Capítulo 3

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Sus palabras parecían estar suspendidas en el aire y resonaban como eco en mis oídos, como el pudo ver eso en mi, nadie me había dicho algo así...Nadie, hasta hoy.

-Tú no me conoces- dije

-Lo se- dijo ladeando la cabeza y regalándome la sonrisa mas hermosa y conciliadora del mundo, sus ojos en ese momento eran los mas tiernos y cálidos que podía apreciar, y solo por ese instante... solo por ese minúsculo instante... todo parecía perfecto.

-Y si lo sabes...como puedes decir todas esas cosas lindas sobre mi-

-Porque yo he visto en unos instantes a tu lado lo que él no ha visto en tres años- desvió la mirada y la poso sobre el cielo. Estaba aturdida, solo podía verlo y tratar de encontrar la burla en su rostro, pero...perecía que lo decía enserio, el estaba siendo sincero con migo. Llegar a esa conclusión me hizo sonrojar, así que hice lo mismo que el. Mire hacia el cielo.

No sé cuánto tiempo paso, ninguno de los dos dijo algo, solo mirábamos las nubes. El cielo. Pude sentir el dolor abandonar un poco mi cuerpo, mi mente parecía empezar a acomodarse y mis sentimientos, aunque doloridos, empezaban a instalarse en mi pecho. Y parecía que estarían ahí un largo, largo rato.

El cielo comenzó a tornarse un poco naranja y parecía dar una danza especial, parecía estar en una lucha donde debía escoger la luz o la obscuridad. Y todos ya sabían cuál sería el resultado.

-Debo irme- anuncie – es demasiado tarde.

-Tienes razón, ya es tarde y dije que solo saldría un rato- Y acto seguido se levanto y me tendió la mano- Fue verdaderamente un gusto haberme topado contigo el día de hoy- dijo regalándome una sonrisa

-El gusto es mío- dije sonrojándome y tomando su mano- Quiero darte las gracias por lo que has hecho hoy por mi. Por todo-

-No debes darme las gracias, recuerda que soy un caminante-

Sonreí- Lo se-

Aun después de despedirnos nos quedamos parados frente a frente, mirándonos. El cosquilleo reapareció en mi cuerpo pero esta vez era mas intenso, su mirada azul no me daba tregua, era como un imán que me atraía involuntariamente, y aun así me gustaba estarlo siendo.

-Adiós- dije en un momento de autocontrol. Me di la vuelta y comencé a caminar.

-Adiós- Escuche que decía tras de mi-... Amelia- Y el hecho de escuchar mi nombre de sus labios me hizo querer voltear, correr hacia el y abrazarlo.

"Que es lo que pasa con migo"

Camine a lo largo del parque, "dos manzanas" me repetí una y otra vez, dos manzanas y tendría que enfrentarme a las preguntas inquisidoras de mamá. ¿Que le diría al verme con los ojos rojos he hinchados? ¿Y si le mentía? Imposible, ella lo sabría.

"No es una opción, Diego se dio cuenta muy fácil, no digamos mamá".

Pensar en Diego me hizo pensar instintivamente en el azul, y no en cualquier azul, en el azul de sus profundos ojos. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba frente a casa, solo tenia que subir las escaleras de entrada. Contaba con un plan para no toparme con mamá. Ahora solo tenia que reunir el valor suficiente para poder lograrlo.

Inspire tan profundamente que sentí mis pulmones colapsar, y luego lo hice. Corrí, subí los escalones, abrí y cerré la puerta tan rápido como pude podía ver a mama en la cocina, tal vez estaba preparando la cena.

-Amelia, que bueno que has regresado, empezaba a preocuparme por ti- dijo dándose la vuelta y limpiándose las manos- Ya casi estará la cena, porque no subes te cambias y lavas las manos para poder cenar-

-Lo siento mama, pero no tengo apetito, me han dejado mucha tarea y quiero empezarla para no dormir hasta muy tarde- Mentí, por salir corriendo de la escuela no había podido sacar mi libro de matemáticas, literatura he historia, donde si tenía tarea. No quería que mama se diera cuenta así que comencé a subir los escalones.

Estaba a punto de entrar a mi recamara cuando mama hablo:

-Amelia, no puedes estudiar con el estomago vacío, tienes que comer un poco por lo menos- y su tono de voz no daba paso a debates.

-Está bien mama, bajare dentro de un rato a prepararme algo y comer en mi habitación-

-Confió en que lo harás Amelia,- y acto seguido mama se alejo de los escalones y se dirigió a la cocina.

Cuando entre en mi habitación me deje caer sobre la puerta cerrada. Lo había conseguido, no como lo había planeado pero lo había logrado, creo que agregar las volteretas sigilosas había sido demasiado para mi plan... algún día podre hacerlas.

Después de ducharme y derramar unas cuantas lagrimas más, me cambie a mi ropa de dormir, me mire al espejo y no reconocí mi rostro, mis ojos estaban muy hinchados y rojos y mis mejillas parecían haber sido pintadas por payasos, mis pequitas no se veían debajo de tanto rojo escarlata. Me veía horrible, como el simple hecho de llorar te podía poner así, no solo estaba destrozada por dentro, por fuera también lo estaba... toda yo era un desastre. Me prometí no volver a derramar una solo lágrima por el mismo dolor. Y no lo haría.

Baje a la cocina, ya era muy tarde así que mama debía de estar dormida, siempre cae como piedra por las noches y más cuando ha tenido días muy seguidos de trabajo en el hospital, pero nunca he escuchado que se queje.

Me prepare un sándwich de jamón, queso craft, queso crema, y mucha pero mucha mostaza, para muchos puede ser algo asqueroso, pero a mi me encantaba. Me serví jugo de manzana y subí a mi habitación. Engullí mi emparedado junto con el jugo de manzana.

Haciendo un análisis de los daños, me sentía mucho mejor, de hecho mejor de lo que hubiera imaginado, el dolor ya no era tan oprimente en mi pecho, ahora era un dolor...soportable, un dolor con el cual soy capas de respirar. Haber perdido el día de hoy el motivo de mis sonrisas tendría que tenerme destrozada, lo había perdido por mi culpa, yo no había podido hablar con el, yo era la miedosa, yo era la culpable, pero... Porque no me sentía así, porque no sentía perder la cabeza ante la idea de que ya no podría soñar con el dándome un beso bajo la luz de la luna, el ya no era mío, y por primera vez en dos años la realidad golpeo mi mente como un bate de beisbol... Yo nunca fui de él. Nunca fui de Andrés.

Reconocer la verdad, la verdad que siempre supe pero que no quería escuchar me había afectado, y mucho, pero había prometido no derramar mas lagrimas, y no rompería mi promesa.

Me obligue a pensar en otras cosas, tenía que pensar en que momento haría la tarea el día de mañana no podía arriesgarme a ganarme un reporte, tendría que enseñárselo a mama y ella estaría preguntando que había hecho cuando le había dicho que haría la tarea, si eso pasaba tendría que contarle todo a mama. No podía hacerlo, ¿Cómo saber si comprendería mi dolor? ¿Cómo saber si entendería el motivo del cual mentirle? Ganarme un reporte no era una opción. La tarea de mate podría hacerla durante el periodo de inglés, en matemáticas respondería las preguntas de historia y en el almuerzo haría el resumen de literatura. Todo estaría bien, planear siempre hacia parecer lo imposible en posible.

Tenia el fin de semana para poder afinar los detalles de mi plan, además, debía de pensar en como evitaría toparme con el, no quería pensar en el, pero debía, ¿Cómo pretendía no pensar en el cuando tenia que idear la manera de no toparme con el en la secundaria? Y peor aun, debía de tratar de mantener mi promesa de no llorar ante cada uno de los lugares que me recordarían mis días de felicidad pensando el y como seria hablar con el algún día... Ahora sé, ese día no llegará.

 Nunca.

Espero les haya gustado...


Un Café Por la Tarde©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora