6~SEIS~6

270 56 72
                                    

Lo malo de llorar en ese momento era que Dani me veía hacerlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo malo de llorar en ese momento era que Dani me veía hacerlo. Al principio, ni pensé en ello. Fue cuando me percaté, al ver sus pasos acercarse y la distancia acortarse, en que había sido mala idea. Un error haberme permitido flaquear en presencia de otra persona, en la suya en concreto.

Al inicio, no dijo ni pasó nada, y lo prefería así. Se quedó ahí parado, seguramente, mirándome con cara de pena, algo que detestaba. El siguiente paso fue agacharse, ponerse a la misma altura: en el suelo. Poco a poco se fue aproximando, a mi lado, con una mano en mi espalda, dándome caricias circulares en ella.

A continuación, se lanzó y obtuve un repentino beso en la sien y sus brazos aproximándose para rodearme con ellos.

—No necesitó tu lástima ni tu consuelo —me apresuré en apartarle en cuanto me tocó con sus labios mi frente.

—¡Basta ya! —gritó sin paciencia—. ¡Soló intento ayudarte!

—Puedes irte y alejarte, como estabas haciendo hasta ahora, eso me ayudaría mucho.

—¿Qué quieres? —estalló—. ¿¡Qué te diga que fui un idiota!? ¡Qué soy un capullo!

—No, no hace falta que lo digas, es obvio.

—Respira...

—¡Lo estaba haciendo! Estaba relajada hasta que te has acercado.

—Entonces, ¿me voy o prefieres desahogarte conmigo? —dudó.

—Haz lo que te dé la gana—concluí—. Total, es lo que vas a hacer al final.

—Venga, cedé un poco conmigo —suplicó con dulzura—. Intentó echarte una mano.

Le ignoré, concentrada en calmar aún mis lágrimas que no paraban de correr, y mi corazón que se aceleró gracias a la conversación. Conseguí controlar mi respiración con bocanadas profundas y serenas.

—¿Qué te pasa? —lo intentó de nuevo.

—Déjame en paz —susurré calmada.

—Te sentirás mejor luego de contármelo. No estés tan a la defensiva.

—Hablar contigo no solucionará nada, no va a cambiar la situación.

—No, pero te quitarás un pequeño peso de encima

—¡Pues qué me va a pasar! —bufé sin paciencia y acelerada—. Creo que es bien obvio, Einstein.

Sé estaba aguantando las ganas de gritarme, de discutir, que era lo que yo perseguía. Buscaba tener una discusión con la que distraerme y descargarme en él. Pagarlo con él, pero se estaba conteniendo en darme lo que quería.

—Quiero saber qué les han pasado a todo el mundo: a mis padres, a mi familia, amigos, profesores... —Apresurada, con el brazo, me limpié lo que resurgía de mis ojos.

Naturae «Lux» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora