TREINTA

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Izquierda, derecha, bloqueo, patada. Jab, bloqueo, bloqueo, directo.

La noche estaba fresca, hacía algo de frío, pero el calor de mi cuerpo contrastaba esa sensación térmica mientras rendía mi segunda pelea.

Totalmente fuera de mis expectativas logre ganar el primer combate. Mi primer contrincante era un tipo relativamente flaco, no tenía mucha más masa muscular que yo, pero era ágil, lo cual hizo que lograra superarme en varias oportunidades. A pesar de todo, con una buena estrategia y fuerza logré vencerlo con una patada alta que logró aturdirlo lo suficiente como para darme la victoria.

Después de eso me tocó ser espectadora de los siguientes combates. Luego de dos peleas muy desiguales, fue el turno de Alex.

Con la misma agilidad que mi contendiente pero con tres veces más fuerza que él, ganó su batalla con una combinación de un apper conectado limpiamente y una patada lateral. Fue una de las peleas que sacó más gritos en el público, pues ambos tenían buena técnica y se dejaba ver que la victoria recaería en el que tuviese más resistencia.

Izquierda, derecha, distancia.

Analizo la jugada, pienso, actuó, reacciono, bloqueo.

Ahora estaba peleando contra Amanda, la chica que me dio (literalmente) el último empujón y razón de peso para entrar a este pequeño torneo. Al entrar a la arena no sabia si estaba caminando en una pasarela o iba entrando a pelear. Se sacó su ajustada camiseta y quedó con su peto deportivo, mientras lo hacía miró sugerentemente a mi chico de los nun chakus. Su actitud burlona y su coqueteo a Alex fueron la chispa que necesitaba mi guerrera interna para apoderarse de mi.

Ágil, fuerte, segura, demasiado segura tal vez; creo que es la mejor definición de mi oponente. Su juego era ofensivo y rápido. Aunque se podía ver desde 15 kilómetros de distancia que era una perra, era una oponente respetable.

Mi juego se basaba en sólo defensa hasta que llegó un punto donde mi guardia bajo mucho y conectó un puñetazo en el lado de la cara donde mi pómulo estaba hundido y aun tenía algo herido, como recordándome con rencor todo lo que pasé antes de llegar aquí. Cuando iba a tomar distancia, me di cuenta que estaba acorralada. Su arrogante cara y ella creían tener la victoria en su bolsillo, pero ella no sabía de mi dos cosas:

Primero, que mi paciencia acababa rápido y segundo, que soy una buena mentirosa, cuando me lo proponía.

Bajé algo la guardia he hice un gesto de derrota, baje un poco el rostro; mientras la actitud de triunfo anticipado de Amanda tomaba fuerza, sutilmente tomé aire firme y arremetí con cuatro golpes , los primeros en toda la batalla con mi fuerza real, avanzando implacable.

Una al vientre que la desestabilizó y las otras tres al rostro, siendo la más efectiva la última que fue a parar a su mandíbula. Hubiera conectado con mejor habilidad más golpes, pero pelear dejándome llevar por la ira no siempre tiene el efecto que exactamente quiero, aunque logré lo principal: Bajarle los humos de la cabeza.

Su seguridad en menos de diez segundos se fue al carajo y reviví una batalla que parecía tener un final aburrido y predecible. Ahora la sonrisa arrogante estaba en mis labios y debo admitirlo, es una sensación asquerosamente exquisita y adictiva.

Luego de eso, su gesto no volvió a la arrogancia de un inicio en toda la pelea. Entró rauda con una patada alta que esquive agachándome rápido, respondiendo con un par de puñetazos y aplicando una barrida decente que casi la hizo caer.

Volvió a los golpes con las extremidades superiores y aunque su técnica no era tan buena, mantuvimos un reñido vaivén, casi de pregunta respuesta; después intentó engancharme para golpear a gusto mi cara, pero me zafé de su agarre a tiempo. Sin embargo, cuando intenté entrar del mismo modo a atacar, pasó rápidamente por mi costado izquierdo y en una jugada muy sucia, me atacó por la espalda con una patada.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2017 ⏰

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