Tranquilidad

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Siempre mi lugar para huir de todos es el parque. Me tranquiliza ver el sol cayendo sobre el césped y el aire pegando en mi rostro. Y puede que muchas personas pasen por acá todos los días a cada rato, pero siento como si estuviera completamente sola. Este lugar es mi escapatoria. Varios niños están jugando futbol en una cancha improvisada, me dan tanta risa como se apuran para que sus pequeñas piernas logren pasar el balón perfectamente. Muchos de ellos se caen, pero no les importa. Simplemente se ríen, se levantan y continúan jugando como si nada hubiese pasado.

Me encantaría volver a esa época nuevamente. Ser una niña que sueña con fantasías que cree que se van a ser realidad. Lo peor es que cada año que pasaba me fui dando cuenta que crecer era horrible, pero que tenía que pasar. Todos debemos crecer y dejar atrás la etapa de la niñez. Pero nunca debemos olvidar que fuimos niños y de vez en cuando debemos intentar serlos.

Estoy respirando el aire puro concentrada en el gol que una niña acaba de meter cuando escucho una voz a mi lado. No volteo si quiera porque sé de quién se trata.

—Oye... —dice en un hilo de voz lo más tierno que le sale—. Lena, debemos hablar.

Volteo mi cabeza violentamente y me encuentro con sus ojos canelas observándome con preocupación y miedo. Algo dentro de mí se rompe porque sé que significa esa mirada, es la misma mirada que le hice cuando pensé que no lo volvería a ver. Una mirada que indica desesperación, una mirada que indica un profundo pánico al tener que pensar que no volverás a ver a esa persona. La misma mirada que le hice cuando me insulto al frente de su casa y me dijo que me alejara.

Me siento como una roca que poco a poco van taladrando hasta conseguir que por fin se rompa, eso es lo que me causa su mirada.

—Adam...—sé que me dolerá lo que diré, pero debo hacerlo. Hay veces que toca ir contra el corazón—. No quiero hablar contigo. Ahora no —mi voz es prácticamente un susurro.

No hay rastro de rabia en ella, ni de desprecio, solo hay mucha necesidad de estar sola. Mi sincera voz causa que él asienta tranquilamente y se retire. Quedo nuevamente sola, pensando en cualquier cosa que me distraiga de mis preocupaciones.

✽ ✽ ✽

Abro la puerta para entrar silenciosamente a mi casa. Pero mis intentos son fallidos, lo primero que veo es a mi hermano cruzado de brazos con una cara totalmente enojada.

— ¿Dónde estabas? —pregunta amenazante.

—En el parque —respondo de mala gana.

No tengo ganas de iniciar una discusión, así que cuando cierro la puerta subo por las escaleras.

— ¡Que te está pasando! ¡No vuelvas a salir sin avisarme! —grita. Me detengo en seco y volteo.

Estoy harta de que todo el mundo intente decirme como debo actuar, quieren tratarme como una niña chiquita cuando todos me han obligado a crecer demasiado rápido. Mis palabras salen sin pensar.

— ¡No eres mi padre, no actúes como uno! —su cara dolida no me tranquiliza—. ¡Mejor preocúpate por tus asuntos, como el que Adam se está tirando a tu ex!

Y ahí va. Sin pensar, como siempre, hablo antes de pensar en las consecuencias. La cara de mi hermano se torna en tristeza absoluta y sus ojos empiezan a humedecerse mientras capta completamente mis palabras. No sé porque dije eso, pero me arrepiento completamente de mis palabras, así que, bajo corriendo las escaleras, pero cuando llego al primer escalón, Julian ya había salido corriendo por la puerta.

— ¡Julian! —grite, pero era tarde, él se había ido.

He dejado que el dolor me consuma otra vez y he explotado contra la persona que más me ha brindado su apoyo, y solo él ha salido herido. Mi hermano se ha hecho cargo de esta familia cuando ninguno de mis padres pudo. Ha hecho todo lo posible por protegerme. A él le ha tocado responder por cosas que un adolescente no debe, y yo lo he destruido completamente usando lo que más le duele.

Hace poco mi hermano término una relación de tres años con Rebeca. Y estoy segura de ello, porque Rebeca era la única mujer en el grupo de los "inalcanzables" y desde que Julian se separó de sus amigos, no he vuelto a escuchar el nombre de Rebeca.

A él le gustaba demasiado, tanto que una vez lo encontré llorando en la escuela por una de sus peleas. En ese tiempo me acerque a consolarlo y él solo me empujó. Odia que las personas lo vean débil, pero la debilidad es uno de los requisitos primordiales para ser humanos.

Ahora, he acabado de romper en mil pedacitos a ese hombre, he destruido a la persona que más quiero.

Mis lágrimas se desbordan completamente de mis ojos y caigo sentada en la escalera. Decido quedarme ahí hasta que llegue mi hermano. Necesito hablar con él.

✽ ✽ ✽

Han pasado casi cinco horas y ya el sol se está metiendo. Me di cuenta de que mamá salió nuevamente, encontré una nota diciendo que saldría con una amiga y que dejó comida para calentar en la nevera. Pero yo no he podido si quiera dar un bocado.

He dado vueltas por toda la casa esperando a mi hermano, lo he llamado tantas veces, pero ninguna ha respondido.

Me siento nuevamente en la escalera esperando y siento que pasa una eternidad hasta que la puerta se abre y entra mi hermano. Inmediatamente me levanto y lo abrazo, él no me aparta, sino que me devuelve el abrazo.

—Lo siento tanto... —digo con la voz entrecortada por los sollozos y las lágrimas cayéndome como cascada.

—No te preocupes —me aprieta con fuerza—. Eres mi hermanita, te amo. No quiero que te pase nada nunca.

—Lo sé —lloro más fuerte, mis palabras son inentendibles—. Solo que siento que cada problema es cada vez más destructivo.

—Siempre estaré aquí para ayudarte. Y claro que te perdono, el que ama obligatoriamente tiene que perdonar, es una condición para seguir amando.

Ambos no quedamos ahí, abrazados mientras yo me descargo completamente. Necesitaba hacerlo.

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Nota de la autora: Bueno queridas hermosuras espero que les haya gustado el capitulo, recuerden votar y comentar. Agradezco su apoyo

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