Caminamos por la orilla de la playa que se encontraba desolada, a mi me parecía perfecta. Sentí la arena mojada en mis pies, ambos nos habíamos quitado los zapatos minutos antes y caminábamos descalzos con nuestras manos entrelazadas.
Vi que frente a nosotros se encontraba una pequeña concha de color rosa, solté la mano de Diego y camine hasta ella, se encontraba muy cerca de la orilla, estaba a punto de llegar cuando una ola azoto de forma violenta la orilla y logro que perdiera el equilibrio, caí en la arena mojada que amortiguo la caída, cuando intente levantarme la ola que regresaba de la orilla volvió a golpearme y esta vez logro mojarme al completo. Me quede sentada, sin saber que hacer, cuando la ola se alejo lo suficiente pude vislumbrar que junto a mi pie se encontraba la hermosa concha, arrugue la nariz en su dirección y me cruce de brazos, no la recogería después que por su culpa estaba completamente empapada.
Diego se paro frente a mi y luego se puso de cuclillas, cogió la concha y clavo su mirada azulada en mi mirada. Mi rostro se puso rojo y sentí la vergüenza apoderarse de mi, Diego observo todo, vio mi caída y mi pequeña rabieta con la concha.
-Para ser tan linda, causa muchos problemas ¿No lo crees?- una gran sonrisa surco su rostro y mi enojo se hizo mas grande.
¿Acaso estaba burlándose de mi?
Achique los ojos en su dirección y pude ver como procuraba no soltar una carcajada, sus ojos se elevaban al cielo y la concha permanecía entre sus dedos.
Eleve una ceja y vi mi momento de venganza, sujete mi cabello que milagrosamente no se había mojado, una sonrisa se apodero de mi rostro.
Diego me observo y no pudo contenerse mas, la carcajada fue tan grande que me sobresalto, pero no duro mucho ya que una segunda ola lo golpeo, mi venganza se estaba cumpliendo, abrí mucho los ojos al darme cuenta de que Diego había perdido el equilibrio, en cuestión de segundos su cuerpo fue lanzado hacia mi, callo con tanta fuerza que esta vez, la arena no pudo ayudarme, sino que al contrario se clavo en mi, la ola regreso y esta vez, nos mojo a ambos.
El brazo de Diego paso por debajo de mis costillas y me elevo un poco de la arena, abrí los ojos y me encontré con la mirada preocupada de Diego.
-Amelia, ¿Te encuentras bien?-
No lo pude evitar y empecé a reír y reír, me senté, Diego se sentó a mi lado, lo mire y el me miraba extrañado, reí con mas fuerza sosteniendo mi estomago, todo me parecía tan cómico, Diego empezó a reír a mi lado, ambos nos carcajeamos hasta que otra ola amenazo con azotarnos a ambos, nos pusimos de pie rápidamente y corrimos hacia un lugar seguro.
-Si, ya lo creo que causa problemas- dije aun divertida a Diego. Nos encontrábamos cerca de una enorme roca, uno frente al otro, ambos nos sonreíamos, toque mi cabello, estaba empapado. Diego se acerco a mi y con ambas manos coloco mi cabello detrás de mis hombros y lo escurrió. Mis ojos no se despegaron de su rostro, parecía muy concentrado en su tarea, recoloco algunos mechones de cabello rizado en su lugar y poso su mirada en la mía, sus manos se colocaron en mi cuello, y su calor invadió mi cuerpo, me abrigo.
Estaba muy nerviosa, no sabia que hacer o decir, así que dije lo primero que se vino a mi cabeza.
-menuda concha ¿he?- mi voz parecía la de un pollo a punto de ser degollado, Diego rio y soltó mi cuello para recostarse en la roca.
-¿Qué te ha parecido el viaje en moto?- dijo mirándome divertido. Me pare frente a el y alise mi vestido.
- Educativo... ¿creo?- a decir verdad no me pareció algo de otro mundo o peligroso, bueno al menos no tanto, si lograba obviar el menudo problema de que podía caer por ambos lados si no me sujetaba lo suficiente, además tenia que aprender a como controlar mi fuerza a la ora de sujetarme y...
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Un Café Por la Tarde©
Teen Fictionsi tuviera que describir el amor... ahora, que han pasado tantos años, diría que es inusual, mágico, inesperado, doloroso.... pero nunca diría que es complicado. ahora que lo pienso, siempre fue el destino o tal vez la casualidad, la que me llevo es...