Capítulo 10

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Todos estaban en la espera de que Glimmer volviera con noticias y que los dejara ver a Ángelus. Los laboratorios se habían convertido en el hospital del campamento, no había muchos médicos habilitados por lo que Glimmer fue bien recibida al ser la única con unos años de experiencia, pues los demás eran recién graduados o no habían llegado a terminar la universidad de medicina.

   Glimmer estaba cómoda allí no había muchas diferencias con su otro campamento, el mismo olor a antiséptico y alcohol medicinal de un hospital. Le agradaba ese olor a veces pensaba que era por la costumbre, pero era porque ese olor era igual al de el, definitivamente era eso...

     El olía a hospital, pero no a los lujosos hospitales de las ciudades y si a los hospitales de los barrios de "aislados", ese olor la reconfortaba era agradable y la hacía pensar en el.

     Pronto Glimmer se presentó ante ellos con aquella expresión serena y fría que la caracterizaba, sin embargo ahora parecía cansada había pasado una hora y media cuidando de Ángelus.

—¿Cómo está, Dr.Harrison?— Preguntó Eric, asustado todavía ya que cuando la chica entró ahí estaba muy mal.

—Está estable ahora, pero se salvó por poco diciendo la verdad— Glimmer entonces fue interrumpida, porque repentinamente entró Henry cómo animal herido al lugar— Estará bien si eso quieres saber— Dijo como si supiera que era eso que el quería escuchar, al parecer acertó, pues el joven se sintió muy aliviado al escucharla y se apoyó en algún sitio para escuchar lo que iba a decir— Tenía una fiebre muy alta y la herida de su ala se oponía a reaccionar con magia, no sólo con magia a decir verdad también no pude llegar a retirar la bala por medios usuales para suturar la herida.

—Pero... ¿Por qué? ¡Solo era una herida de bala!— Replicó Katrine, confundida y nerviosa por el susto que acababa de pasar.

—Sus alas poseen muchas terminaciones nerviosas, tuvimos qué suministrarle buena cantidad de morfina… hay algo aún más extraño ya que la fiebre fue causada por una reacción a sus poderes, su cuerpo no es capaz de soportar semejante poder— Explicó Glimmer tranquila y seria cómo siempre, pero con algo de preocupación en su voz mientras empezaba la lluvia de protestas a ella.

—¡Eso es imposible, Glimmer!— Dijo Hansel consternado por lo que había escuchado— Si ella no soportará sus poderes hubiera muerto al nacer o en el mismo útero.

—Por eso sus alas ¿verdad?— Atinó Katrine, clmo si hablará para si misma en vez de para todos— La mutación fue hecha para balancear sus poderes.

—Exacto, por eso una herida en ellas causó tanto problema, en realidad ella misma se podía curar, pero tal vez el dolor la aturdió...  El punto es qué ahora sabemos que sus alas son tan importantes cómo el cerebro o el corazón— Agregó Glimmer sin resistir hurgar en el bolsillo de su bata blanca y tomar su celular para ponerse a jugar con el.

—¿Podemos verla?— Preguntó Henry lo que sorprendió a todos, pues se pusieron a mirarlo con ojos abiertos como platos.

    Glimmer suspiro sintiéndose exasperada, pero los llevó a la habitación donde estaba la muchacha dormida con la ala izquierda vendada.

—Tuve que dormirla o iba experimentar mucho dolor— Respondió la chica casi sin darle importancia a la situación.

     Eric se sentó a su lado y le dio un beso en la frente, aliviado de que estuviera bien.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

    La mansión del presidente Kristoff Pochenko se consideraba una de las mas grandes maravillas del mundo, era un palacio sin precedentes y que nadie en Athenas 2.0 podía llegar a tener. Las hijas de esté siempre lo estaban remodelando todo, sólo no tenian el derecho de tocar su escritorio y su jardín— Sus escapes y entretenimientos privados— por lo que parecía que la mansión siempre se estaba ampliando.

      El presidente era un hombre de aproximadamente 58 años, de pelo grisáceo que alguna vez fue negro y que siempre estaba peinado como lo usaban los caballeros en 1930. Era elegante nadie lo negaba y hasta llegaba a tener una apariencia de rasgos agradables, aunque nunca fue realmente atractivo, pero sus ojos verdes eran hermosos y a la vez poseían un malicia terrorífica.

      La única que no le tenía el más mínimo terror era Corrine, mas bien el tenía mas razones para temerle a ella. El escritorio del presidente Kristoff era un lugar de relajo para el por lo que nadie se atrevía a perturbarlo ahí, pero mismo así allí estaba Corrine sin el uniforme de lo Vigilantes.

  Usaba un short jeans negro, que le quedaba algo apretado y pequeño para hacerla ver provocativa, también una blusa con un escote muy pronunciado que tenía el mismo propósito. Kristoff la miraba con odio, pero le sonreía pues aquella mujer era mejor tenerla cómo amiga mas que como enemiga.

—¡Corrine! ¿A que le debo el gozo de que vengas a molestarme acá, donde nadie puede entrar?— La saludó con una sonrisa, dejándola sentar en el sofá y esta se echó cómodamente en este como si estuviera en su casa.

—Perdona incomodar a su majestad, pero tengo malas y buenas noticias— Dijo Corrine con aquel tono sádico y sensual a la vez que desprendía su voz, siendo insolente al no saludar.

—Bueno...  Soy todo oídos ahora— Respondió el presidente Kristoff, con su sonrisa eternamente amable que ocultaba toda la maldad de adentro.

—La avecilla del laboratorio 15 de Rose City a escapado y consiguió refugió en un campamento de mala muerte. Este estaba situado en el bosque dorado, el campamento a sido prácticamente aniquilado por mis hombres, pero ella y algunos han logrado escapar— Explicó la ojiazul como si no tuviera importancia, pero el seño del presidente se frunció.

—Eso es muy grave, Corrine— Dijo serio, pero sin exaltarse.

—¿Qué se le puede hacer? Cada vez hacen a estos iniciados más incompetentes— Contrarió Corrine, sabiendo que el no le diría nada a ella.

—Tu también estabas allí ¿Eso no pone en duda tu competencia?— Respondió Kristoff, con tono sarcástico como mofándose de la chica, pero ella arqueó la ceja derecha sabiendo que quería decir con ello.

—No me provoques, Kris— Amenazó ella con el tono de siempre, pero ahora claramente enojada— Te saldría mas caro de lo que piensas.

     Era verdad, el presidente Kristoff tenía mucho poder se podría decir que era el hombre más poderoso de Athenas 2.0, pero Corrine tenía una ventaja muy crucial como la de mayor rango entre todos los Vigilantes ella podía mandarlos a todos a derrocarlo y matarlo si quisiera por eso lo mejor era no medirse ante ella ya que por fortuna ella no aspiraba a la presidencia.

   Corrine era una amenaza, pero la necesitaba y ella sabía de eso...

—Bueno, me habías dicho que te traías buenas noticias también— Intentó cambiar el rumbo de la conversación, mientras iba por una bebida en el frigo bar— ¿Te apetece algo?

—Tal vez un buen Whisky— Respondió para luego seguir con lo importante— Se cree que están en una base rebelde en los bosques de Rose City, aun se desconoce la ubicación, pero cuatro Vigilantes los avistaron en una tienda trataron de llevarlos bajo arresto, pero sólo uno vivió para contarlo— Respondió reprimiendo una risa, pues le divertía jugar con su presa como los gatos y ahora sabía que tenía los ratones a punto de ser descuartizados por sus garras.

—Son buenas noticias en verdad, es cuestión de tiempo para que descubran su ubicación y los ataquen, convendría aumentar la vigilancia en Rose City— Comentó el hombre ahora satisfecho entregándole la botella de Whisky a la joven, pues sabia que a ella no le gustaba beber del vaso.

—No solo es eso, mi estimado Kris— Agregó la chica para luego llenarse con la bebida.

—¿Hay mas sorpresas?— Preguntó algo confundido.

—Los que están con ella son personas que hace tiempo estamos buscando— Respondió con una risa reprimida— Katrine Lawrence Lavine la ex consentida de Athenas, Isabelle Ellinoi ex Vigilante de la Guardia, Dr. Glimmer Harrison de La Cour, Eric Roberts Lorence, Vanesse la retrasada que se nos escapó hace algunos años, los gemelos Hansel y Henry, Annie Lovely la puta del vice ministro Koloviov, Robert Robson, Louis Patterson y Kristinne Kratovic. Todos esos han escapado de los Vigilantes durante años y finalmente se les fue la suerte— Dijo casi como si lo riera, lo que hizo que el presidente retorciera su sonrisa creando una mas enfermiza.

—Dos pájaros de un tiro ¿Eh? Nada mal.

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    Tras un par de semanas las cosas transcurren cómo debe de ser y todos ya se mostraban algo acostumbrados a nuestro nuevo hogar, los entrenamientos ahora son arduos y frecuentes, pero nos distraen de todo lo que pasó. Ángelus se ha recuperado rápida y totalmente de la herida de su ala, hasta parece haberlo olvidado, volvía a entrenar arduamente con Katrine. Me gusta verla feliz y llena de energía en verdad.

       Y al parecer no soy el único que está pendiente de Ángelus, el mismo Henry siempre está observándola y no intenta ocultarlo ahora, eso por alguna razón me molesta. Henry antes me intimidaba por su apariencia seria y fría, pero nunca me sentí amenazado por el hasta ahora.

—Celosito, Eric— Dijo Kristinne sacándome de mis pensamientos, haciendo que me diera cuenta de que estaba mirando a Henry quien vigilaba atentamente el entrenamiento de Ángelus— Después de todo como no, Henry es todo un Sex symbol— Comentó, relamiéndose sus carnosos labios.

       Kristinne Kratovic alguna vez fue realmente guapa, pero su pelo azul de estilo punk, las múltiples tatuajes y los piercings en la nariz, lengua, labios, cejas y ombligo se habían encargado de borrar cualquier rastro de belleza que pudiera tener. Además es una persona desagradable, de aquellas que nunca miden su lengua y se creen en el derecho de hacer o decir lo que quieran.

—¿Celoso de que? ¡No hables choreadas!— Le dije poniéndome colorado al haber sido pillado en mi inconciencia.

—Se que te trae la hija del arcángel Miguel— Respondió ella coqueta, poniendo su rostro muy cerca del mío lo que me puso la piel de gallina.

—Una, la hija del arcángel Miguel tiene nombre y es Ángelus, además si Katrine te viera hablando de las religiones arcaicas te partiría la cara— Respondí alejándome prudentemente de ella.

—Nombre que tu mismo le pusiste ¿Para que la quieres? ¿De novia o de mascota?— Preguntó, a lo que enrojecí casi instantáneamente y aunque nunca golpearía una mujer por primera vez tuve deseos de hacerlo.

—Vamos, deja ya tus locuras y procura entrenar que después presumes habilidades que no tienes— Dije en modo de respuesta, sin saber que ella quería en serio que le diera un puñetazo en la cara.

—¡Oye Eric! ¿¡En serio pretendes retar  a Henry?!— Gritó ella haciéndose la sorprendida, a lo que todos se detuvieron a mirarme y aunque mi padre siempre me dijo que golpear mujeres era cosa de maricones me estaba preguntando si matarlas lo era.

   Henry me miró y supe por sus ojos que no parecía estar de buen humor, tragué saliva y aunque quisiera no podía retirarme cómo un cobarde frente a todos.

—Quisiera pelear con vos— Dije tragándome saliva y deseoso de romper el cuello de aquella maldita peli azul, la mirada de Henry era densa y penetrante, pero no mostré miedo alguno.

—Está bien— Dijo, es la segunda vez que oí su voz y ahora que lo notaba era áspera, seca y cortante.

    Nos pusimos en un lugar espacioso para pelear y me sentí nervioso, después de todo ese chico podía levantar 300 kilos y lanzarlos lejos. Yo soy fuerte, pero realmente los combates cuerpo a cuerpo no son mi especialidad y seguramente si son los de Henry.

      Nos pusimos en posición de combate y ya tenia pensado que lo seria que optará por la defensiva, ya que seguramente su ofensiva me dejaría sin dientes. Todos habían dejado de entrenar o juguetear con las armas para ver el espectáculo, seguramente piensan en que flores van a dejar en mi tumba o en facilitarme la entrada del hospital, pues de una u otra forma no iba a salir ileso de esa pelea.

—¿Asustado?— Preguntó Henry, con una sonrisa desconocida en el, mientras damos vueltas tratando de alcanzarnos y de mantener los ojos fijos uno en el otro.

—Para nada ¿Y tu?— Es mentira, pero no pienso mostrar debilidad ante un enemigo.

—Tampoco— Dijo y segundos después me atacó.

     Logré esquivar el primer golpe, pero no la patada en el estomago que lo siguió y tampoco el puñetazo en la cara seguido de la patada. El dolor es muy fuerte, hasta parece que Henry está hecho de acero por lo duro y fuerte de los golpes, pero aun puedo mantenerme de pie y esquive el golpe siguiente.

     Intentó devolverle el puñetazo en la cara, pero este toma mi brazo y seguramente me lo rompe por el horrible dolor y me da otra patada que me derriba al suelo. Cómo lo supuse desde el principio no saldría ileso de ahí y otro golpe y mi vista se nubla.

*-*-*-*-*-*-*-*

  Abro los ojos sin entender que pasa con esa tenue luz que invade mis sentidos, me reconforta el que Ángelus estuviera cerca de mi cama cuidándome.

—¡Oh! Eric, ya despertaste al fin— Exclamó con su dulce sonrisa de niña pequeña.

—¿Que pasó?— Pregunte algo adolorido, pero entero.

—Henry te golpeó muy fuerte y la Dr. Harrison te tuvo que curar los huesos, estarás bien con reposo, según se ya no están rotos solo pasaras unos días adoloridos— Dijo ella con una sonrisa.

—Ya veo— Fue mi respuesta, me siento un gran imbécil, pero en cierta forma aliviado de estar vivo.

—Me alegra que estés bien, me sentí muy preocupada cuando perdiste el conocimiento— Dijo ella con tono de angustia,  lo que me hizo sonrojar.

«Ella se preocupa por mí»

— ¿Eh? Estoy bien ahora...— Respondo de inmediato, esperando que no noté lo rojo que estoy.

—Y me alegra— Dijo sonriente, para luego reír nerviosa— Perdona, aun tenía hambre y me comí tu sopa— Dijo como decepcionada de si misma y ahora me di cuenta de que tenia una cuenca con sopa en manos.

— No importa Ángelus, puedes comer mi comida si quieres y lo sabes— Dije acariciándole la cabeza, ya me estoy acostumbrando a pasar hambre por cederle mi plato de comida, además más negarle comida es como negarle agua al un hombre que ha sobrevivido sin ella en el desierto.
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     White Blood se estaba echando crema en la piel, era dependiente de esta si quería estar bajo el sol sin adquirir úlceras en la piel por culpa del albinismo. Hubiera sido completamente ciega si no fuera por los costosos tratamientos a los que le sometieron sus padres, aunque su visión no era normal por lo que había aprendido a fiarse mas de sus oídos y de los demás sentidos.

      Su recamara era simple no tenía más que los medicamentos que necesitaba en su mesita de noche y un peine, nada había sido modificado en su habitación seguía exactamente igual a cómo lo había dejado la persona que dormía allí cuando el laboratorio estaba en funcionamiento. No se había deshecho de ningún mueble y no había mas alteración que la ropa en el armario.

    White Blood aprendió que le gustaba la vida simple, no era necesario mucho espacio ni muchas cosas para alguien que no tenía familia propia, en realidad no juzgaba que los ricos quisieran ostentar— no se consideraba comunista—, pero si juzgaba la hambruna que pasaban otros por la opresión del gobierno.  Se echó en su cama, pero no pudo dormir ya estaba así hace días, desde que había ido por suplementos y le habían disparado a Ángelus. Ya podía ver el ataque, sentirlo y vivirlo, no podía dormir pensando en que era cuestión de tiempo para que los descubrieron porque seguramente tendría pesadillas.

   Su mayor miedo era dormirse y despertar otra vez en una celda cómo cuando era niña, le daba terror el volver a estar encerrada otra vez en un lugar así. Podía sentir a los Vigilantes aproximándose a su celda y ella sabía que pasaría por lo que se puso a temblar, llorar ygritar ¿Por qué no la ejecutaban y ya? Prefería morir, prefería la tortura, prefería que le sacaran la piel a tiras, prefería ser quemada viva, todo menos lo que iba a pasar... Cualquier cosa era mejor de lo que le avecinaba cuando el Vigilante entrará en su celda, cualquier cosa era mejor que sufrir esa clase de dolor

—¡No! ¡No! ¡Basta!— Gritaba, despertando de su pesadilla y cómo había predicho si cerraba los ojos tendría pesadillas.

     Inspeccionó detenidamente el lugar comprobando que no fuera una celda y que ningún Vigilante aparecería en medio de la noche para abusar de ella, suspiró aliviada y supo que ya no podía volver a dormir. Salió lentamente de su habitación, buscando no despertar a ninguno de los chicos que vivían en el mismo piso.

    Abandonó el edificio y al llegar afuera se sintió aliviada, dejó de sentir la opresión que le causaba estar entre cuatro paredes. Se ubicó bajo algún árbol en donde pudiera vislumbrar las estrellas, era una noche hermosa no había un canto del cielo que no estuviera cubierto de estrellas ¿Había cosa más majestuosa en ese mundo? La respuesta de White Blood, aunque no tuviera tan buena visión era no.

—¿Tampoco puedes dormir?— Preguntó una voz familiar, al voltear se encontró con los ojos esmeraldinos de Katrine.

—Si, al parecer el insomnio se está volviendo epidemia— Comentó tratando de ser graciosa, pero ni ella podía reír en ese momento.

      Katrine llevaba encima un kimono rojo de seda fina, seguramente lo conservaba de su época de famosa, su pelo estaba impecable cómo siempre., aunque trataba de hacerlo lucir rebelde.

—¿También te preocupa, verdad?— Preguntó White Blood sin mirarla a los ojos.

—¿Es obvio, no? Así destruyeron mi campamento y vine a parar aquí— Contestó con tono melancólico— ¿Sabes cuánto tiempo nos queda?

—Es difícil saberlo... Tal vez un mes, tal vez una semana, tal vez un día, tal vez un minuto— Respondió la peliblanca seria y apática, para no mostrar debilidad ante la pelirroja.

—Ya veo, nunca seremos tan certeros para evacuar el lugar a tiempo, además que viendo que no tenemos a donde ir... ¡Joder!— Le dio un golpe al árbol sintiéndose incapaz.

—Katrine... Se que no te agrado, pero te tengo una propuesta— Dijo White Blood aun sin mirarla a la cara.

—A ver ¿Qué tienes que pueda interesarme?— Preguntó como mofándose de la albina.

— Quiero hacerte la líder de mi campamento— Dijo al fin volteándose a ver a la pelirroja.





















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