CAPITULO 35

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Camine directamente hacia la habitación de Diego, me quede frente a él, estaba tan tranquilo, y los aparatos que lo ayudaban a respirar hacían un ruido apenas perceptible pero relajante.

Y no se porque, a mi mente llego la lista que escribi con los pasos paro conquistar a Andres, y sentí el nudo en la garganta, había realizado cada uno de los pasos y en el tiempo indicado sin darme cuenta, todo lo había hecho con Diego.

Me senté a su lado y tome su mano, hoy me dieron de alta después de tres días en observación.

Una enfermera entro y camino hacia diego para verificar que todo esta bien, cambio la bolsa de suero y antes de retirarse nos miró y me sonrió para luego salir de la habitación.

Odiaba cuando las enfermeras entraban a la habitación, siempre me miraban con lastima, como si con ese gesto me consolaran y dieran fuerzas.

La mano de Diego aun era tan cálida y firme y suave.

-lo siento Diego, no pude ayudarte, lo siento- dije en un susurro.

-Te amo Amelia, recuerda que soy un caminante-

Las lágrimas salieron sin cesar de mis ojos.

-ven... acuéstate a mi lado- dijo en un susurro, aun le costaba hablar a causa de la falta de oxígeno.

Me acurruque a su lado, Diego me miró fijamente a los ojos y tomo entre sus manos la concha que colgaba de mi cuello

-gracias por permitirme amarte, gracias porque a tu lado viví los momentos más felices de mi vida, gracias por ser mi corazón, gracias por amarme como sé que me amas Amelia-

Las lágrimas salían de mis ojos mojando levemente la ropa de Diego.

-Te amo Diego- me eleve en un codo y mis labios rozaron los suyos.

-Bésame, Amelia-

Lo mire directo a los ojos y lo bese, mi lengua acaricio su lengua y sentía que era el último beso que le daría a Diego.

Mis lágrimas caían una por una sobre sus mejillas.

Nuestras frentes se tocaron y en ese momento lo supe.

Me acurruque de nuevo en su pecho y sentí de nuevo, como aquel día bajo el roble, el latir de su corazón.

Ninguno de los dos volvió a hablar, solo nos sentíamos, sentíamos nuestra respiración, nuestro cuerpo.

Los recuerdos abordaron y me llevaron a cada uno de los momentos que pase junto a Diego, cuando nos conocimos, nuestro primer beso, nuestra primera sonrisa, la estúpida concha también, nuestro primer te amo, nuestra primera vez, y por primera vez en muchos días... sonreí.

Luego el cansancio de los días me llevo a cerrar los ojos y sumirme en un sueño profundo.

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Un Café Por la Tarde©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora