❤4CUATRO4❤

366 63 91
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Ya había llegado la hora. La hora de marcharse de este lugar tan odioso. La peor pesadilla de cualquier chico de nuestra edad: quedarse encerrados en el colegio.

Hace un rato Dani puso a alguien de su curso con el antiguo grupo en el que iba a estar y que supuestamente iba a dirigir antes de que cambiará de opinión. Se encargaría de encaminar a todos los alumnos al exterior, por la puerta de atrás. Era la salida más escondida y cercana que había para huir lo más rápido posible.

—¿Cómo vas a venir? —me preguntó mi amiga Eulissa inquieta.

—Intentaré infíltrame sin que me vea.

—Difícil eso último por tu atrevido desafío —comentó, Virginia, divertida.

—Eres una temeraria, ¿cómo te atreviste a molestarlo? —preguntó, Noe, con preocupación—. Puede traerte graves consecuencias.

—He descubierto que es entretenido hacerlo, y él es inofensivo. No pasará nada.

—Estoy segura de que te la va a devolver —dijo, Eu—. Luego te fastidiara a ti.

Antes de que nos diéramos cuenta, se pusieron en marcha. Empezaron con los dos primeros curso; habían quedado muy pocos, la mayoría se fueron cuando empezaron los disparos. Por eso decidieron juntarles y hacer dos grupos con los de segundo, que salió con primero, y luego, el resto, con tercero.

Al ser los primeros fueron los más aterrados. Llenos de dudas, inquietud y terror. No sabían, nadie, que iba a pasar, como iba a salir...

No pasó nada al final. Con asombro los vimos salir sin problemas; no hubo ningún movimiento por su parte. Nos creímos que tal vez ya no estaban, que se habían ido.

Después les siguieron el siguiente curso, compuesto por dos cursos: los que sobraron de segundo y tercero. No estaban tan horrorizados como los anteriores, pero estaban más confusos y ansiosos. Lo enfrentaron de distinta manera, cada uno lo afrontamos a nuestra forma, como podíamos.

En ningún momento sucedió nada, todo estaba tranquilo, silencioso. Parecía ir bien, como si ya no se encontraran allí.

Consiguieron llevarlos afuera, a algún lugar, protegidos de lo que fuera que estaba sucediendo. Tal vez, cada uno se dispersará, por su camino, a sus casas posiblemente, a la protección de sus padres o guiados por el pánico y el terror. Sin duda eso sería lo que haría, llevada por ambos, en la dirección de mi hogar. Estaba a más de una hora a pie del colegio, pero ¿qué otras opciones teníamos?

Y, a continuación, llegó nuestra hora. Era nuestro momento, y todos nos preparamos de algún modo.
Algunos cogieron las mochilas, donde ya no había ni rastro de libros, y las llenaron de cajas de pasta y bolsas de los alimentos no perecederos. Los demás esperamos con los nervios a flor de piel.

Naturae «Lux» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora