Capítulo 17

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Me sentía atontada, mareada, dónde estaba era el gran interrogante que vivía en mi cabeza. Cuando abrí mis ojos me encontraba en un dormitorio cálido, lleno de luz rodeada de flores, sus aromas me llenaba el alma.

-Buenos días, feliz trigésimo aniversario dulce- me dijo una voz muy masculina con un toque de dulzura y una pizca de dureza.

-Eh... buenos días- dije con la voz pastosa -¿hoy es mi cumpleaños número 30?- pregunté asombrada

-Si nena, felices 30, ven siéntate así desayunamos juntos- se sentó a mi lado de la cama y coloco la bandeja con el desayuno.

Era muy hermosa, difícil no quererla. Hacía unos meses que estaba conmigo y teníamos una vida muy tranquila, sin pasado. Cuando preguntaba le recordaba una pequeña mentira, sin pasado para tener un presente y un futuro mejor.

Trabaja en un jardín infantes y yo en un taller mecánico. Éramos felices en ese mundo raro que creció a nuestro alrededor.

Cuanto más pasaban los días los sentimientos empezaron a crecer, por ambas partes, algo que era bueno para mí, estaba muy podrido por dentro y ella con su luz natural comenzaba a curar esas viejas heridas que aún dolían.

Todo era nuevo y a la vez tratando de que sea rutinario. Las primeras fiestas juntos estaban cerca, por lo que optamos ir de comprar... no solo quería sanar mis heridas sino que trataría de que sean 5 años felices. Después de las compras preparamos chocolate caliente y comenzamos con la decoración... la casa había quedado hermosa.

Los días a su lado comenzaron a volar, estaba asustado quería que fueran más lento, pero me era imposible todo en ella era invitación a volar, a disfrutar el día y la noche.

Era dulce y cariñosa, besarla era como saborear el chocolate prohibido, acariciar su cuerpo era como sentir una nube de algodón bajo las manos... era mi perdición, mi debilidad, pero no podía negarme. Y ella me aceptaba con mis marcas, mis heridas.

Para la primera noche-vieja juntos había reservado una mesa en el restó que tanto le gustaba, una cena íntima, sencilla y hermosa como ella. Tenía un hermoso vestido azul y sandalias de tacón negro.

-Estás hermosa nena.

-Gracias nene. Tú también estás muy lindo. –me dijo con esa hermosa sonrisa que iluminaba toda su cara.

La cena transcurrió con temas divertidos, sonrisas y sonrojos, verla así de feliz provocaba que mi corazón diera vueltas y vuelcos por segundos.

-Feliz Navidad

-Feliz Navidad –chocamos nuestras copas y nos besamos con un pequeño y dulce beso.

Cuando llegamos a la casa y verla de noche con esas lucecitas y los adornos fue algo maravilloso. Él me enseño que el presente no depende del pasado, sino que para tener un buen futuro tenemos que tener un buen presente. Y el mío en este momento era hermoso. Tenía una casa, un novio que me hacía feliz y que él era feliz a mi lado.

Esa noche nos guiamos por la pasión que nació de pronto entre nosotros, ese sentimiento que la mente no puede controlar, ese sentimiento que maneja al cuerpo de tal manera que por más que quieras evitarlo es imposible.

Nos amamos de la manera más tierna jamás descrita, de la manera más dulce. Amanecer entre sus brazos, escuchar sus calmados latidos, sentir su piel debajo de la mía, su olor... era mi hogar.


La Solución está en tu Corazón - Finalizada -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora