Capítulo 25

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Capítulo 25

-No lo entiendo.

- ¿El qué no entiendes, Ryan? No es tan difícil.

-No entiendo cómo has podido llegar hacer esa locura.

-Eso ya lo dijiste una vez y te lo expliqué. No hace falta que entiendas nada más.

Me doy la vuelta y termino de bajar las escaleras. Abajo ya nos esperan los dos hermanos. Los cuatro salimos de la casa y vamos al lago. Allí, extendemos unas toallas en el césped y Lana y yo nos sentamos en ellas, mientras que Ryan y Will se ponen a jugar al fútbol.

- ¿No te quitas la camisola? –Me pregunta Lana.

Niego con la cabeza.

-Estoy bien así.

Ella se encoge de hombros y se pone a leer una revista, mientras yo me tumbo en la toalla y cierro en los ojos, disfrutando del silencio y del canto de los pájaros.

Una sombra me tapa el poco sol que me daba, por lo que abro los ojos, topándome con Ryan sonriendo maliciosamente. Me siento en la toalla.

-Princesa, si estás intentando tomar el sol será mejor que te quites esa camisa.

-No quiero tomar el sol, ¿por qué no te vas? –Le doy una sonrisa falsa.

-Vamos, princesa, muéstranos ese cuerpo que tienes.

-En tu vida, Ryan. –Vuelvo a tumbarme y a cerrar los ojos.

A lo mejor así se va y me deja un rato tranquila, aunque tampoco es que me moleste su presencia.

Entonces siento una mano por mi cintura y otra por mis hombros.

Suelto un grito de sorpresa al sentir que me elevan y me pegan a un pecho bien formado.

Abro los ojos y me encuentro a Ryan sonriendo y aguantando la risa.

- ¡Ryan, no! –Exclamo al ver que empieza a correr en dirección al lago.

-Oh, sí. –Dice riendo.

Cuando a él le llega el agua por la rodilla y pienso que me va a tirar, hace lo que menos pienso, me baja con cuidado me baja, mis pies tocan el agua fría, haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo.

Vaya, al parecer Ryan ha escuchado mis súplicas, no es tan malo como pensaba.

Y entonces, cuando menos me lo esperaba, Ryan me coge de la cintura y me empuja, haciendo que los dos caigamos al agua.

Oh, no, traidor.

Salgo del agua tosiendo por el agua que he tragado, busco a Ryan para gritarle, pero no le encuentro.

Algo coge mi pie haciendo que chille y pegue un salto.

Ryan sale del agua riéndose y retorciéndose de la risa.

- ¡Te odio! ¡Dios mira se me ha pegado la camisa al cuerpo! ¡Imbécil! –Le grito.

-No me odias, y eso no hace falta que me lo digas. –Contesta mirándome las tetas.

Me sonrojo y rápidamente me tapo con los brazos mis pechos.

Él suelta una carcajada.

Pongo los ojos en blanco, esquivándole, paso por su lado y comienzo a salir del lago.

Cuando ya estoy en tierra, en vez de caminar hacia los dos hermanos, camino hacia unas rocas.

Ahora mismo me apetece estar sola.

Rebecca RobinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora