VEINTISIETE

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—Dani, ¿crees que este vestido este mal? —le pregunté de camino a la mesa para buscar una bebida que le espabilara

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—Dani, ¿crees que este vestido este mal? —le pregunté de camino a la mesa para buscar una bebida que le espabilara.

—Lo único malo es como me provoca querer arrancártelo.

—El alcohol te hace demasiado sincero —observé ocultando mi rostro para no delatar mis mejillas sonrojadas.

—No tiene nada de malo tu vestido, Lucía. ¿A ti te gusta? ¿Estás cómoda con él?

—Sí, me gusta mucho, pero a lo mejor no es el más apropiado para la fiesta.

—Tonterías.

Encontramos una cafetera con cápsulas para preparar café. Le ayudé y preparamos su bebida y le acompañé a que se sentará en una silla cerca de la pista.

—Quédate aquí y tomate el café mientras voy al baño —le advertí mientras me retiraba.

Antes de cruzar la esquina, me aseguré de que seguía cumpliendo mis órdenes, quedándose sentado mientras saboreaba el café, y marcharme apaciguada por qué no fuera a liarla con mi ausencia por su evidente estado.

Al volver observé un círculo enorme hecho por la gente y la ausencia de Dani donde le había ordenado quedarse sentado. Intenté ver entre todas las cabezas lo que estaba pasando, pero fue inútil. Me di la vuelta para buscar a mis amigos después de imaginar la evidente situación.

—¡Lucía, ven! —Escuché a Marco llamarme —. Son Dani y Ryan.

Aparté a los de delante a empujones, sin pedir disculpas y oyendo quejas de su parte, intentando llegar a ellos. Fue difícil, me llevé varios codazos, pisotones e insultos.

Mientras me hacía paso, comprobé la fuerza con la que Ryan le golpeaba, mientras Dani las aceptaba todas con una sonrisa divertida, ni siquiera se molestaba en defenderse o en atacar. De un momento a otro él recibió un buen golpe en la mandíbula que le tumbó en el suelo. Ryan le dio espacio para qué se levantará.

Parecía que habían terminado y estaban muy cansados para seguir, pero después de un respiro, Dani se volvió a levantar.

—¿A dónde vas? Aún no has terminado conmigo —le dijo cuando su oponente se dio la vuelta para marcharse.

Me lancé a parar a Dani por los brazos y Marco se echó encima de Ryan justo a tiempo. Sus pechos subían acelerados y sentía su corazón golpear mi cuerpo.

—No te preocupes, mi pelusita, solo es un juego de idiotas.

—Veo que no me hiciste mucho caso cuando me fui.

Le agarré de la mano y le saqué casi a empujones hasta la arena donde habíamos estado tumbados observando las estrellas. Seguía agitado, pero más relajado.

—¿Qué ha pasado allí adentro? —casi con la voz quebrada le pregunté.

Le observé las heridas de la pelea, queriendo acércame y mejorarlas, aliviando su evidente dolor, pero también quise reprenderle por su idiotez.

Naturae «Lux» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora