VEINTISIETE

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Llegó el viernes y se me acababa el tiempo. Tenía hasta el sábado en la noche para averiguar dónde podía estar Alex o al menos intentar dilucidar qué lugar indicaba el papel con el kanji. Los días en el entrenamiento pasaron sin pena ni gloria; por suerte, las marcas de la pelea con Fer no fueron tan notorias y lograron mimetizarse con las heridas que ya tenía desde hace un par de días atrás. En medio de los entrenamientos hubo un momento de tensión, ya que la general llamó a Fernanda para preguntarle que le sucedió en el rostro. Quedó con un moretón significativo en la mejilla izquierda y una cicatriz en la nariz, la que cubrió con una venda. Al parecer inventó una excusa, que en verdad no me interesa descubrir. Lo que sé es que, si hubiera dicho que peleamos, ambas estaríamos fuera del ejercito con las amonestaciones correspondientes, así que bien por ella y bien por mí.

También traté de hablar con Diego. Aunque seguía serio conmigo por nuestra conversación en casa, logré convencerlo de juntarnos en la tarde para charlar. El chico aceptó encantado, no importaba cuanto tiempo podía fingir estar algo indignado, Diego es Diego y jamás se resiste en ser como es: El típico chico bonachón, muy amigo de sus amigos y al parecer, creo que me encontraba en la lista de privilegiados.

Quería hablar con él para saber si me ayudaba a dilucidar a qué lugar se refería el papel y si me podía prestar algo de su armamento. Con lo de la otra vez aprendí que debo estar siempre preparada a recibir lo que sea y defenderme ante lo que sea.

Fue un día como cualquier otro, sin embargo, al llegar a mi habitación, un sonido intermitente y agudo que provenía de la cómoda llamó mi atención. Al revisar era nada más ni nada menos que el pequeño comunicador que Dani me había dado hace tiempo atrás. Lo busqué rápidamente siguiendo el sonido, al encontrar el aparatito apreté uno de los botones laterales, activando así el pequeño proyector que mostraba el comunicado:

"Necesito tu ayuda. ¿Puedes venir mañana a CIB?"

La pregunta me complicó un poco. Estaba en medio de mi investigación y al día siguiente iba a conseguir armamento con Diego para no ir tan desprotegida en busca de Alexander, así que le respondí rápido que no podía. La cajita no tardó en manifestarse con la respuesta de Daniel:

"Si no puedes mañana ¿Puedes venir hoy? Necesito saber un par de cosas a la brevedad"

Lo pienso un poco y cuando estuve a punto de responder que no, una idea brota de mi cabeza. Ya que aún no resolvía el acertijo del papel y Daniel conoce mejor Sub Terra que yo, él podría ayudarme a encontrar el lugar que busco o al menos darme indicios de donde puede estar. Claro, todo esto evitando contextualizarlo demasiado. Tampoco quería que se entrometiera tanto en mis asuntos. Entonces, finalmente teclee en el comunicador:

"A las 5 estoy allí"

~o~

El doctor Contreras me esperaba fuera de CIB, se veía como siempre, pero al hablarle se sentía con un aire distinto. Se podía apreciar una liviandad en sus palabras que hace tiempo no veía.

Al parecer estaba menos atareado según lo que me contaba. El peso del caso de D-12 era cada vez más livianos, aunque la comunicación con Matt no está según Danny a la vuelta de la esquina, estaban más cerca que en un comienzo.

Antes de saludarme, como me esperaba, lo primero que escuché de la boca de Danny fue preocupación:

—Pero ¿Qué te pasó en el rostro? ¿Fuiste a médico? ¿Te sientes bien?

—Quédate tranquilo, esto ya tiene un par de días, ya no me molesta casi nada. Me atendí— Dije engañando un poco al chico para que no se preocupara más de lo que debía— y ahora estoy bien. Lo que me pasó no vale ni la pena mencionarlo.

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