CAPITULO 32

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Los días siguientes estuve más cerca de Diego que nunca, eran días difíciles, lo sometieron a varias pruebas... pero ninguna daba luz verde.

Aun esperábamos un donante, yo aún tenía esperanzas en encontrarlo.

.....

Recuerdo un día en el que Diego y yo estábamos sentados bajo el roble del parque, yo estaba levemente acurrucada en sus brazos y Diego jugueteaba con uno de mis rizos, sentía y escuchaba el latir de su corazón y me sentía como en casa, quería detener el tiempo y poder pasar una eternidad así, con Diego, entre sus brazos, viendo el hermoso atardecer, aspire su aroma y llene mis pulmones de él, por algún motivo deseaba no olvidar su aroma, quería poder recordarlo los días que no estuviera a mi lado.

-Recuerdas el día que nos conocimos- escuche la voz de Diego.

-Nunca olvidaría ese día- dije con una sonrisa en mis labios y elevando la mirada hasta que nuestros rostros estuvieron de frente y nuestros ojos se chocaron como dos constelaciones uniéndose, danzando la una con la otra hasta convertirse en una sola.

-Ni yo...- dijo sonriéndome de una forma tierna que jamás olvidare- pero yo ya te conocía-

Mis ojos se abrieron como platos, ¿cómo podía el ya conocerme?

-se que te preguntaras ¿Cómo es posible? Pero es cierto, un día antes mama y yo fuimos para solicitar mi traslado y te vi... estabas tan concentrada leyendo bajo el roble con tu cabello moviéndose alborotado con el viento y parecía que no te importaba, y me pregunte como seria estar a tu lado, luego sonreí porque sabía que tenía que conocerte.

Sentí como mi rostro pasaba por mil emociones, ¿Por qué todo siempre pasa frente a mi y nunca me doy cuenta?

-al día siguiente, tenía que presentarme para entregar unos papeles y la entrevista- sonrió mientras miraba al cielo- fui a buscarte, pero no estabas, así que decidí dejarlo al destino y mientras caminaba de regreso a la entrada principal vi como salías y las lágrimas rodaban por tus mejillas, me debatí entre ir tras de ti y no hacerlo, lo menos que deseaba era asustarte, pero no pude evitarlo así que te seguí, no me arrepiento de haberlo hecho.

-asi que tu fuiste desde el principio quien moldeo de cierta forma al destino- dije con una sonrisa.

Diego sonrió y su rostro bajo hasta quedar cerca del mío, sentí el escalofrió recorrer mi cuerpo y desee tener a diego aún más cerca, no sé porque sentía esa necesidad, sentía que sus besos ya no eran suficientes, deseaba más.

-y lo volvería a hacer con tal de conocerte- sus labios se unieron a los mios en un beso lento y apasionado, mis manos se aferraron a su camisa y sus manos se encarnaron en mi espalda, y en ese preciso momento, me di cuenta de que ambos deseábamos más.

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Un Café Por la Tarde©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora