Caso White Blood:
El invierno era su estación favorita, todo era tan blanco y puro. Le encantaba hacer muñecos de nieve, hacer angelitos en la nieve y hacer guerrillas de nieve. A los ocho años su mundo era perfecto, vislumbraba un perfecto muñeco de nieve con su madre y esperaba ansiosa andar en trineo con su padre, en invierno jugaba con sus caballos en los establos cubierta en mantas por el frio.
«No hay mejor estación»
Jugar a las escondidas resultaba algo muy fácil en esa estación, solo tenía que cerrar los ojos y mezclarse en el ambiente. Se sentía cómo un camaleón, aunque no cambiaba de color, pero su piel y pelo blanco la camuflaban en la nieve. Era una niña mona, quizá un poco menuda y sus ojos rojos llamaba mucho la atención, pero eso no la hacía menos bonita sólo diferente y especial...
Su infancia fue feliz en especial durante el invierno que para su fortuna era largo y arduo, la mansión de lo Ellinoi se ubicaba muy cerca del bosque de Capital City por lo que a pesar de ser ricos se aislaban un poco de la ciudad. Ella no sabía que sus padres eran Vigilantes, tampoco que tenía poderes, eso la mantenía feliz e ignorante de su futuro.
—Isabelle Ellinoi, es hora de la cena— Recordó su padre con falso tono mandón lo que hizo a la niña reírse, el hombre empezó a darle muchos besitos mientras la tomaba en sus brazo para llevarla a cenar.
Patrick Ellinoi era un hombre apuesto, de ojos cafés y cabello rubio grisáceo, con algunas canas que le daban un toque maduro y algo elegante, su piel blanca extrañaba a su hija, pues no era como la leche o la nieve mas bien era rosácea y sonrosada, pero igual le gustaba. Sus brazos fuertes siempre la hacían sentir segura en aquel entonces adoraba a su apuesto padre y a veces soñaba con ser adulta para casarse con el, pues muchas veces sentía unos celos muy grandes hacia su madre.
—La cena está servida, mi amor— Dijo la señora Gabriella de Ellinoi, con una dulce sonrisa dedicada a su hija, la madre de Isabelle era una mujer hermosa y delicada cómo un lirio.
Tenía grandes pómulos, pestañas grandes sin necesidad de rímel y la misma piel sonrosada de su padre. Lo que más envidiaba la niña eran sus ojos azules cómo el mar nocturno y su pelo rubio de seda dorada ¿Por qué no había heredado su belleza? ¿Por qué no tenía la piel sonrosada y los ojos azules? ¿Ni los cabellos de oro? Odiaba en esos momentos su apariencia, pero los deliciosos platillos de la mesa la hacían olvidar tantas tonterías...
¡Lo tenía todo! Felicidad, miles de juguetes, padres que la amaban, tanta ropa en el armario que en toda su vida no podría permitirse usar el mismo vestido. Era la niña más feliz del mundo, el invierno era prácticamente eterno, sólo no le gustaba recibir clases en casa ya que ansiaba conocer otros niños por la soledad que a veces sentía, trataba de pensar que nada era perfecto igualmente y jugando ese deseo se le pasaba.
Acababa de cumplir trece y parecía que sería muy bajita, era algo regordeta, pero saludable y bonita. Seguía siendo feliz, era invierno otra vez y el día le parecía de lo más hermoso.
Cazar furtivamente era ilegal, pero ella no lo sabía y para un Vigilante nada era verdaderamente ilegal. Su padre la acompañaba como siempre, la empezó a enseñar a usar armas desde los 10 años, cazar era su forma de empezar a entrenarla, pues deseaba que ella llegara a ser Vigilante de la guardia.
A pesar de ser un día de invierno, padre e hija volvían a casa con un gran botín. Dos zorras iban colgadas en la espalda de Patrick, cuatro conejo en su cinturón, White Blood tenía en su cinturón dos ardillas y un extraño pavo muy torpe que se le había cruzado en camino.
«Ya soy todo una experta» Y en verdad lo era, estaba yendo por buen camino. En un momento dado un lobo rabioso la atacó mordiendo con fuerza el brazo imposibilitando que esta tomará el arma.
—¡Papi! ¡Papi, ayúdame!— Gritó la chica.
Patrick estaba por dispararle, pero una energía muy fuerte que desprendió el cuerpo de su hija frío vivo a lobo, el cual término casi muerto.
— ¡¿Cómo haces eso!?— Preguntó sacudiendo a la niña como si fuera de trapo cosa que jamás hizo, asustándola.
—¡Yo no hice nada! ¡Me lastimas, papi!— Se explicaba, llorando tanto por el horrible dolor en su brazo mal herido como por el trato que le daba su padre, a lo que este golpeó con fuerza su cara, dejando la marca de su mano en ella haciendo que esa chillará sin saber que había hecho.
—¡Mentirosa, perra!— La llevó de los cabellos hasta la casa, explicó a su madre que pasaba para que no la dejara huir, mientras se iba a poner el uniforme.
Pero la niña se sentía en shock por lo que había pasado por lo que no intentó nada. Su padre nunca le había puesto la mano encima, siempre era tan cariñoso y dulce con ella. El la llevó personalmente con una de las sedes de los Vigilantes, la niña no entendía que pasaba y nadie le tuvo piedad la dirigieron a una celda temporal donde a los pocos minutos aparecieron dos Vigilantes jóvenes.
—Oye bonita, pobrecita tan pequeña y encerrada aquí— Dijo uno con una voz que logró perturbar a Isabelle.
—Pobre pequeñita, es como un animalito asustadizo— Dijo el otro relamiéndose los labios de forma asquerosa.
—¿Qué quieren...?— Preguntó asustada y temblando, pero ellos sólo se rieron.
Cuando lo hicieron por primera vez gritó y trató de librarse, pero no lo logró. Todos los días recibía la visita de unos Vigilantes, dejó de llorar y de gritar sólo se quedaba quieta, vacía y desecha mientras abusaban de ella.
Así estuvo durante 3 mese, cuando la sacaron de ahí para hacer unos experimentos y ver si era apta para entrenar para ser Vigilantes era apenas un cuerpo vacío, sin alma y sin voluntad. Recordaba todo lo que le paso y se sentía sucia, desecha y asustada.
Odiaba a Patrick Ellinoi y a Gabrielle de Ellinoi, no quería el apellido que le dieron ni el nombre que le pusieron...
Isabelle Ellinoi murió tras tantas violaciones, pero White Blood nació y ella era lo suficiente fuerte para vengarse de sus padres y de los Vigilantes de la Guardia.
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Alchemist: Angel #CarrotAwards
Genç Kurgu«- ¡Pruebame, Ángelus! Preguntate a ti misma "¿Que eres?" Y pruebame que eres la maga más poderosa que existe.» En el año 4056, el mundo terminó casi enteramente desértico gracias a las devastadoras catrastrofes naturales y las guerras nucleares, el...