-Deberiamos ir a Jerusalén, ahí es donde deberían estar los doce- dijo Marielize. Mientras se levantaba del piso
-¿Se dieron cuenta de que hay alguien espiandonos?- Preguntó Cinhoeé. Dio media vuelta. -Si no sales de ahí en tres segundos tendrás unos no muy dulces sueños- Amenazó.
Un pequeño niño entró por la ventana, era de al menos diez años, estaba calvo, vestía una camisa holgada color café y unos pantalones anchos del mismo color, daba la impresión de ser un aprendiz de algún monje o una especie de niño gurú.
El niño llevaba en sus manos un enorme libro, la pasta parecía de cuero color negro, gastado, una completa antigüedad.
-Dime niño, ¿Que hacías espiando?- Preguntó Cinhoeé
-No los espiaba, solo documentaba, soy un...-
Me acerqué al extraño niño, por alguna razón se me hacía conocido.
******************
Era una mañana fría, o tal vez un atardecer, no había sol, solo nubes grises, nevaba. Había una cabaña rodeada de enormes abetos cubiertos de nieve. El suelo estaba cubierto del blanquecino manto de nieve. Dentro de la cabaña se encontraba Tiara, tenía entre unos cinco y seis años, estaba en un sillón cerca de la chimenea, a su lado había una hermosa mujer de cabello azabache, tenia un rostro fino y blanquecino como la nieve, sus ojos verde claro y sus labios rosa mostraban una sonrisa sobrecogedora, era la madre de Tiara.
-Mamá, afuera hay un niño viéndonos- Dijo Tiara mirando por la ventana.
-¿Que dices hija? Si hubiera un niño afuera moriría de frío.
Comenzó a salir humo del suelo y todo se desvaneció, cuando el humo se disipó, el escenario había cambiado.
Ahora Tiara se encontraba en un bosque rodeada de por lo menos quince hombres. Tiara ahora se veía como cuando fue liberada, de unos dieciocho años, dos hombres se le acercaron por la espalda con enormes lanzas. A lo lejos, en la rama de un árbol se encontraba el mismo niño, aunque un poco mas mayor. En cuanto Tiara lo vio, miró a cada uno de sus atacantes y suspiro. Comenzó a avanzar, los hombres se le acercaron con las armas apuntándole, sin embargo una especie de campo de fuerza les impedía tocarla, las lanzas se quebraban y los hombres caían al suelo con los ojos sangrando.-¿Quien eres tu?- Le preguntó Tiara al niño...
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Me paré frente al niño. -Eres un escriba, ¿Verdad?- le pregunté.
-Así es, solo los sigo para contar algún día sus historias, ¿Buscan el pergamino? No lo encontrarán en ese sitio, no hay apóstoles que puedan revivir, y no hay salida si van los tres juntos. La misión es solo para ella- me señaló.
-¿Y tu quien te crees?- Preguntó Cinhoeé.
-Diles que no deben acompañarte, diles por que deberían dejarte sola- Me retó ese niño. Él tenía razón, el Warp dentro de mi me corrompería en cualquier momento y podría matarlos.
-Necesito... Hacer sola- Dijo.
-bien, muy bien, ¡Perfecto! ¿Quieres irte sola? ¡Pues anda! ¡Vete!- Grito Furioso Cinhoeé.
-Sé que no... Me perdonaran, pero esto lo hago por el bien de todos, prometo regresar, lo siento- Salí corriendo del refugio. Dejé atrás a la única familia que me quedaba a pesar de que mis padres habían vuelto a la vida.
-Clithia, espera, ¿Sabes a donde tienes que ir?- preguntó el pequeño escriba corriendo tras ella.
-¿Por qué? ¿Por qué estas en los recuerdos de ella? Cuentame que sabes sobre ella, ¡Quiero saberlo todo! El pergamino, los apóstoles, todo- me detuve y sujete de la camisa al niño.
-No era yo, nosotros... Nacemos, escribimos, nos reproducimos y morimos, siempre dejando algo escrito en el libro, nuestra vida es efímera, como una estrella fugaz, no tendría el suficiente tiempo para buscar lo que me pides.-
-¿Y si te doy el tiempo que necesitas?- Pregunté. Encontré el libro que necesitaba, ahora solo me hacia falta encontrar las respuestas.
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Apócrifo I El Diario De Una Necromancer
General FictionHay muchos pensamientos oscuros en mi mente, hay tantas cosas de las que no quisiera revelar. Si alguien algún día encuentra este diario, le pido que no me culpe, yo solo trataba de ser feliz, todo era tan feliz hasta que sucedió aquel incidente, e...