El verdadero problema

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— ¿Qué haces aquí? —digo con demasiada sorpresa, más de la que pretendo mostrar.

—Vine a buscar a tu hermano, ¿Esta aquí? — ¡Oh dios! ¡Claro! ¿En dónde tengo mi cabeza?

—Adelante —lo invito a pasar con demasiada seriedad, no sé, pero hay algo con él que no me gusta. Incluyendo las miradas que se dio con Adam aquel día... Adam. Suspiro.

Sebastian entra a la casa y le señalo la sala, ahí se dirige. Julian se levanta rápidamente cuando lo ve. Su reacción y expresión me parecen raras para recibir a su mejor amigo del cual su hermana estaba completamente enamorada hasta que... Creo que desde el día que Adam me dejo no he pensado ni un momento en Sebastian, aunque sigue siendo muy guapo, pero ya no capta mi atención, no como antes.

— ¿Qué haces aquí? —pregunta Julian molesto.

—Son tan iguales tú y tu hermana, hacen las mismas preguntas con el mismo entusiasmo —responde Sebastian con cierto tono de burla que solo a él le causa gracias.

Sebastian se pone demasiado cerca a mi lado lo que me parece extraño, nunca lo ha hecho. Siempre me ha considerado como una sombra. Veo a mi hermano demasiado incómodo y me coloco a su lado. Si Sebastian quiere estar al lado de alguien no será al lado mío.

— ¿Qué haces aquí? —pregunta nuevamente Julian con dureza, está demasiado molesto, es muy notable.

—Vine a verte, te extrañamos amigo.

—Pues no me extrañen, así se soluciona todo.

Julian da unos pasos para quedar más cerca de Sebastian y ambos se miran demasiado extraño, como si tuvieran una especie de lucha que solo ellos entienden.

—Tenemos que hablar —dice Sebastian con autoridad.

—No tengo nada que hablar contigo —Julian es firme.

—Hablamos en privado o con tu hermana presente, de cualquier manera, te lo diré, elije —eso me sorprende completamente, tanto que lo miro de mala manera. Mi hermano voltea su cabeza y con ella me señala las escaleras. Al parecer no soy bienvenida en esta charla. Asiento.

—Si me necesitas llámame —respondo con seriedad y me marcho.

Eso fue demasiado raro, pero no reprocho, además ambos son amigos, el problema es que siempre que necesitaban hablar lo hacían en la habitación de mi hermano, pero esta vez Julian estaba enojado y me mandó a mi habitación. ¿Por qué no se fue él?

Apenas entro en mi habitación me encierro en ella y caigo a mi cama. Tengo demasiada pereza hasta para moverme y necesito dormir. Así que poco a poco cierro mis ojos y espero poder quedarme dormida, pero no puedo.

Por ahí dicen que la curiosidad mató al gato. Me levanto y bajo unos cuantos escalones para que no me vean, pero que yo si pueda verlos a ellos.

—Dime lo que quieras, pero rápido —la voz de Julian es demasiado dura.

No quiero perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora