quatre

551 70 22
                                    

Allí estaba yo, de nuevo en mi habitación mirando a la esquina más oscura que podía haber, Bécassine me veía con sus ojos azules desde la puerta, su rostro no tenía expresión alguna, pero se notaba tranquila. Froté mis manos y moví mi cabeza, abriendo uno de los cajones de mi mesa de noche, tenía marcadores de todos los colores, mi favorito era el negro. Sonreí y aplaudí, otro impulso, lo tomé para empezar a hacer rayones sobre la fría y deteriorada pared de mi cuarto, lo pasaba con fuerza escribiendo ciertas palabras que nadie entendía, solo yo. Era mi forma de comunicarme, expresando mis sentimientos a la pared, porque no tenía a nadie y Bécassine se acostumbraba a decírmelo siempre, recordarmelo, estresandome, haciendo que Eugénie apareciera. 

Mort. Psychopathe. Fou. Délire. Cuatro palabras que me describían tan bien, las escribí con fuerza en la pared, moví mi cabeza de nuevo y las taché, haciendo rayones violentamente en la pared. Grité, tirando el marcador al piso. Retrocedí y me senté en el suelo en forma de mariposa, mordiendo mi labio inferior con fuerza y frotando mis manos. Vi a Eugénie aparecer por la puerta, se veía calmada, y feliz por conseguir hacerme delirar de nuevo.

''¿Te sientes bien?'' dijo acercándose a mi, yo me alejé. Ella no era mala, se preocupaba por mi, pero cuando los niños se hacían cargo de llamarla, ella venía a destruir lo poco que quedaba de mi. 

''D-Debo irme'' me levanté del suelo y me vestí con lo primero que vi limpio, y las mismas botas de siempre. No tenía ganas de desayunar, mi estomago rugió y le di un golpe, para luego salir de mi pequeño y pobre apartamento. 

Horas después me encontraba sentado en el escritorio que se encontraba junto a la entrada. Varias personas se me acercaban preguntándome por libros y su ubicación, la cual me sabía de memoria. Podía escuchar a los niños riéndose de mi cada vez que hablaba con una persona real, de carne y hueso. Estos estaban sentados al frente mío, jugando a las palmas mientras cantaban una tenebrosa canción que seguramente Anaé les había enseñado. 

Tomo el bolígrafo tinta negra no sin antes rayar con fuerza mi brazo, un impulso. Empecé a registrar a las personas que alquilaban los libros para leerlos en casa, viendo nombre realmente estúpidos de gente mediocre, impuros que me veían raro solo por mi comportamiento. 

Sonó la campana de la puerta dándome a entender que había llegado alguien y debía prestar mi atención en esa persona, cosa que odiaba de mi trabajo. Era un chico, no tan joven, llevaba puesto un traje ejecutivo y tenía un poco de bello facial de hace 3 días, era hermoso, un poco bajito. Sus ojos azules se fijaron en mi y pude jurar que mis mejillas estaban completamente rojas, calientes de la vergüenza. ¿Por qué me mira así? ¿por qué está sonriendo?

''Preparate para ser un completo fracasado, Harry'' escuché a Bécassine a mi lado izquierdo, yo solo negué y froté mis manos con violencia. No le estaba prestando atención a lo que mis alucinaciones decían, estaba perdido en los ojos de aquel hombre quien se acercaba a mi con aspecto seguro.

''Buenos días joven, ¿me puedes comunicar con tu jefe? dile que Tomlinson está aquí'' su voz era aguda pero no al extremo, sus ojos de cerca eran preciosos y me miraba como queriendo traspasar mi alma. Yo solo asentí y caminé hasta la oficina, jalando mi cabello y frotando de nuevo mis manos. Mi jefe no era tan adulto, era un chico rubio de 29 años, Niall, era bastante amigable y no le importó mi condición al darme el empleo, era una buena persona. Mientras avanzaba sentía a Bécassine gritarme, jalándome de mis ropas para que le prestara atención, lo hice. 

''¿No me dirás que ese señor te gusta, verdad? eres patético, jamás se fijaría en ti'' siempre era así, cada vez que me llamaba la atención alguien, ella estaba ahí para recordarme que estaba solo en el mundo, que no había nadie que quisiera estar conmigo. ''Recuerdas que naciste solo y morirás solo, inútil'', para ser una simple niña, sabía como derrumbarme, y ahí apareció Anaé de nuevo, asustándome por completo. ''Déjenme por favor... estoy ocupado'' dije con la voz un poco rota. Miré hacia atrás viendo al muchacho mirarme desde lejos, tenía miedo, tenía miedo de lo que podía pasar allí, no quería que volviera... no. Ignoré los gritos agudos y atormentadores de Anaé y los de Bécassine, Donatien se le había unido. Llegué a la oficina de Horan entrando con rapidez, cerrando la puerta con fuerza tras mío. 

''Hola Harry, que raro verte por acá ¿pasa algo, pequeño?'' dijo con un tono de voz suave, acercándose a mi. Él siempre me había tratado así, desde que llegué acá a los 16 años. Anaé me advirtió que no confiara en él, pero yo no tenía por qué hacerle caso, no era la que tenía el mayor poder en mi. 

''T-Tomlin... Tomli-linson lo espera afuera'' se me dificultaba hablar, estaba nervioso. Moví mi cabeza rápidamente y froté mis manos, mirando a una esquina. Él me sonrió y me llevó afuera, diciendo que volviera a mi trabajo. Vi como el ejecutivo de ojos azules me sonrió, suspiré al ver sus ojos puestos en mi de nuevo, y aplaudí, otro impulso, él solo me sonreía... no me veía extraño, no era como los demás. Volví a mi puesto, permitiendo que una sonrisa se colara en mis labios, por primera vez en tanto tiempo.

  ❝Tú nunca sabrás lo que hay debajo de mi piel, tú nunca sabrás lo que estoy pensando. Tú nunca entenderás lo que yo veo❞  


¡Hola! ¿qué opinan? 

Harry se pone nervioso estando con otras personas, pero cuando le atrae alguien de manera, ya saben, amorosa, sus alucinaciones se ponen un poco celosas, tratando de evitar que otra persona les quite la atención que Harry les pone, pero él las ignora. 

Je les aime!


lovely [larry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora