Capítulo 20

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Los días pasaban con normalidad, estábamos más que felices y emocionados. Paul solía llamarme dos veces al día mientras estaba en el taller, yo aún estaba de vacaciones aunque ya me faltaba menos para empezar con las clases.

Paul solía irse temprano al taller, pero yo no podía despertarme el embarazo me había traído el doble de sueño. Paul se reía, decía que parecía un gatito ya que dormía y comía casi todo el día.

Una mañana me desperté por una fuerte puntada en el estomago, Paul ya se había ido al taller por lo que trate de levantarme pero la puntada fue más fuerte.

Tomé el teléfono que estaba en mi mesa de luz y lo llame.

-Hola taller mecánico

-Hola José, me pasas con Paul, por favor –dije lo mas calmada que pude

-Hola Isabella, ya te lo llamo... Paul –gritó lejos del auricular –ya viene.

-Gracias –dije mientras contuve la respiración debido a otra puntada

-Isabella... nena, qué ocurre –me pregunto algo asustado

-aaaaaaaaaaaaaah –grité debido a otra puntada más- Paul ven rápido, me duele –dije entre lágrimas

-Ya voy nena –dijo y colgó.

Las horas pasaban y el dolor no se iba. Tenía miedo de levantar las sábanas y ver lo que mi mente pensaba.

-Isabella, nena... dónde estás –pregunto asustado y a los gritos

-Paul –dije entre lágrimas –acá en el cuarto

Cuando entró vi su cara de dolor, y mis lágrimas no paraban de salir.

-ven vamos al Hospital- y cuando me quito la sábanas vimos una gran mancha de sangre. Paúl se puso pálido, me cargo en sus brazos, salimos de la casa y me metió en el auto.

Cuando llegamos al Hospital me llevaron derecho a la guardia, me revisaron.

-Lo siento, su mujer ha tenido un aborto. Ahora la llevaremos a una sala para que la limpien y podrán irse a su casa. –no dijo el doctor.

Con Paul nos miramos y yo no podía para de llorar, él sostenía mi mano y trataba de calmarme.

-Paul, lo siento. –dije como pude, con mis voz quebrada y mis ojos llenos de lágrimas

-No te preocupes nena, todo estará bien, no fue tu culpa. Ya volveremos a intentarlo –y me dio un beso en la frente.

Después de que me limpiarán y no quedara nada me dieron el alta y nos volvimos a casa. Paul llamo al taller para avisar que hoy no volvería que se quedaría en casa a cuidarme.

Me dejo en el living de la casa mientras él se fue a quitar las sábanas y limpiar la cama, para que me pudiera acostar luego.

Estábamos tan contentos con la llegada de este bebé, que ahora toda esa alegría se vio reemplazada por el dolor.

Paul estuvo dos días a mi lado, no quiso dejarme sola, no me veía bien y estar lejos solo le daría más preocupaciones. Me mimo y me cuido con todo el amor que sentía.

La idea de empezar a trabajar no le gustaba, pero le explique una y otra vez que me haría bien despejar la cabeza. Por lo que no tuvo otra opción que aceptarla con la condición de que si algo me pasaba que lo llamara.

Era muy protector, me mimaba y me cuidaba mucho, pero por sobre todo nos queríamos mucho.

La Solución está en tu Corazón - Finalizada -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora