VEINTITRÉS

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Creí que una vez aclarado todo con Daniel, me había sacado un peso más de encima en mi vida, pero tal parece que una vez más me equivoqué. Alex fue derivado a otra zona de Sub Terra. Por lo que me contó Diego, su reubicación fue voluntaria y sospecho (Aunque tal vez peco de egocéntrica) que pudo haber sido por mí. Nuestra zona le agradaba mucho y nunca dio señales de lo contrario, el único motivo por el cual podría cambiarse sería que algo muy importante hubiese ocurrido, y por lo que logré enterarme nada había pasado, solo habló con la general, firmó sus papeles y se fue.

Pienso que pudo haber sido por mi ya que después del día del beso, desaparecí por más de una semana y aunque suene como muy poco tiempo, el hecho de que después de ese día no supiera nada más de mi paradero pudo darle a entender cosas que no tienen nada que ver con lo que siento por él.

Para las personas relativamente normales cosas así no pasan.

Es bastante de noche y mi llegada y estadía en la cama por esta jornada se ha hecho eterna. Tomo conciencia de que no dormí en toda la noche cuando la vida se comienza a manifestar con los pasos que siento bajo mi ático o habitación o entretecho, o como más les agrade llamarlo.

Me levanto con pereza y mis músculos comienzan a quejarse del ejercicio de ayer en el entrenamiento. Después de varios días (si no fueron semanas) sin tener ninguna clase de sobre carga física comienzan a cobrar factura.

Con un poco de molestia en las piernas termino por levantarme de la cama, me visto y camino hacia el baño; en mi breve trayecto me encuentro con la señora Clementina, la que me pregunta por qué estaba despierta tan temprano, a lo que le respondo que es casi natural que me levante temprano.

Un par de intercambios de palabras cordiales más y la conversación termina.

Entre mis últimas reflexiones nocturna queda un pensamiento dando vueltas. Pienso en cómo es la gente aquí, como actúan todos después de un choque emocional tan fuerte como fue el Verde Karma. Por lo que he visto, la vida parece relativamente normal, las relaciones humanas estándar no han cambiado para la gente sin problemas. La verdad es que no recuerdo como era antes de todo esto. No sé si era una persona sociable o más bien introvertida; recuerdo que una vez le pregunte eso a Matt y me dijo que al menos el me conoció muy callada, incluso rozando la timidez. No se lo pregunte a nadie más. Más que nada porque toda esta mierda del Verde Karma se adelantó a mi indagación, sin embargo he hecho mis propias conclusiones.

Mientras el agua corre por mi piel y por mi cabello que parece más largo bajo la ducha, pienso en esas teorías. Según mi humilde criterio, esta época de crisis no da la oportunidad de sociabilizar y gastar oxígeno en un desconocido para saber quién es quién, así que considerando ese contexto, no lo hago tan mal.

El tema de ser sociable, por ejemplo para Alex, era solo en casos de extrema necesidad o solo con personas que pertenecen a una excepción a la regla de la demás gente del mundo: personas que le interesen.

¿Por qué le habré interesado?

Tengo algo de potencial físico, pero sé que Alex al fijarse en alguien ve algo más allá de lo banal, de lo básico. En nuestras conversaciones lo recalcaba.

Y ahora, ya no está.

El problema aquí fue ensimismarme demasiado, no hablar, no pensar en que ocurriría si me borro del mapa con los pocos que me rodean, y supongo que algo me consideran en sus vidas. Con ese pensamiento también recuerdo a Andrés, cómo la estará pasando con lo de Sofía? ¿Qué habrá pensado después de que no aparecí en el cuarto al otro día?

Creo que es lo bastante inteligente como para haberlo intuido antes de mi partida.

Luego de ducharme, me vestí y recién tomé consciencia de que hora era: 5.30 de la mañana. Aproveché el impulso para salir a trotar en dirección al gimnasio.

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