Capítulo 22

104 6 1
                                    

-Nena ve a dormir, yo termino de acomodar la cocina y voy.

-De acuerdo, gracias por este hermoso cumpleaños –me dijo con sus mejillas en un rosa claro la besé y se fue al cuarto.

Cuatro años tenía aun de su compañía, cuatro años para vivir esta irreal realidad. En cuatro se terminaría todo, la pregunta ¿cómo se terminaría? ¿Qué haría ella? ¿Qué haría yo? ¿Qué pasara? Las preguntas me golpeaban como apuñaladas.

Cuando hice el trato aquel a cambio de una cura para mi madre jamás creí que podría sentir esto por ella. Ahora todo es distinto, diferente, una parte de mi no quiere perderla y otra sabe que si no le digo la verdad me odiará y eso me matará.

Termine la limpiar y acomodar la cocina entre pensamientos e ideas vagas. Apegue las luces, cerré ventanas y controlé que las puertas estuvieran cerradas, hacer tiempo eso era lo que estaba haciendo de manera inconsciente.

Entrada la madrugada y sin nada más que controlar y hacer me fui al cuarto, entre despacio y la vi... se me cayo el alma al piso y el corazón me explotó en mi pecho.

La luz de la luna entraba por la ventana y acariciaba su dulce y suave piel, me sentí celoso por ese acto... en la esquina del cuarto había un sillón, escondido en la oscuridad, me senté y la observe; fui guardián de ese sueño que en su mente se estaba proyectando y que tanta paz le transmitía.

¿Qué pasaría si se quedara embarazada de ti? ¿Renunciarías a tu hijo? tener un hijo con esa mujer me inundaba el pecho de felicidad, pero en 4 años se iría de mi lado y no podría soportar que se llevara a mi hijo, a nuestro hijo... tanta felicidad y tanto dolor en una misma palabra... Tenía que hacer algo, debía hacer algo. En 4 años su vida entera volvería a su mente, se acordaría del antes de mí y de mi... todo llegaría como una ola.

Dejarla en Forks con sus recuerdos recién llegados, era una idea que no me gustaba. Ayudarla con sus recuerdos, contarle mi versión de los hechos, el porque actué como actué y luego llevarla hasta su hogar y dejar que sea feliz... era una idea con mucho dolor para mi, pero se lo debía después de todo por lo que paso y esta pasando es algo que debo hacer por ella... Morfeo me abrazo y se apoderó sin aviso alguno.

Unos movimientos suaves me trajeron a la realidad...

-Nene, despierta –me dijo una voz suave.

Me queje y abrí a penas mis ojos.... –estoy muerto o un ángel bajo a despertarme y sacarme de esta oscuridad –el sol entraba por la ventana y con ella de frente parecía mi ángel salvador. Sus mejillas se pusieron rojas y una sonrisa se dibujo en ese hermoso rostro. Abrí mis brazos para recibirla y se sentó en mis piernas no se cuanto tiempo permanecimos así, sentados y abrazados... amaba a esta mujer y me mataría dejarla ir.

Desayunamos y arrancamos con nuestras rutinas, la lleve hasta su trabajo y luego me fui al taller. Había conseguido hacer doble turno en el jardín por lo que nos encontrábamos en casa horas antes del atardecer.

Si solo tenía 4 años a su lado, serían los mejores, muy en mi interior sabía que cuando todo se descubra ya no me querría pero por lo menos que estos 5 años de recuerdo sean buenos a pesar de todo. La ayudaría en todo lo que me pida, la prepararía para ese día. La amaba de tal manera que me dolía la idea de perderla para siempre.

Los días, los meses pasaron rápido. Le había contado la enfermedad de mi madre y que había hecho un trato con una poderosa mujer para que la cure. Sabía que no me entendería mucho ahora, pero en poco tiempo lo haría... o quería creer eso.

Trate de no cambiar actitudes ni acciones, no quería que sospechara que algo pasaba.

Una noche no me aguante más, mi corazón explotaba y provocaba un fuerte dolor...

-Isabella... debo decirte algo –le dije con voz temblorosa, con miedo y con ansiedad

-qué ocurre...- me dijo luego de haberse girado para verme

La tome entre mis brazos, le acaricie la cara con mis dedos ásperos... la mire a los ojos y le dije –te amo... sé que voy a perderte, pero quiero que sepas que te amo

-Paul no vas a perder...-la calle con un beso. Yo sabía que la perdería. La acaricie y la amé como jamás amé a una mujer.

Que el destino me castigue como quiera, la amaba y se lo diría todos los días. Todos los días le diría lo feliz que me hace y lo feliz que quiero que sea.

Si mi castigo era el sufrimiento pues lo aceptaría sin problema. Estaré a su lado hasta que me pida que me vaya.

La Solución está en tu Corazón - Finalizada -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora