—¡El humo! ¡Se filtró el humo!- Grita Kiara corriendo hacia nosotros. La noticia nos impacta, debemos correr ya, el reloj de la muerte comienza a andar.
El terror atraviesa mis ojos, si el humo se acerca, es claro que perderemos a alguien más esta tarde de sábado. Tomo aire, respiro unas amplias bocanadas de lo poco de aire limpio que nos queda, cierro los ojos y rápidamente me pongo de pie al igual que mis compañeros y con sequedad digo:
—Busquen sus cosas, nos vamos.
Todos corren, todos corremos, me muevo rápido y busco mi mochila, saco el kit de emergencias, un tanque de oxigeno que habíamos dejado en un mueble viejo y deteriorado, por el gas que antes rondaba por la casa en la que nos refugiamos y que tal parece ha vuelto para quedarse en ella, el cortavientos de mi padre, mis lentes, 5 mascarillas desechables, y mi mascara para conectar la vía de oxigeno y mi pañoleta de la suerte, el ultimo recuerdo de mi vida antes de todo esto. Un día estas preocupado por una presentación o en un trabajo o estudiando para un examen y al otro, corres por tu vida.
Cubro mi boca y nariz con la pañoleta con olor a juventud, colonia frutal, perfume suave de hombre, cabello recién lavado que aun se mantiene en ella.
—!Cállate mente estúpida! ahora limítate a guardar las cosas y, no se, solo si quieres ¡CORRE!
Despabilo, cojo el bolso y me voy al living donde me encuentro con el equipo, les entrego sus mascarillas desechables, nos miramos de reojo y nos preparamos para correr al auto. Joseph se aleja de nosotros medio metro y se dirige a la puerta, llamándonos a salir. Él es el más chico del grupo pero siempre es el más osado ante el peligro.
Detrás de Joseph, me afirmo de su abrigo y todos hacen lo mismo, nos ponemos en fila y nos afirmamos del de adelante, para no perdernos una vez en la niebla. Listos todos, susurro en su oído: Cuando estés listo.
Sin rechistar, abre la puerta de golpe y corremos al auto, y más que correr, volamos al auto y abrimos y cerramos las puertas lo más rápido posible. Dentro del vehículo se filtra un poco de la niebla venenosa y Nelson abre su vía de oxigeno y la esparce ligeramente por el aire y las figuras aterradoras verdes que se formaban en el aire se extinguen dejando una mancha pegajosa dentro del vehículo. Descubrimos esta propiedad del oxígeno puro contra la niebla verde hace menos de un año y nos ha salvado el pellejo a todos en muchas ocasiones. Hecho esto, Nelson me mira y sonríe para tranquilizarme, sabe lo que pienso, sabe que temo a perder a uno más, pero no, lo hemos logrado, nos salvamos por otros 10 o 15 minutos y debemos ser rápidos. Kiara enciende el motor y arrancamos a ningún lado, pero si nos mantenemos en movimiento, podríamos encontrar la posibilidad de salir de Santiago. Esta capital es básicamente un agujero donde se acumula esta mierda asesina y donde se acumulan más y más cuerpos.
Javier que ha quedado en segundo plano, después de un buen rato dice: La última vez que fui a la bencinera a llenar varios bidones de repuesto vi a lo lejos un lugar que se veía más despejado, podríamos acercarnos ahí, total, no perdemos nada...
Eso me da un brillo de esperanza y le digo a Kiara que se deje guiar por Javier.
Javier nos orienta, él ha encontrado nuestros últimos 3 hogares temporales y han estado bien hasta el momento, pero por desgracia, la niebla ha sido mas rápida y como siempre, esos refugios quedan en lo que son: "Temporales".
Mi nombre es Valentina, y he logrado sobrevivir hasta el momento 7 años 1 mes y 29 días a una catástrofe química que, al parecer, ha destruido a la mayor parte de la humanidad. Todo esto comenzó una tarde de domingo, estaba en casa, estaba con mi madre y mi hermana; las noticias hace semanas entre su programación habitual habían informado de manera muy superficial sobre atentados a países aliados de la potencia mundial: Estados Unidos, de parte de una agrupación político-religiosa de oriente medio, donde se reinició un periodo de enfrentamientos bélicos civiles. Sin embargo ningún noticiero o diario había hecho mayor hincapié a aquello, por lo tanto, a nadie del otro lado del mundo le interesaba en gran cantidad.
De pronto, una sirena se escucha en las calles, a lo que mi pequeña hermana dice: "¡Mami! el cañonazo de las 12 suena en la tarde también".
En la patrulla de bomberos a las 12 del día sonaba una alarma parecida, pero la de ese momento hacía un sonido intermitente, un ruido que te hacia levantar del sofá y te decía a gritos que algo andaba mal.
Miré extrañada a la ventana y veo que una masa verde se acerca a la casa desde el poniente, mi madre al verla se alarma y corre tomándonos de la muñeca a ambas.
Todo el barrio estaba fuera de sus casas, escapando del rumor de color que se acercaba. Lo que más recuerdo eran las voces, los gritos, el pánico, la histeria colectiva, el dolor de mi muñeca con los firmes tirones de mi madre. Como el resto de la multitud, corrimos hacia el cerro, pero el caos, el ajetreo de la multitud, hicieron que mi pequeña hermana se soltara de las manos de mi madre. Ella y yo con desesperación la buscamos entre la estampida de personas, finalmente, mi madre se aleja un poco de mi y la encuentra, pero en ese momento, la estela de humo espeso estaba demasiado cerca nosotras.
Trato de levantar a mi hermana junto a mi madre pero al poco caminar, ella tropieza y el humo esta a escasos metros, para ese entonces, mi hermanita ha inhalado el humo toxico y comienza a escupir sangre y mi madre al ver que la pobre alma de su hija se escapa de sus brazos la abraza y deja que el humo la consuma, pero antes me abraza y con sus ultimas fuerzas sobrenaturales que ha logrado sacar me dice: "Corre, no te detengas, sálvate hija, yo estaré bien si tu estas bien" y con tales palabras, se desploma en el piso con mi hermanita en brazos, comienzo a retroceder y finalmente las pierdo de vista, lloro, lloro, y al escuchar las palabras de mi madre en mi cabeza, doy vuelta y trato de correr, pero las piernas me pesan increíblemente. Estoy por rendirme pero una silueta conocida me tira del brazo y como puede me arrastra a una cueva donde se han aislado más personas, cerca del cerro a donde todos se fueron a refugiar. Me doy cuenta que mi mejor amigo ha sido el que ha ido mi rescate, al verlo, lo abrazo, y lloro, y mi cara arde por las lagrimas.
Después de esto mi cuerpo se debilita al extremo, y caigo en un vórtice oscuro... pierdo la conciencia.
Cuando regreso a la realidad, debemos escapar de la especie de refugio ya que ha sido alcanzado por la niebla. No he sabido nada de mis amigas, no tengo idea de donde esta mi padre y no tengo noticias de Matías, mi novio. En fin, di por perdidos a todos los que amaba en esta vida, solo me quedaba seguir andando, pero al menos no estaba sola, Nelson me había salvado, y pensando en eso de a poco me comencé a poner de pie y a seguir las últimas palabras de mamá: Sobrevivir.
Y así es como comienza mi nueva vida, corriendo, escapando de algo que me ha quitado todo, pero que me ha hecho valorar de alguna manera ser unas de las pocas personas que han dado la pelea por la vida al igual que mis compañeros.
Con todos estos pensamientos en mente, me alejo de las tinieblas de mis recuerdos sobre el comienzo de todo y al ver el camino, todo se ve más despejado, Javier tenía razón, esto puede ser una respuesta, esto puede ser ese rayo de esperanza que todos esperábamos con ansias, sonrío y sigo dando la pelea.
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Verde Karma
Science FictionTodo lo que conocías está acabado, los días felices, el ocio, la diversión, el amor... todo lo que podíamos encontrar bueno en esta vida se fue. Valentina, una joven de 20 años, ha logrado sobrevivir al Verde Karma, una de las mayores catástrofes qu...