándome cuenta de la mirada extraña que me dieron varias personas. Déjenme, no saben nada. Amablemente pedí mis dulces favoritos, una tartaleta de fresa y otra de chocolate, las cuales eran bastante baratas y accesibles para mi. Mientras veía como metían en una caja decorativa mis dulces, los impulsos volvían a mi haciendo que frotara las manos, en el transcurso de esos minutos lo hice 4 veces hasta que me entregaron mi compra y pagué.

"Mira como se divierten, mira como te ven, con asco" volví a sentir la voz de Bécassine en mis oídos, torturándome como si taladraran mis tímpanos. "Estas solo, nadie te quiere, entiéndelo" esta vez me habló Donatien, haciendo que tropezara con un señor mayor quien me miró mal. "¿Vas a dejar que te traten así? golpealos" pude sentir la voz de Cyrille detrás mío, un poco más alejada que las de los dos niños quienes se reían de mi, podía verlos, allí están ellos. De un momento a otro me desorienté, no sabía a dónde ir, dónde pisar ni qué hacer. Sentí un frío recorrer mi espalda y volteé, ahí estaba ella, era la más aterradora de todas, Anaé. "Mátalos a todos, golpealos hasta que se desangren" Cyrille se escuchaba ahora más cerca, y atrás la aguda risa de Anaé, quien estaba parada junto a los niños.

Estaba empezando a sudar, tenía miedo, mucho miedo. "¡Déjenme en paz, maldita sea!"les grité, haciendo que todos voltearan a verme con terror. Ya basta, no me miren así, no soy un monstruo.

"Lo eres Harry, estas demente" y ahí estaba la última, Eugénie, quien traía con ella mi locura, estaba delirando. Corrí hasta una esquina y me senté de a golpe, empezando a llorar, frotando mis manos para luego jalar mi cabello con violencia. Estaba delirando, era uno de esos ataques y ahí estaban ellos cinco, hablándome y atormentándome todos a la vez, no podía entenderlos ni entender lo que me decían los impuros. No entendía nada. 

"¡Por favor Eugénie, para ya, basta!" supliqué mientras rasguñaba la piel de mis brazos y me daba golpes en los muslos, estaba empezando a temblar. Me paré y corrí fuera del lugar, Anaé me perseguía. Corrí sin ver, pasé las calles sin pensar, con lágrimas en mis ojos, no podía respirar y mi corazón latía desesperadamente, en busca de salida, de libertad. 

❝Gritando en la esquina de la calle, quito mi rostro de la puerta... porque no sé quién de ellos me llevará❞


¿Qué opinan?, estos son unos de sus ataques de psicosis, debido al estrés que sus propias alucinaciones le han sometido.

Espero que les esté gustando, porque me siento mucho más cómoda con esta fanfic, que con Azul y Verde, que también me gustaría que leyeran ;). Vuelvo a mencionar que cualquier hecho erróneo a cerca del tema (esquizofrenia) es pasable, ya que no soy psicóloga. 

Oh, y también me gustaría que escucharan las canciones que les dejo en multimedia, ya que al final del capitulo está una parte de la misma :), son muy lindas y se asocian bastante a la historia, les invito.

On se voit plus tard!

lovely [larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora