Capítulo 7

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Diego sostenía ambas mochilas en su hombro, tratando de que no cayeran al suelo, mientras que reía con una chica, una chica que conocía, que podría reconocer en cualquier lugar del mundo. Aun tenía mi lápiz de pandas.

Reían por algo que ella decía, y sentí estar viviendo una clase de dejavú, no, parecía estar viviendo un pasado no muy lejano, un pasado de tan solo cuatro días, el recuerdo me asalto y todo parecía estar ocurriendo de la misma manera, ¿acaso yo no le caía bien? ¿Tanto me odiaba?, primero había sido Andrés y ¿ahora Diego?, ¿que tiene ella?, ¿que no tengo yo?, ¿Qué hay de malo en mi? Al parecer, el destino pretendía no solo dejarme sin corazón y con el alma escondida en alguna parte de mi ser, también quería matar mi ego, mi orgullo y dejar que mi cuerpo se desangrara y desgarrara por dentro.

Pero esta vez algo cambio, algo fue diferente.

Diego me vio.

Volvió la mirada hacia el pasillo donde me encontraba parada como una piedra, donde estaba tratando de que la fuerza de gravedad no atrajera más que a mis pies al suelo. Sonrió y camino hacia mi pero conforme se acercaba su rostro perdía la sonrisa y sus pasos se hacían cada vez más rápidos.

-¿Qué ha pasado?- Dijo parándose frente a mí, la chica debió notar el cambio de Diego porque camino y se ubico a un costado de él, su mirada parecía querer descifrar la escena, encontrar el motivo.

Ella era el motivo.

-No... y-yo- dije tartamudeando, mis ojos encontraron los ojos azules de Diego que trataban de encontrar el motivo de mi actitud, tenia que irme, salir de ahí, pero sus intensos ojos azules me tenían prisionera, no podía apartar la mirada, no quería apartar la mirada.

-Claro -dijo ella- yo te conozco- que la tierra me tragara- tu vas conmigo en biología- dijo con una sonrisa en el rostro, yo la veía, tratando de imaginar que ella no había recordado mi rostro, que no me había reconocido- toma- dijo sacando un lápiz de panda de su lindo cabello rubio- esto es tuyo, lamento mucho no dártelo pero pensaba en darte las gracias hoy en el periodo de biología.

Diego, que no había apartado la vista de mi abrió los ojos como plato al descubrir el motivo de mi actitud, ayer mientras estábamos en clase de teatro había salido de la nada el tema de los lápiz y sin querer, le había contado la historia.

-No sabia que ya tenias una amiga Diego- dijo volteándose a el y dándole una sonrisa que escondía un secreto- Te ves realmente linda en ese vestido, yo nunca logro que me queden tan bien- dijo regalándome una sonrisa de amistad y encogiéndose de hombros.

Diego parecía estar pensando en todo porque picaba su nariz y dividía su vista entre las dos.

-Diego!! Que mal educado eres- dijo dándole una mirada de reproche- Mi nombre es Elena soy prima de Diego, mucho gusto de conocerte, creí que Diego tardaría en encontrar compañía pero creo que me he equivocado. Tú te llamas Amelia verdad.

- Si –dije, aun no podía creer lo que pasaba. Definitivamente el destino estaba en mi contra, que va, me odia. "Mi nombre es Elena soy prima de Diego", Mi mente aun estaba procesando toda la información. De los cientos que conformábamos esta masa estudiantil, ella tenia que ser su prima, precisamente ella. Elena.

Diego me miraba como si estuviera esperando una reacción de mi parte, sus ojos me escrutaban y mandaban millones de mensajes que no pude descifrar.

-Lo siento mucho- dijo mirándome a mi, luego poso su vista en Elena- Sabes que soy muy distraído-

Elena sonrió, al parecer muy complacida.

-Lo se, Am...-

-Elena ¿que haces aquí?-

Los tres nos sobresaltamos y giramos para ver de quien era la voz que hablaba.

Por favor dios mío que no sea...

-Andrés!!! Estoy hablando con Diego, ¿os conocéis?- dijo caminando hacia el y tomando su mano.

Tenia un plan, un plan para no verlo, para no toparme con el, y se había esfumado, todo se había perdido, dos años estando a una distancia prudente de el, solo observándolo, tratando de retrasar el día, que sabia, llegaría, y cuando sucediera seria perfecto. Un día que había llegado, que estaba siendo todo menos perfecto. Menos... feliz.

Sentí el suelo dar vueltas, mi cuerpo se aguado, parecía haberse convertido en gelatina.

Andrés estaba a solo tres pasos de mi, nunca antes tan cerca, mi respiración y mi pulso parecían haber comenzado una carrera de formula uno. Mi sangre bombeaba tan rápido que sentía el cerebro sobre oxigenado.

-Todo estará bien- dijo Diego en un susurro- puedes hacerlo-

Lo vi y estoy segura que mi rostro y mis ojos suplicaban salir de ahí, desaparecer, que todo aquello terminara de una vez por todas. No soportaba verlo con otra. Con Elena.

La voz de Andrés me hizo regresar a la realidad.

-Si, ya nos conocimos en matemáticas el día de ayer, tenemos tres clases juntos- dijo regalándole una sonrisa a Elena, que luego le dio a Diego para remarcar lo dicho y que luego...me dio a mi. Sus ojos café, sus hermosos ojos café me miraban con incredulidad- ¿Amelia?

La sangre literalmente dejo de fluir por mi torrente sanguíneo, y olvide como respirar.

¡¡¡¡¡Dios mío!!!!, sabe mi nombre, oh mi Dios, lo sabe!!!!!!

-Yo... si, yo-

-Si es Amelia- dijo Diego encogiéndose de hombros- Somos compañeros en Geografía y Teatro-

-¿Desde cuando te gusta el teatro?- dijo Elena

-Desde que he visto el cascanueces la navidad pasada, creo que es muy interesante-

-Si, a mi también me parece muy interesante, aunque ¿tu no pareces del tipo de chica que gusta del teatro Amelia?

-Leí un libro de teatro este verano y he quedado fascinada- dije en un susurro, bajando la vista, mi cara parecía un tomate. ¿Estaba conversando con Andrés? Teníamos una conversación!!!!

-Tienes razón, el teatro es realmente fascinante, aunque, tú eres muy buena en todo lo que haces, siempre sacas sobresalientes en todos las materias. Lo se porque siempre ayudo en secretaria a ordenar las boletas-

-Bueno, entonces serás mi nueva tutora, claro si tu estas de acuerdo- dijo Elena guiñándome un ojo.

-Yo... bueno-

-Creo que es hora de irnos- dijo Diego, tomándome del brazo- hemos perdido una clase y no podemos perder otra.

- Esta bien nos veremos después- dijo Elena, elevando una de sus manos para despedirse de ambos- Nos veremos en el almuerzo- grito a nuestras espaldas.

Diego aun me llevaba del brazo, y se lo agradecía, no me consideraba apta aun para poder cargar con mi peso, todo lo que había ocurrido aun se estaba abriendo paso en mi cerebro, la realidad de todo aun no me golpeaba, pero sabia que al hacerlo, seria con su mejor golpe.

Espero la historia los este emocionando tanto como me emociono a mi al hacerlo


Un Café Por la Tarde©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora