Mientras jugábamos billar una chica clavó su mirada en mí.
Yo fingí no notarla.
Mis amigos la veían.
Se daban codazos y murmuraban sobre los atributos de aquella chica bendecida por la genética.
Yo la miré.
Me sonrió.
Mordió sus labios con un descarado interés, carente de disimulo.
Cruzó sus piernas.
¿Sabes que sentí en ese momento?.
Nada.
Ella no habla con las petunias.
Ella no saluda al ruiseñor.
Ella no siente como tú.
Ella no es mi Sam.
Nunca lo será.
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SAM ©
PoesíaSam tiene secretos. ¡Oh, cuantos secretos! Sam habla con las flores, les cuenta su tormento. Pinta sus colores en un lienzo imaginario. Entre pinceladas, susurra comentarios. "Tú los mataste" "Mereces morir" "Lo siento". "No deberías vivir". Sam ama...