CATORCE

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Cuando desperté me encontré a Dani cara a cara durmiendo. Me entretuve un rato mirándole con determinación. Cada facción de su cara, su respiración, su pecho subiendo y bajando, sus fracciones tranquilas... Cada peca de su cara o manchita.

Hasta que me di cuenta de la visita de mi queridísimo arruina momentos y doloroso acompañante. Todo mi culo y mis bragas y lo que quedaba de las sábanas blancas de debajo, estaban manchadas de sangre.

Sentí pánico y sobre todo una terrible vergüenza. Me empecé a agobiar. Intenté pensar en cómo ocultar las pruebas del crimen sin que se enterara. Me decidí a levantarme y poner en marcha el plan —que ni siquiera había—. Entonces me caí de la cama blanda y cómoda al suelo frío y duro.

El golpe fue tan fuerte que consiguió despertar a Dani. Después de darme el porrazo intenté levantarme, pero no lo conseguí. Tenía la pierna dormida.

—Mierda... Te tendría que haber dicho que te puse una pomada anestésica en la pierna y no puedes moverte por unas horas —explicó mientras se incorporaba para ayudarme.

A mí en esos momentos me importaba una mierda, solo podía pensar en esas sábanas y como aún no se había percatado. Cuando fue a levantarme le abracé sin dejarle voltearse. Estaba intentando mentalizarme de lo que le iba a decir cuando habló.

—Vete a ducharte. No te preocupes, me encargaré de lo demás —añadió seguido de un beso en mi frente. Al ver mi cara de confusión siguió—. No soy idiota, he visto tus bragas y las sabanas manchadas.

Me ayudó y me preparó la bañera y luego, me dejó allí mientras cambiaba las sábanas y conseguía, gracias a la ayuda de mis geniales amigas, una copa menstrual. Ellas impulsaron los trabajos voluntarios para las cosas cotidianas que eran un problema en estas situaciones.

—¿Qué haremos con él? —le pregunté al salir refiriéndome a Roberto.

—Tú nada.

—Estoy muy inquieta, anda suelto y libre con sus amigos, son muy peligrosos y yo... mis amigas... —expliqué.

—Yo me encargaré.

Lo acepté, derrotada. Había asumido que sería un estrobo y si quería que las cosas salieran bien, debía apartarme y dejar que se ocupara Dani. Me había dado por vencida.

—Hoy saldremos a desconectar un poco. Y mientras estamos fuera he dejado encargado a los mejores para investigar su ubicación, además se verán forzados a huir muy lejos de nuestro refugio —dijo apoyándose en el marco de la puerta mientras me hacía una coleta—. Y no estaremos solos, vendrán tus amigas.

—Muchas gracias... Por todo lo que has hecho —atrapé su brazo cuando iba a marcharse. Mis mejillas se sonrojaron cuando se volvió a mirarme.

—Siempre dispuesto a esconder las pruebas de un crimen —me saludó como un militar.

Naturae «Lux» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora