Capítulo 13

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Los meses pasaban y mis recuerdos estaban casi completos, solo me faltaba él. Él que hacia que mi corazón explotara de mil maneras con solo verlos, con solo tocarlo o rozarlo, pero que a la vez mi cuerpo lo rechazaba como si fuera algún virus. Cansada de esa situación fui a ver a un psicólogo. Le dije puntualmente el tema que quería que tratara, con lo que quería que me ayudara. Hice varias sesiones de hipnosis hasta que en la última cita me dijo el diagnóstico.

-Señorita Isabella, por las sesiones y los recuerdos que usted tiene en su memoria, me atrevo a decirle a que la medicaron o de alguna manera le han borrado específicamente a dicho sujeto de su cabeza. Le sugirió que consulte a otra clase de ayuda.

-Me quiere decir que lo que he tomado todos esos años fue para olvidarlo- dije sorprendida –pero por que haría yo una cosa así- dije sin conocer la respuesta.

-Isabella, usted no ha tomado esas pastillas y esos tragos por voluntad propia, sino que se los han dado bajo algún contexto que desconocemos, pero por venir de una persona que usted confiaba, no dudo de sus intenciones.

-Muchas gracias Dr.- le di la mano y me fui.

Ahora entendía porque Vicky me pedía disculpas, pero porque lo hizo era el otro paso que debía averiguar. Como también buscar la otra clase de ayuda.

Mientras iba camino a un bar, saque mi celular y lo llamé a Edward.

-Hola

-Hola. ¿Estás ocupado? Acabo de terminar mi última sesión.

-No, acabo de llegar del Hospital. ¿Quieres venir a casa o que vaya para la tuya?

-No, te espero en el bar que esta a dos cuadras de mi casa ¿Puede ser?

-De acuerdo, ya voy para allá.

Estaba esperando en una de las mesas del fondo del bar perdida en las palabras del Dr. cuando lo vi llegar.

-Hola Bella.

-Hola Edward

-¿Qué te dijo el Dr?

-Me dijo que tu recuerdo, especialmente el tuyo, ha sido borrado de mi mente. Y que los tragos y pastillas ayudaron a que ello se cumpliera. Que de su parte no tiene mas nada que hacer, que busque otro tipo de ayuda.

-¿Cómo que me han borrado de tu mente? ¿Quién quiso que eso ocurra?

-No lo sé, por lo pronto debo averiguar alguna información sobre Victoria y buscar la otra clase de ayuda que necesito.

-Por la información de Victoria no te preocupes, ya lo hice hace tiempo. Vivía con su madre y con su tía. Su tía estuvo enamorada de mi padre y su madre enamorada de Charlie. Pero ellos habían terminado sus relaciones cuando conocieron a nuestras madres.

-Quieres decir que el hecho de que Victoria aparezca en nuestras vidas no fue casual, fue planeado.

-Puede ser.

-Cómo pude ser tan ciega- las lágrimas amenazaban por salir y me cubrí la cara con mis manos.

-Bella, lo siento. Sé que es fuerte todo esto, pero quiero que sepas que estoy acá contigo.

-Cómo es que a vos no te afecta el hecho de que estés conmigo, como me afecta a mí.

-No lo sé. Tal vez por que el amor que siento por vos ha barrido todo mal- dijo con una sonrisa

-Bendita seas mi niña...- ambos giramos para ver quien hablaba. Era una mujer mayor de pelo negro largo que estaba cerca de nosotros. –tu maldición y tu salvación estan luchando en tu interior.

-Disculpe, señora, pero de ¿qué maldición habla?

-Ambos tiene la maldición, lo puedo oler. Pero tú la has vencido, pero tú mi niña te has llevado la peor parte. Debes luchar. Si quieres ser feliz, debes luchar con el corazón.- y se fue. Como había llegado se había ido. Edward y yo nos miramos confundidos y sorprendidos. La buscamos por el bar, pero no la pudimos encontrar.

-Bueno ahora que sé lo que me pasa, debo encontrar la forma de luchar.

-Bella, no me vas a decir que le creíste a la anciana...

-Después por todo lo que he pasado ya no se que creer. Edward me siento dividida, quiero y no puedo estar contigo, lo entiendes. El estar aquí contigo, así, me está dando de males, pero mi corazón no ha dejado de latir a toda velocidad.

-Entonces que quieres hacer. Cómo lucharás.

-No se como, pero lo haré. No quiero alejarme de ti.- tomo mi mano y me la besó.

Me acompaño hasta mi casa, me dio un pequeño beso y se fue. Lo vi irse y con una sonrisa entre a la casa. De pronto sentí unas nauseas horrible por lo que corrí al baño.

-Bella ¿estás bien?- me pregunto mi madre.

-Si, de seguro algo me cayo mal- le dije al rato.

Cuando salí me fui acostar. No podía dormir, mi cabeza me daba vueltas demasiadas noticias, palabras, información que no podía procesar.

Los días transcurrieron de la misma manera, después de verlo tenía nauseas y cuando no lo veía todo iba bien.

Con Edward decidimos apurar el proceso por lo que nos fuimos a vivir juntos. Sabía que lo amaba y sabía que me amaba. Juntos íbamos a lograrlo.

Las nauseas las tuve todos los días. También fuertes dolores de cabeza. Mi cuerpo era una bomba, lo rechazaba de forma automática, pero él no se rendía.

Una madrugada desperté a los gritos y pegándole, no se defendía sabía que no era yo, no quería hacerme daño, por lo que se coloco detrás de mí y tomo mis manos y las cruzó en mi pecho y me las sujeto con fuerza, luego comenzó acunarme y así poder calmarme.

Yo había dejado el trabajo, la situación me tenía agotada. Estaba cansada. Sentía que ya no tenía fuerzas para luchar. Ya no podía más.

Edward tendría guardia por lo que estaría sola todo el día. Y eso significaba tiempo para pensar, algo que ya no quería hacer. Tome mi bolso, las llaves del auto y maneje sin destino alguno. Había comenzado a llover por lo que la visibilidad era mínima. Puse el teléfono en manos libres y la llamé.

-Hola... Bella

-Hola Vicky.

-¿Cómo estás?

-Tú dímelo. Por que me lo hiciste. Creí que éramos amigas.

-Bella... yo... lo siento, en verdad. Me criaron para vengarlas. Cuando no pude hacerlo más, cuando te comencé a considerar mi amiga, deje de hacerlo.

-Es tarde ya... duele demasiado estar cerca de él. Lo intenté. Pero no puedo más.

-Lucha Bella. Sé que puedes, escucha a tu corazón. El tiene la solución para cortarla. Lo siento de veras. Perdóname, por favor.

-Adiós Victoria- y colgué.

Dos enormes luces blancas me cegaron la vista. Sentí como mi cuerpo se sacudía, como si estuviera dentro de un lavarropas. Después de un rato no hubo más vueltas, escuche ruidos. Pequeñas luces sobre la calle.

-Te sacaremos de ahí. No te preocupes.- Sentí como unas manos me jalaban fuera del auto. Me pusieron en una tabla y subieron a una cabina. Y ya no pude sentir más.

Morir tal vez sea la solución. Sentía unas corrientes eléctricas recorrer mi cuerpo. Pero ya no tenía fuerza. Mis esmeraldas me volvían a mirar con dolor. Lo siento quise decirle, pero no encontraba mi voz, no me encontraba.

La Solución está en tu Corazón - Finalizada -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora