21.- Epílogo [Arco I)

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Querido diario, han pasado apenas dos semanas después de aquel incidente, aun despierto cada noche con el recuerdo de Rick siendo atravesado con la espada, esa horrible escena jamas se irá de mi mente.

Dos días después, mi familia, los Riverplate, llegaron a todas las comunidades de Los Ravenwood y los Lolliberry, y aunque no estuvieron tan de acuerdo, les salvaron de los renegados. Dos días después se celebró un juicio donde sentenciaron a muerte a los que ayudaron a Tiara y a los renegados. Entre los traidores se encontraba Danae Lolliberry, la madre de Marielize, quién fingió haber sido asesinada por un golem de uno de los súbditos de Tiara. También entre ellos se encontraban los sabios Ravenwood, a quienes los mismos renegados asesinaron.

-El juicio de Danae Lolliberry entra en sesión y como juez y jurado, seremos los Riverplate, juzgaremos según la gravedad de su traición - Dijo un hombre de tercera edad que tenia RL cabello blanco, su voz era grave y áspera, se veía que era un hombre justo, pensé que tal vez solo la castigarían, rogué por que fuera así, no quería ver a nadie mas morir.

-Yo no traicione a nadie, los Ravenwood fueron los traidores...-

Marielize estaba debajo de una mesa, llorando por su madre, no quería verla morir, pero tampoco podía perdonarla.

-¿Puedes revivirla si la matan, verdad?- me preguntó entre sollozos.

-No sería justo- le respondí.

-claro, tu si puedes revivir a tu familia, pero no a mi madre, tu solo ves por ti, no te importa nadie mas- dijo enojada mientras se levantaba.

-No es que no quiera...- Dije con un nudo en la garganta, no quería confesarle que no podía volver a revivir a alguien sin volverme loca, la única esperanza que me quedaba era saber la verdad de mi poder, era buscando el dichoso pergamino de dios.

Salí de la habitación, Marielize de quedó y me siguió con la mirada.
No me sentí culpable al haber abandonado a Marielize, no al rechazar el ayudarla, su madre había traicionado a su familia, tenía que pagar sus consecuencias.

Crucé por el pasillo que daba hacia el jardín, me encontraba en un refugio temporal que construyeron los taumaturgos cerca del antiguo campamento.

Me senté debajo de un árbol, cubriendome de la mañana, esperando que llegue mi muerte temprana y ya no tener que lidiar con las voces dentro de mi cabeza.

A diario las escucho, a diario me piden sangre, es la voz del warp, el que habita dentro de mi. A diferencia de los demás, con sus habilidades de crear corrientes de agua, manipular el fuego, crear rayos, entre otras cosas. Mi habilidad de revivir a los muertos, tiene como consecuencia el warp, y al contrario de los demás, para detener el warp, yo debo matar gente. Eso me aterra.

Cualquiera en mi lugar sucumbiría al deseo de matar, sin embargo Rick me dejó una maldicion, cada vez que siento esa necesidad de matar viene a mi mente el recuerdo de él siendo atravesado por la espada.

-Clithia, ¿Que haces aquí? Deberías estar en el juicio de los traidores.- Dijo Ben, mi hermano. Se sentó a mi lado y me abrazó.

-No quisiera ver morir a mas personas- Le contesté.

-Es fácil para ti revivirlas, ¿por que no dejas que las maten y luego las revives a escondidas?-

Me levante bruscamente y salí corriendo. ¿Por qué diría esas cosas mi propio hermano? Tal vez quería saber si ayudaría a la madre de Marielize. Seguí corriendo hasta que escuche unas voces, me acerqué sigilosamente a escuchar sobre que hablaban.

-Todo se está saliendo de control- escuché decir a alguien.

-Los Riverplate nuevamente van a querer tomar el control-

-Ahora ya no podemos revelarnos contra ellos, tienen una mesías, puede que ella si sea la de la profecía, lo mejor sera ir con los sabios y advertirles que los Riverplate planearan una tercera guerra.

Sonaron pasos alejándose, sentí un gran alivio cuando se marcharon y pude respirar nuevamente, no me había dado cuenta que estaba tan alerta que hasta había dejado de respirar.

-No es bueno escuchar conversaciones ajenas- Escuché decir alguien a mis espaldas. Volteé rápidamente y me sentí aliviada al ver a Cinhoeé y a Marielize.

-Tenemos que huir, nuestras familias nos ven como armas, no como jóvenes. Incluso... Incluso mi madre- Dijo Marielize.

-Pero, ¿A donde iremos?- La respuesta estaba ya dentro de mi cabeza, incluso antes de preguntarlo, tenia que ir a la antigua Jerusalén, tenia que buscar los restos de los apóstoles y sacarles el pergamino de Dios.

-Creo que sabes donde ir, ¿No es así?- Preguntó Cinhoeé.

-Nos vamos a Jerusalén, es hora de saber la verdadera historia de los apóstoles. -

[Continuará...]

Aquí termina el primer arco de ésta novela, una gran disculpa por haber tardado tanto en actualizar, ahora me tomaré un pequeño respiro con esta novela, va a ser un poco larga y necesito mas ideas, espero les esté gustando leerla. Tanto como a mi escribiéndola, y los invito a leer mis demás obras, un saludo y nos leemos en otras novelas, pronto mas novedades, estén al pendiente, ya que puede que me emocione y empiece el segundo arco antes de lo que esperan (x

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Apócrifo I El Diario De Una NecromancerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora