Capítulo 8

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Silencio, todos guardaban silencio, mientras miraban a Eric con pena, quien no había soltado ni por un segundo el cuerpo de su hermanita. Louis tenía la mirada baja y hubiera llorado ¿Pero qué clase de amigo sería para Eric si se ponía a llorar? Por lo que trataba de hacerse el fuerte, el aire estaba pesado para todos, menos para Vanesse qué seguía cantando con tono alegre y juguetón seguramente sin entender que pasaba.

— Me gusta tu canción...— Comentó Danielle, quien se encontraba sentada en el regazo de la chica.

    Nadie podía verla ni escucharla, después de todo no estaba más viva era sólo un fantasma, una ilusión de lo que alguna vez fue, aunque Vanesse si la podía ver y escuchar cómo si Danielle no hubiera muerto.

—Gracias...— Dijo con el característico tono infantil que siempre usaba.

     Y al parecer no era la única que podía ver al espíritu de la niña sentada en su regazo. Henry miraba fijamente a la niña, no podía verla realmente, pero podía olerla y sentir su presencia. Danielle se levantó entonces del regazo de Vanesse, posó su dedo índice sobre los labios para indicarle que no dijera nada y fue caminando hasta donde estaba acomodado su hermano, se las arregló para quedar a la altura de su rostro y darle un beso en la mejilla, un beso de amor fraternal y de despedida.

—No te pongas triste por mi, hermanito...— Le dijo al oído Danielle, para luego desaparecer totalmente de ese plano.

    En ese momento el corazón de Eric se sintió más tranquilo y liviano, pero no menos triste. Al menos sintió algo de su hermanita con el...

-*-*-*-*-*-*-*

     Ángelus se despertó de un sueño terrible, aún podía ver a los científicos utilizando aparatos extraños para ella que la podían cortar, junto con jeringuillas y una extraña luz amarilla invadía sus sentidos, por lo que se sintió aliviada de estar en el regazo de White Blood quien le sonreía dulcemente.

—Que bueno que estés despierta...— Dijo con un tono de voz cariñoso, Ángelus se frotó los ojos de forma infantil.

—Al menos ahora sabemos que hay mas sobrevivientes...— Comentó Katrine, quien se veía sería, pero cansada.

—Uno de mis hombres llamó diciendo qué había encontrado ha algunos de tus amigos y ya está de camino al punto de encuentro— Explicó la albina con una sonrisa amplia, haciendo que Ángelus sonriera feliz e inocente ya que aun no comprendía bien que pasaba.

— Sólo espero no estén gravemente heridos...— Comentó Glimmer sin quitar el ojo de su teléfono, que ya casi ni tenía batería. Todos miraron hacia ella admirados, pues ni parecía estar en el auto junto a ellos, pero pronto se les pasó el asombro y volvieron a estar exasperados.

   En eso una camioneta lujosa se detuvo muy cerca, todos salieron sabiendo que eran los demás sobrevivientes. Katrine iba a salir, pero al ver a Eric salir con la pequeña Danielle en brazos sintió una punzada en su corazón y se metió de nuevo al auto temiendo llorar.

—Katrine...— La llamó Hansel, quien miro a los demás sobrevivientes antes de entrar al auto sin entender el porque de ese comportamiento en la pelirroja.

   Ángelus salió corriendo para abrazar a Eric, pero cuando lo vio con su pequeña amiga en brazos se detuvo en seco. Había reconocido en su ojos una pena muy grande, echó una ojeada a los demás sobrevivientes que no levantaban siquiera la mirada. Ella se acercó al chico y tocó la frente de la niña que reposaba en sus brazos, alejó su mano apenas lo hizo.

—Ella...Ella...— No lloró, no lo haría frente al chico destruido que tenía en frente, más bien se quedo quieta en su lugar. No sabía que era morir, pero los instintos ojo, que desarrolló al ser tratada como una clase de animal, le dijeron que la chica no abriría los ojos nunca más— Lo siento— Lo miro a los ojos, mostrando una pena tan fuerte como la de él y Eric se hubiera echado a llorar si no estuviera frente a la chica que al parecer le gustaba.

—Hay que enterrarla aquí...— Dijo White Blood acercándose a donde estaban los dos— No podemos llevar un cadáver con nosotros, espero lo entiendas...

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

   Había comenzado a llover de imprevisto, ya Danielle estaba bajo tierra y a Eric le hubiera gustado estar junto a ella, por mas frio que hacía y por más prisa que tuvieron los demás por irse al nuevo campamento, el no deseaba dejar el lugar en donde acababan de enterrar a su hermanita.

—Ella era mi única familia...— Dijo el muchacho al sentir que Ángelus se aproximaba al lugar, la chica se encogió de hombros sintiéndose en cierta forma apenada por estar ahí, no entendía nada de lo que pasaba pero algo le decía que era algo triste y se sentía triste también. Estaba tiritando y no ayudaba el que sus alas estuvieran empapadas haciendo que estuviera mas helada, además que su vestidito blanco estaba hecho jirones— ¿Tienes frio?— Preguntó Eric al notar que la chica empezaba ha estornudar, en eso se sacó la chaqueta que usaba y la puso en los hombros de la chica aprovechando que al menos con sus alas mojada no era necesario fajarla—  Deberías entrar con los otros...

—¡No!  Quiero...quiero estar con...contigo— Se negó agarrándose a su brazo y volviendo a estornudar, en eso Eric vio que encima de donde enterraron a Ángelus estaba el “Señor dormilón"  quien estaba todo mugroso y empapado. Pensó en dejarlo para su hermana, pero se recordó de las ultimas palabras de está y se lo dio ha Ángelus.

—Ella quería que tu lo conservaras...— Dijo, mientras que Ángelus sin importarse si el oso estaba sucio y en mal estado lo abrazo con fuerza, recordando lo mucho que Danielle lo amaba.

«Tú igual le agradas»

— Lo siento, pero ya es hora de que emprendamos viaje...— Avisó Katrine con la mirada baja, tratando de ocultar sus ojos hinchados de llorar.

      Ángelus y Eric se dirigieron al auto, cansados y tristes. Katrine se quedo un rato parada frente a la tumba de tierra de Danielle, se arrodilló llorando y puso su mano encima de la tierra mojada y en eso unas florecillas silvestres empezaron a crecer.

—Para mi siempre serás una hija...— Se despidió Katrine decidiéndose por no llorar más, pues se iba a dirigir al auto.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

  Tres largos días de viaje, con pocas paradas para recargar los autos con la electricidad que les proporcionaba su magia, lo único en que pensaba Katrine era que esa carretera, según ella infernal, nunca acabaría. Miraba por la ventanilla observando cómo el interminable bosque la rodeaba, no había forma de que nadie los viera pasando por esa carreteras ya que llevaban a la comunidades pobres las cuales se marginaban del gran esplendor de las ciudades y en la cual nadie entraba por temor o asco a los que vivían en ellas.

—Ya estamos cerca...— Anunció White Blood, mientras ellos se adentraban en el bosque alejándose de la carretera y se detuvo en un lugar que no quedaba muy adentro de este, la peliblanca salió del auto y recitó palabras inentendibles. Entró de nuevo a la camioneta, en eso Robert volvió a poner en marcha el vehículo, pudiendo pasar por la ilusión de un denso bosque para encontrarse con un muro que parecía tener unos 20 metros de altura en donde dos guardias vigilaban allá arriba, esos al reconocer los autos dieron ordenes para que los que cuidaban adentro abrieran el gran portón que no permitía el pasó.

      El portón se abrió y todos los vehículos pudieron pasar. Kristinne, Louis y Vanesse no pudieron evitar apegarse a las ventanillas del auto por la curiosidad que sentían por saber como era ese campamento y sus ojos se asombraron con lo que vieron.

—¡Esto no es un campamento! ¡Es una pequeña ciudad!— Exclamó Kristinne emocionada, viendo a los jóvenes que estaban afuera caminando y conversando  con grandes sonrisas dibujadas en el rostro.

—¡Cómo mola!— Exclamó Louis con emoción mas interesado en los edificios y casas en donde vivía la gente, mientras qué Vanesse veía los parquecitos con juguetes donde niños de 10 a 14 años jugaban muy felices.

—Antes era un laboratorio que invadimos y proclamamos nuestra base, los laboratorios suelen tener casas y departamentos adheridos para que los científicos puedan vivir juntos a sus familias sin que afecte su trabajo— Explicó White Blood con su tono neutral de siempre, Katrine la miro de reojo frunciendo el seño.

—Acá se ve demasiada gente joven...— Comentó Hansel mirando un poco por la ventanilla.

—Nuestro promedio de edades está entre 10 y 23 años...— Respondió la peliblanca tratando de sonreír— Yo seria la única que no está en ese promedio.

—¡Oh! ¿Cuantos años tienes, entonces?— Preguntó Katrine queriendo molestar a la peliblanca.

— 33— Respondió la peliblanca sonriendo a lo qué tanto Hansel cómo Katrine se sorprendieron ya que la albina se veía de veinte y picos años.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

   La sala de control, cómo la llamaba White Blood les pareció impresionante.  Habían miles de pantallas que mostraban mapas y panoramas, todas eran controladas por dos chicos: Esmeralda que parecía ser una mujer de 22 años, morena de ojos miel y cabellos negros, su compañero se llamaba Edward y era un chico de 15 años de apariencia patética acrecentada con sus gruesos lentes.

—Acá les explicaré mejor porque han atacado su campamento y hablare sobre lo que sabemos de Ángelus— Dijo White Blood dirigiéndose a la chica alada— Preferiría que se la llevarán a un parquecito, lo que hablaremos ahora puede llegar a confundirla más— Le dijo White Blood a Robert, quien quiso llevarse a la niña, pero esta aunque se sintiera un tanto asustada se resistió a ir. White Blood sonrió con cierta picardía cómo si se lo esperará— ¿Quieres oír?¡Bien! ¡Esmeralda pon los registros!

  Eric quiso protestar, pero Katrine se lo impidió.

—Lo mejor será que todos escuchemos eso, incluso Ángelus— Dijo Katrine, callando cualquier deseo de protestar en el chico.

   En todas las pantallas se mostró la imagen de una niña de aparentemente 11 años, la cual se parecía en demasía a la chica alada mas bien era como ver ha Ángelus, ya que tenia los mismos rasgos de muñequita, la misma piel aporcelanada y los cabellos negros. La única diferencia sería el que no tenía las alas que tenia su hija y sus ojos no eran celestes cómo el cielo de un día de veraneo sino que los tenía aun más negros y penetrantes que la oscuridad.

—Alexa Anderson, tenía 18 años al morir, la causa de muerte fue una complicación en el parto no especificada. Nació en el año 4023 en el día 14 del mes de junio, su madre es la señora Eleonor Anderson y su padre es Albert Anderson de quien se sospechaba que abusaba de su mujer, el mismo murió a manos de su hija a los 34 años— Leía Esmeralda con el tono mecánico que usaba cuando estaba en la computadora.

—Albert Anderson abusaba sexualmente y físicamente de su mujer, según los informes de algunos vecinos no le importaba si su hija lo veía— Explicó White Blood neutral y serena como siempre, mientras Ángelus no quitaba la vista de la imagen de esa mujer— A los 11 años los poderes de Alexa se manifestaron, mientras se metía delante de su madre para que esta no fuera noqueada por una botella de cerveza en la cabeza, la manifestación de sus poderes llevó a la muerte de su padre y Eleonor Anderson denunció a su hija para que fueran por ella los Vigilantes, pero está huyó al bosque y no se pudo encontrar hasta varios años después.

      Esmeralda cambio la imagen de la pantalla y ahora la foto era de un joven de 14 años, era caucásico cómo rodos y tenía el pelo castaño. No tenía ningún parecido con Ángelus, pero al mirar sus ojos uno se podía dar cuenta de la similitud, puesto que poseía los mismos orbes celestes que tenía la chica.

—Gabriel Hudson, nació en el año 4019 en el día 3 del mes de enero, sus padres son Érica Stone y Brandon Hudson ambos son Vigilantes de alto rango. No hay mucha mas información de el desde los 14 años ya que a esa edad huyo de casa, murió a los 23 años bajo una emboscada de los Vigilantes protegiendo ha Alexa quien llevaba 6 meses de embarazo en ese entonces, la causa especifica de la muerte fue la perforación de su estomago con una lanza— Leyó Esmeralda sin dejar de teclear en ningún momento y sin quitar el ojo de la pantalla.

—Ambos poseían talentos que en aquella época no estaban clasificados e igualmente hoy son muy raros, Alexa poseía el talento de la "Destrucción" y Gabriel el talento de la "Naturaleza"— Agregó White Blood sin que nadie excepto Katrine, Hansel, Henry y Glimmer, la pudieran comprender.

      En eso las pantalla se volvieron para mostrar otra foto, está vez la de una niña escuálida de 12 o 13 años en el momento que le sacaron la foto, estaba bastante flaca y se veía frágil cómo la misma porcelana, miraba como animalillo asustado a las personas qué le sacaron la foto y lo que mas le llamaba la atención eran las gigantes alas que estaban en su espalda.

—Experimento número 7341, nació el 12 de enero de 4041, su edad actual es de 15 años, padres Alexa Anderson y Gabriel Hudson ambos fallecidos— Leyó Esmeralda.

   No era la primera vez qué Ángelus se veía a si misma, pues Danielle ya la había puesto frente a un espejo y por eso se pudo reconocer a si misma, se aproximó con timidez a la pantalla mas grande y si está no estuviera en lo alto se hubiera atrevido a tocarla, su corazón latía con fuerza y no sentía bien el aire llegar a sus pulmones.


—Ángelus esa eres tu, Gabriel y Alexa son tus padres...— Le explico White Blood, deseando que lo entendiera y poniendo una mano sobre los hombros de la chica alada en forma de consuelo, pero está perdió la fuerza sobre sus piernas y se dejó caer al suelo, agarrando su cabeza con ambas manos como si fuera a llorar o gritar, pero no hizo nada de eso.

—¡¿Para qué le muestras eso!? ¡Mira cómo está ahora!— Se metió Eric, furioso por cómo quedó la chica tras recibir esa información.

— No podía negarle algo que le negaron toda la vida...— Respondió White Blood sin siquiera voltearse a ver al chico.

    El chico entonces llevó a Ángelus, acompañado por Robert para que este la llevará a jugar en uno de parquecitos, al volver la foto de la pantalla ahora era de un hombre robusto y barbudo, con ojos y pelo negro qué Eric reconoció en ese instante.

—¿Quién es ese?— Preguntó un tanto alterado.

—Es Albert Anderson el padre fallecido de Alexa— Respondió White Blood algo confusa por la expresión de Eric.

—¡Eso no es posible! ¡Yo vi ese hombre en mi campamento! ¡Yo lo ataque y algo que parecía magia lo hizo...!— Se detuvo un rato antes de continuar— desaparecer...

—Eso es ridículo, ese hombre lleva muerto 22 años— Dijo White Blood con una risa sarcástica.

—¡Espera! ¿Cómo que desapareció Eric?— Preguntó Katrine mirando al chico con suma seriedad, aproximándose más a el.

—No lo se…—  Respondió Eric nervioso—¡Yo tenía sueños con Ángelus antes de que viniera! ¡Yo vi la muerte de Danielle antes de que la asesinarán! No lo puedo entender…

    Antes de que Katrine pudiera abrir la boca, Esmeralda habló.

—Hay un registro de que el es un Vigilante actual, apenas dado cómo muerto  ¡Eso es imposible!— Dijo lo último un tanto confundida.

   White Blood miro asombrada a la pantalla comprobando que era cierto, para luego mirar al muchacho ahora asustado.

—Lo mandaste al pasado...— Dijo la peliblanca completamente horrorizada.

—¿Qué?— Preguntó el joven muy confuso por lo que dijo White Blood.

—Eric sois portador de un talento...—Dijo Katrine también asombrada cómo la peliblanca.

—¿Y eso...?— Preguntó el confundido a lo que Katrine se puso a hablar.

—Algunos magos poseen una habilidad única y especial entre ellos, esa habilidad se conoce cómo talento. El poseer un talento te hace controlador de uno de los pilares o subpilares de la lógica— Katrine extendió las manos y en eso se materializó una esfera que tenía una rosa roja encerrada, pero en menos de segundos ésa esfera se volvió la silueta de una paloma blanca— Mi talento es la resurrección, controló la vida y si no fuera un tabú de la magia pudiera revivir humanos— Explicó, para al final hacer que esa paloma se desapareciera— Extiende la mano— Le ordenó y el chico obedeció inmediatamente, a lo que se formó una esfera mágica con un tulipán adentro y eso se transformó en un reloj de bolsillo— El tiempo... Tu manejas el tiempo— Dijo Katrine con voz enigmática.

*-*-*-*-*-*-*-*

—¿Qué es eso?— Preguntaba Ángelus, mirando su estofado de cordero animada ya que el olor seguramente la incitaba a comer.

—El platillo se llama estofado de cordero ¿Te enseñé sobre el animal recuerdas?— Pregunté sonriendo a lo que ella empezó a comer con gusto, una de las cosas que aprendí de ella durante una semana en el nuevo campamento era que le gustaba verdaderamente comer.

—¡Está delicioso!— Exclamaba feliz, cómo hacia con casi todos los alimentos que comía.

    Terminó el plato, pero aun parecía que quería repetir a lo que le pasé mi plato aun lleno ya que no tenía apetito. Una de las pocas restricciones que teníamos en ese nuevo hogar era la comida,  lo único para lo que había horarios fijos y no se nos permitía repetir hasta la hora de la próxima comida.

      En nuestro antiguo campamento gozábamos de preparar nuestros alimentos en nuestras tiendas y comíamos cuanto queríamos, ahí teníamos que comer en el comedor siempre a la misma hora, pero no me quejaba nos daban una buena ración diaria y la comida siempre variaba. Ángelus recibía una ración un poco mayor a la de todos, supongo que para que ganara algo de peso y tuviera pronto una mejor salud. Tenía más tripa y nunca dejaba de reír, parecía estar muy feliz y eso me alegraba.

—¿Qué es eso?— Pregunté mostrandole mi mano.

—Es tu mano— Respondió con una amplia sonrisa.

  Me habían encargado enseñarle lo que pudiera, concentrándome en hacerle hablar normalmente y que entendiera mejor lo que estaba a su alrededor. Acá hay algunas  jóvenes que se dedican a enseñar a los niños de 10 a 13 años, pero no son muchas y Ángelus necesitaba una atención especial.

     En realidad no me disgusta el trabajo que me asignaron más bien me distrae y Ángelus aprende muy rápido, en una semana había logrado aprender a hablar correctamente. Ahora su voz se oía cómo el gorjeo de un pajarillo, sonreí por su avancé, mientras observaba el lugar. El comedor es un lugar gigantesco, seguramente aquí fue el legítimo comedor del laboratorio, la verdad es que mas bien el ambiente me recuerda al comedor de una escuela, ya que solo veía niños, pré-adolescentes, adolescentes y adultos jóvenes que apenas habían cumplido la mayoría de edad. Todos reían y jugaban, creando un ambiente ameno...

   Debería sentirme feliz, me servían tres comidas diarias, vivía en la habitación de un departamento y mis amigos estaban sanos, pero Danielle no estaba allí con su sonrisa inocente y sensata, con su timidez y cariños. Estaba enterrada, bajo tierra, inerte y muerta. Ni siquiera podía visitar su tumba y eso me entristecía, me quitaba la felicidad, me sentía solo y vulnerable, era la misma sensación que sentí cuando hui de casa con mi hermana tras ver cómo asesinaban a mis padres. No tenía padres, ahora no tenía hermana…Mi pasado, mi presente y mi futuro, estaban muertos igual que ellos.

—¡Hello, guys!— Dijo Katrine anunciando su presencia— ¿Puedo sentarme con ustedes?— Preguntó, pero ni siquiera espero que asintiéramos y se sentó al lado de Ángelus pasándole su ración a la pequeña a su lado, mientras apoyaba su pies en la mesa.

    Al principio pensaba que pasaba hambre por darle más a Ángelus, pero después descubrí que ella saqueaba la cocina con mucha frecuencia y habilidad.

—Katrine, te agradecería qué no apoyará sus pies sobre la mesa— Dijo White Blood quien había acabado de aproximarse a nuestra mesa, nuestra líder la fulminó con la mirada, pues era mas que obvio que no le gustaba que la mandarán, pero obedeció al final— Tenemos que hablar, desde ahora he estado pensando qué hay que empezar a entrenar a Ángelus.

    Mis ojos abrieron como platos y protesté casi a gritos.

—¡Entrenarla! ¡¿Acaso ella quiere hacerlo!? ¡Es sólo una niña pequeña!— Afirme, mirando furioso a White Blood quien estaba muy tranquila mismo ante mi reacción.

—Ella tiene ya 15 años y tiene edad para ser sometida a entrenamientos, además eso la ayudará no solo a darle fuerza y defenderse...También para controlar sus poderes— Explicó White Blood con su habitual voz serena sin demostrar enojo o impaciencia, miré a Katrine buscando su respaldo.

—Infelizmente Eric, estoy de acuerdo con la blanquita, Ángelus necesita entrenamiento…— Me respondió suspirando, pero luego exhibió una amplía sonrisa— Y yo me encargaré de ser su mentora.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
—Está será su sala personal de entrenamientos, siéntanse libres de disponer de ella cuando y como quieran— Explicó White Blood dirigiéndolos a uno de los edificios del campamento, al entrar todos se quedaron deslumbrados con lo que sus ojos concebían.

      El lugar estaba abarrotado con todo tipo de armas, divididas con cierto cuidado en distintas secciones del lugar, el lugar contaba también con simuladores de entrenamiento modernos y con hologramas que mostraban la hora. Louis y Kristinne se paseaban mirándolo todo como si fueran aun unos críos.

—¡Este lugar está de lujo!— Exclamó Louis con los ojos llenos de alegría casi infantil, en el antiguo campamento se entrenaba a la intemperie y no se disponía de las armas necesarias.

—Si,  es grandioso...— Comentó Katrine, más bien molesta por todo lo que veía. Realmente no podía entender el motivo de su estado de humor, tal vez sólo no le agradaba no ser la líder o simplemente le molestaba el hecho de que ella y sus niños pasaron hambre una época, mientras los de White Blood vivían en una utopía cuya bonanza no tenía fin— ¡Ustedes gozan de muchas cosas aquí!

      White Blood sonrió neutral y amable como siempre, parecía entender a la perfección los pensamientos de la pelirroja.

—La verdad es que si no hubiéramos encontrado esté lugar, no estuviéramos acá ayudándolos... Cuando huimos de los refugios, yo guié a los mas jóvenes y a los gravemente heridos a la parte mas inhóspita del bosque en pleno invierno donde tuvimos que apañárnoslas con cinco armas con no mas de 5 disparos, la mayoría perecieron por la pulmonía, pero en una semana los sobrevivientes encontramos este lugar casi completamente abandonado y en buen funcionamiento, fue cuestión de algunas reparaciones...— Contó White Blood, Katrine soltó una risa que más recordaba a un bufido, pero eso no perturbó en lo más mínimo el sereno semblante de la albina— Bueno… espero qué empiecen pronto con el entrenamiento de Ángelus, pues la necesitamos al menos sabiendo controlar sus poderes.

—¡Ha la orden, sir!— Exclamó Katrine con una sonrisa de medio lado, algo perturbadora para los demás presentes.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

       Ángelus se veía aun mas joven mostrando demasiada piel, parecía no esforzarse en llenar la tripa y no tenía una altura muy apropiada para su edad. Es realmente difícil darle 15 años a primera vista, tiene aspecto de no tener mas de 11 y al verla asustada sin mover un sólo músculo de su lugar todos pensaban que aún no estaba preparada para eso.

     Sus alas estaban tensas y no se movían un solo centímetro, seguramente eso le causaría calambres después. El top blanco que usaba casi contrastaba con su piel, además mostraba un cuerpo qué en cierta forma aun recordaba el de una niña— escuálido, con senos pequeños y desprovisto de curvas— lo que ayudaba con su imagen de debilidad.

—Desde ahora yo seré cómo tu tutora— Dijo Katrine tratando de sonar amable al ver que la chica se sentía un poco amenazada.

—No creo que ella esté preparada para esto— Comentó Eric, revisando una lanza y a la vez mirando a Ángelus de reojo.

    White Blood, quien estaba a su lado solo formó en su rostro algo que recordaba una sonrisa, aunque mas bien solo era una sombra de una.

—Verás que aprende rápido— Dijo con tono sereno sin siquiera voltear a ver al chico.

—Lo primero es lo primero— Katrine se aproximó más a Ángelus y se sentó en el piso cosa que la niña asustadiza imitó sin necesidad de algún tipo de orden— Tienes que aprender a controlar tus poderes, tienes una gran energía en tu interior, pero eso no vale de nada si no sabes usar la magia que posee— Se puso a explicar Katrine, acariciando la mano de la chica que no dejaba de temblar, entonces Katrine la soltó y cerro los ojos extendiendo las manos en donde una esfera que alojaba una rosa en su interior empezó flotar, abrió sus ojos que ahora tenian un intenso color ambarino— Tienes que sentir cómo la energía fluye dentro de ti y entonces liberarla...— Dijo antes de separar sus manos haciendo que la esfera se desvaneciera en el aire cómo si fuera polvo—Vamos, inténtalo

      Ángelus imitó a la pelirroja y trató de concentrarse, pero no pudo lograr nada.

—¡Concéntrate y relájate!— Dijo Katrine, en eso Ángelus lo intentó de nuevo y está vez se sintió en contacto con todo su ser, una esfera se formó en su mano y en ella se asentaba una flor que recordaba a un lirio, pero de pétalos dorados y plateados, tras eso unos tatuajes de flores empezaron a formarse por todo su cuerpo y empezaron a cubrir todo el lugar.

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      Ángelus le propinaba una patada a su tutora, quien la esquivó con gran agilidad doblando la mitad de su cuerpo unos mini metros, pero la mas joven no se dio por vencida aferrándose a la espada de madera que usaban para el entrenamiento y hábilmente trató de derribarla, pero Katrine anticipaba todos sus movimiento y logró saltar antes de que la espada le tocará las piernas.

—¿Eres vidente, Katrine?— Preguntó la niña con tono divertido.

—No eres tú la que todavía eres muy predecible, pajarillo— Contestó Katrine relajándose un rato y peinándose para atrás su cabellera.

   En eso Ángelus ágil y con rapidez le dio con la espada, lo que hizo a su mentora caer al piso sin poder siquiera asimilar cómo había llegado ahí.

—¡¿Qué...!?— Exclamó al notar qué estaba en el piso algo confundida.

—Lección 6: Nunca dejes qué tú enemigo te baje la guardia— Comentó Ángelus con una amplia sonrisa ofreciéndole la mano que Katrine aceptó dudosa.

—Aprendes rápido, palomita desplumada— Comentó Katrine con una gran sonrisa, mientras miraba a la chica que iba a guardar su espada de entrenamiento.

        Sólo habia pasado un mes, pero Ángelus cambió tanto que parecía que habían pasado años, ya no era una niñita asustada y sin conocimientos acerca de lo que la rodeaba. Físicamente ya no parecía tan pequeña por la buena alimentación y el ejercicio diario, hablaba correctamente y tenía una inteligencia normal para su edad, a pesar de que aun no habían podido enseñarle a leer y escribir. Ahora ya no era más una princesita indefensa, sabía usar varios tipos de armas de fuego, las lanzas y espadas se le daban de maravilla, podía también controlar sus poderes.

         Eric la observaba cómo acostumbraba cada día, le sorprendía que tanto había cambiado la chica y quería averiguar que tanto de ese cambio le agradaba. Ángelus ya no sería aquella tierna e indefensa criatura bajo sus cuidados ni la niña que el hace unos días intentaba enseñar a hablar, no sabía si eso era malo pero no le agradaba en su totalidad.

—¿No sabes usar un arma?— Preguntó alguien que se puso a su lado, dio un brinco por el susto que le ocasionó, pero al darse cuenta que era White Blood se sintió mas tranquilo.

—Si lo se...— Respondió rascándose la cabeza nervioso.

—¿Entonces?— Preguntó en forma de respuesta, al principio el chico no entendió, pero después lo meditó un rato y se dio cuenta qué todo el mes había estado al pendiente de los entrenamientos de Ángelus sin atreverse el mismo a volver a hacerlo.

        Se apartó de White Blood y miró primero las lanzas apiladas cuidadosamente en su sector, cada una con características especiales para el combate. En realidad se le daba bien con ellas, pero no era realmente impresionante con ello. Se alejó de ese sector y se fue al de armas de fuego sabiendo que con eso si podía lucirse, tomó una de las más modernas qué sólo usaban los Vigilantes— Uno de esos nuevos modelos, livianos y de balas tan potentes que ni el cirujano mas experto podría salvar un miembro herido por ellas sin magia, incluso podían electrocutar si está cerca del individuo— la tomó en manos sintiendo gustoso el peso y recordó cuando tenía 13 años, a esa edad usó por primera vez un arma y se sintió realmente poderoso ese día.

      Entró a uno de los simuladores y ajustó para armas de fuego sin dificultad, nunca había entrado a un simulador, pero seguramente las películas que había visto en su infancia le sirvieron de referencia. Cerró los ojos un segundo y al abrirlo la silueta holográfica de un humano se le acercó rápidamente, se puso en posición y disparó dándole en la cabeza de forma certera, se volteó a otro lado encontrándose con otro holograma al cual le dio al corazón, se puso en otra posición y se dirigió con paso ligero a otro holograma para está vez usar el modo para electrocutar, desvió una flecha holográfica y sin siquiera meditar le dio justó en la frente.

  Entonces la simulación se detuvo y el salió, mientras White Blood quien lo había estado observando le sonreía.

—Eres bueno, realmente bueno— Comentó con su expresión siempre neutral.

—Bueno... Tuve una buena mentora cómo ya lo habrás comprobado— Comentó con una sonrisa dibujada en su rostro, apenas pudo darse cuenta, pero era la primera vez qué sonreía verdaderamente después de la muerte de Danielle.

     Entonces ambos observaron a Henry pasar por ellos, apenas se habían percatado de su existencia prueba de que el hombre era verdaderamente silencioso e discreto. Eric veía su rostro y le recordaba al de un animal salvaje, lo que lo intimidaba más que cuando este se tapaba la mitad de su cara, por lo que evitaba acercarse a el.

    Antes de qué Henry pudiera irse, Kristinne quien antes había estado jugando con algunos cuchillos, se paró delante de él.

—¿Ya te vas? ¿Sin probar nada?— Preguntó sin miedo deseando molestarlo, en eso empezó a acariciarle el hombro— ¿Es que acaso todo esté acero sea de adorno, nene?— Sonrió divertida creyendo haber ganado.

     El chico silenciosamente se dirigió al sector en donde estaban perfectamente apiladas esferas y pesas, tomó una esfera de aproximadamente 500 kilos y la lanzo lejos sin dificultad alguna, golpeó el sector de las espadas haciendo que todas se dispersaran en el piso. Todos los presentes miraban con espanto a Henry quien ya estaba de salida. Subestimarlo era un error ya estaba claro.

*-*-*-*-*-*-*-*-*
        Observaba el cielo nocturno bajo la protección de un árbol viejo frente al edificio donde quedaba su habitación, tenía una soda en la mano seguramente la había robado de la cocina, el viento fresco de la noche peinaba su cabello color sangre. En esos momentos Katrine se veía más joven, casi se le veía como una niña inocente pidiéndole un deseo a las estrellas, era en pocas palabras enternecedor, pero esa tranquilidad se le apareció una mano a la altura de la cara con una caja de galletas hurtadas.

—Son de chocolate, te gustarán— Afirmó Hansel antes de sentarse al otro lado del árbol.

—¿Tuviste problemas para robarlas?— Preguntó con un tono coqueto que solo usaba cuando estaba a solas con él.

—La verdad que si, no soy tan bueno cómo tu para entrar a la cocina sin ser visto— Confesó riendo nervioso, mientras se acomodaba las gafas.

     Katrine río divertida, sólo Hansel podía hacerla reír sinceramente sin necesitar usar bromas o escenas divertidas, sólo tenía que ser él.

—Te meterás en problemas un día de estos, acá racionan bastante las provisiones— Comentó Hansel con tonó más serio y algo preocupado, Katrine se recostó en el árbol cómo si se estuviera recostando en su espalda y consiente de que el había hecho lo mismo.

—Sabes que no me gusta que me den ordenes y que traten de ponerme reglas— Dijo con un tonó debil casi herido, también sólo el podía ver su lado debil— No me gusta realmente eso, no me gusta ser mandada y lo sabes... Yo soy la líder y acá solo soy otro peón como los demás— Dijo colocando su mano derecha al otro lado del árbol encontrándose con la de Hansel en lo que ambos entrelazaron sus dedos.

—Para mí siempre serás nuestra líder— Dijo con un tono algo cariñoso, mientras acariciaba la suave piel de la mano de Katrine.

—¿Sólo eso?— Cuestionó en tono de broma a lo que el río— Ya no se si sea una buena líder, basta contar cuantos han muerto aquel día... Cuando pienso en Danielle siento que parte de mi se murió, que he fallado...— Dijo lo ultimo con un hilo de voz.

—¡Eso no es cierto! ¡Salvaste muchas vidas! ¡Inclusive la mía! ¡Cuando me sacaste de aquella prisión estaba condenado a muerte! ¡Tu me salvaste y a mi hermano!— Vociferó y sonaba casi cómo si la regañará— Se que ese día murieron muchos, pero no pudiste hacer nada por ellos.

      Katrine apretó con fuerza la mano del castaño, le hubiese gustado estar frente a sus inquietantes orbes grises ya que estos solían calmarla.

—¿No los pude ayudar o no los quise ayudar cómo a mi hermana? Yo pude haberla acompañado, ella era debil y por eso nunca la pude amar cuando éramos niñas y ahora ella está muerta... Yo misma la maté— Dijo a punto de llorar a lo que Hansel le apretó con más fuerza la mano.

—Fue en defensa propia, Katrine ¿Imaginas como acabarías si no lo hubieras hecho?— Dijo Hansel en forma de consuelo deseando poder acariciarle su sedoso cabello rojo.

—Pagaría por todo lo que le había hecho— Afirmó casi por impulso queriendo soltarse de la mano del castaño, pero este no se lo permitió.

—¿Y Eric y Danielle? ¡Ellos estaban contigo! ¡Tu los salvaste!— Volvió a usar el tonó de regaño cómo si tratará de metérselo en la cabeza.

—Creo que soy mala... Tan mala cómo el presidente Kristoff— Dijo ella cómo si quisiera bromear, pero lo que realmente quería era llorar.

—No lo eres— Afirmó Hansel.

—¿Cómo lo sabes?— Preguntó ella en un susurro apenas audible.

—¿Te olvidaste cuál es mi talento?— Preguntó con una sonrisa de medio lado que ella no pudo ver, pero si sentir— Yo puedo ver el interior de las personas, tu corazón no es nada malvado... es  algo duro al principio, pero dulce, generoso y amoroso si miras bien— Dijo acariciándole los dedos.

—¡Tonto!— Dijo, mientras comenzaba a reír.



Alchemist: Angel #CarrotAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora