Nelson, mi amigo, mi hermano, mi respaldo, mi incondicional, se ha ido.
Finalmente, ya no me queda nada, las paredes se me cierran, y esa pequeña esperanza de ese lugar en la lejanía que sería una oportunidad, se convirtió en una cruel trampa más en este martirio de vida. De mis ojos brotan las lágrimas al despedirme por ultima vez de mi niño, con mis manos acaricio su cara y abrazo al cuerpo en el piso antes de que Joseph lo cubra y lo deje fuera, cerca del sitio donde el destino decidió que su batalla terminara, mis verdosos ojos, hinchados en sangre e inundados por la pena no expresan ningún sentimiento más que dolor, ira y tristeza profunda. Mi corazón late demasiado lento, ¿Se detendrá por la tristeza?... que ridiculeces estoy diciendo.Luego de que Joe (Como le deciamos de Joseph) se desase de los cuerpos y vuelve a la zapatería, trato de alejarme de los demás y me pongo en posición fetal en un rincón, no aguanto más, quiero que todo acabe pronto. No sé que hacer, comienzo a dar vueltas mientras los chicos hablan algunas cosas banales: recursos que tenemos, comida, bencina, el nuevo hallazgo de las armas de Joseph. Paso la mano por los muros y encuentro una nueva puerta, esta se abre con solo empujarla y descubro algo que tal parece fue un baño, esta sucio y maloliente pero lo único que me atrae a entrar allí es un espejo que alcanzo a ver, saco de mi bolsillo un encendedor, hago que el fuego brote para iluminar un poco mi visión en el sitio y entro allí.
Me miro en el viejo espejo y tomando el puñal guardado en mi bolsillo, lo dirijo a mi muñeca y dispuesta a cortar mis venas y cortar el sufrimiento, apretó mis dedos a la empuñadura con decisión. Pero algo me detiene, algo en mi hace que el cuchillo caiga al piso y olvide tal idea, me agacho a coger el arma blanca y la guardo nuevamente. Siempre he creído que uno llega a este mundo con un propósito y que un verdadero perdedor es el que pasa desapercibido en esta vida, ¿Qué he hecho por el mundo?, no fui periodista ni demostré la verdad al mundo lleno de mentiras en el que vivíamos como quería, pero ahora que está todo así, el mundo ya no necesita nada, excepto vida, y no puedo ofrecer ello cortándome las venas como los perdedores, o pegarme un tiro como un inútil. No considero valiente el suicidio, y yo soy valiente.
No tengo nada que perder ya, así que si mi miserable vida puede darle una oportunidad de comenzar otra vez a mis compañeros, lo intentaré.
Buscaré un refugio en las tinieblas, ayuda, o al menos alguien más que este vivo en esta decadencia.
Salgo decidida del baño y me dirijo a donde están mis compañeros, me limpio las lágrimas y saco el personaje de la fuerte y al acercarme todos me miran, esperando que diga algo. Finalmente decido el hacer oficial mi decisión:
—Creo que ya no tengo nada más que perder, tomare mi tanque de oxigeno, mi mochila me iré en busca de un refugio o ayuda allá afuera.
Dicho esto, todos me miran impactados y Joseph al escuchar estas palabras dice: — No te puedes ir, no sobrevivirías más de un par de horas sin el auto, además al estar a la deriva puede aparecer cualquier loco como ahora y —Interrumpo al chico—Joe, sé lo que estoy haciendo, lo hago exclusivamente porque no tengo ningún motivo más para estar aquí, ustedes pueden tener una esperanza de comenzar de nuevo, yo ya me olvidé de esa opción después de esto y si es que la hay, prefiero arriesgarme en encontrarlo por el bien de ustedes.
Son las 7 de la tarde según mi reloj, la noticia distintas reacciones en el grupo. Javier y Kiara aceptaron, supongo que por conveniencias de provisiones y Joseph seguía intentando convencerme de que no lo hiciera.
Beneficiara a quien beneficiara, la decisión estaba tomada.
Me despedí por ultima vez de los chicos y cuando iba a abrir la puerta Joseph me toma del brazo y me tira hacia él. Me abraza y susurra a mi oído: Suerte. Toma mi rostro con sus manos y me besa desesperadamente. Mis ojos se abren casi desorbitantes y alejo a Joseph de mi. Recojo mi mochila con gesto serio. ¿Porqué ahora? ¿Porqué aquí? vuelvo a mirar al chico y al verle con mirada baja y sonrojado, mi mirada se dulcifica.
—No hagas estupideces y se fuerte.
Esto fue lo último que dije antes de salir a las calles. Me cubrí la cara con la capucha de mi cortavientos y la nariz y boca con la pañoleta negra con olor a juventud.
Lista o no... aquí voy mundo.

ESTÁS LEYENDO
Verde Karma
Science FictionTodo lo que conocías está acabado, los días felices, el ocio, la diversión, el amor... todo lo que podíamos encontrar bueno en esta vida se fue. Valentina, una joven de 20 años, ha logrado sobrevivir al Verde Karma, una de las mayores catástrofes qu...