CAPITULO 34

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Impotencia.

Eso sentía, impotencia de no poder hacer nada, y la espera aun carcomía mi cuerpo y se llevaba mi vida... no solo la de Diego.

La esperanza de que Diego viviera ahora eran mínimas, su corazón estaba muy débil, demasiado como para hacerlo respirar.

Solo con el recuerdo el dolor me lleno de inmediato sin dar tregua, la desesperación dio paso al dolor y luego al abismo, quería arráncame el corazón, ya no aguantaba sentir más.

Como es que tanto dolor y tanto amor puedes existir en un mismo cuerpo al mismo tiempo, mis uñas se encarnaban en mi pecho y sin poder evitarlo un grito de dolor puro salió de mí.

Lo estaba perdiendo, Diego poco a poco me estaba soltando y no podía hacer nada para detenerlo.

La idea me surco la mente como las moscas al pastel y por primera vez en dos días, sonreí.

Me puse ropa cómoda y me dirigí al hospital.

Entre sin que nadie se diera cuenta por la puerta de atrás

Subi los escalones y busque con mucha dificultad donde se encontraba la sala de medicamentos.

Mientras busco algún medicamento fuerte, regresan a mi todas las veces en que Diego me preguntaba qué era lo que hacía que estuviéramos juntos.

"destino o casualidad"

Ahora no sé qué es, no sé.

El destino es tan cruel como calculador y nos da lecciones de vida que muchas veces no entendemos.

Diego dijo que yo era su corazón y no sé porque razón lo dijo pero quiero ser su corazón... lo hare por él.

Por primera vez mi corazón y mi mente y mis sentidos y todo mi cuerpo están de acuerdo.

......

Mis parpados se abrieron pesados y perezosos.

Me siento terrible, siento que el estómago me quema y tengo nauseas, las luces son cegadoras y el dolor de cabeza me esta apresando.

Los últimos recuerdos asaltaron mi mente, todo llego golpeándome brutalmente, sin pensar en el dolor que me traería.

Lleve instintivamente una mano a mi corazón...aun palpitaba.

Estoy viva.

Las lágrimas salieron sin más con tanto dolor y desespero que todo mi ser lloro porque mis ojos no se daban abasto con tanto dolor.

¿Qué acaso no había podido matarme? ¿Tan idiota soy?

Quería poder hacer algo para ayudar a Diego, quería ser su corazón y no lo pude hacer.

Un sonido de profundo dolor salió por mi garganta.

-amelia- escuche la voz de mama

-Mama, ¿Cómo esta Diego?-

-preguntando por ti- dijo mirándome fijamente a los ojos- ¿Por qué Amelia, porque lo hiciste?- dijo con la voz quebrada

-Porque lo amo mama, lo amo tanto y nunca crei amar asi y ahora siento que ya no puedo, lo amo mama- dije llorando con desespero- mama lo amo y quiero ser su corazón, ¿Por qué no me dejaron hacerlo vivir? ¿Por qué?-

El dolor era insoportable, el llanto no paraba y sentía volverme loca, las emociones eran demasiadas que no podía acomodarlas ni enfrentarlas.

Y luego todo estaba obscuro y tranquilo.


Un Café Por la Tarde©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora