Amistad rota

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Suena mi despertador

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Suena mi despertador. Como odio esta cosa, apenas lo escucho lo desconecto porque la verdad no tengo ganas de buscar el botón para apagarlo. Tristemente este reloj no me ha despertado, prácticamente no he podido dormir con tantas pesadillas. Tengo un mal presentimiento de que algo va a pasar y mis sueños expresan mis miedos con pesadillas que no recuerdo, eso es lo peor, que no las recuerdo.

Me levanto rápidamente y me arreglo sin pensarlo, me pongo una blusa morada y unos jeans con tenis negros. Bueno, es lo mejor que encuentro para hoy. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras de dos en dos. Me dirijo a la mesa y como siempre mi madre está sirviendo el desayuno a la hora acordada. Mi padre y mi hermano deben estar durmiendo, siempre duermen hasta tarde los fines de semana. Mi padre tiene excusa, pero ese perezoso de Julian no y menos si ya acabó la escuela, aunque con escuela o sin escuela es igual. En cambio, yo me levanto temprano todos los días y en especial los sábados. Cuando mi madre me ve, me sonrié.

— ¿Hoy a dónde irán? —la verdad es que no sé qué responderle, nunca lo sé, aun así, siempre pregunta.

—No lo sé, le di varias indirectas de donde quería ir —rio torpemente y ella ríe conmigo—. A lo mejor captó alguna y me lleva al acuario —me siento en mi puesto de la mesa.

—Diviértanse —dice con ternura.

Hoy es sábado, eso es igual a salida especial con Adam, mi mejor amigo. Esta ha sido nuestra "tradición" desde que éramos pequeños, es algo así como... Si te esfuerzas de lunes a viernes, mereces un sábado de diversión. Nuestras madres no se opusieron a nuestra alocada idea ya que nuestras notas mejoraron desde que empezamos nuestros sábados libres. Además, Adam y yo somos prácticamente hermanos, lo conozco desde que tengo memoria, es mi mejor amigo. Cuanto desearía que el fuera mi verdadero hermano, pero no, Dios me dio a un arruina vidas que se cree el comandante del mundo por tener 18 años. Puff. Gran cosa, gracias al cielo él ya acabo la escuela y no me lo tengo que chocar por los pasillos. Aun así, no importa, el desgraciado nunca me presta atención y me trata como una persona invisible. En la escuela nadie sabía que éramos hermanos hasta que le grité por dañarme el despertador para que llegara tarde.

Definitivamente la escuela era insoportable, solo Adam la mejoraba y ahora que el idiota de mi hermano no estará, estoy segura de que la disfrutaré mucho más.

Ahora que lo pienso... Adam y yo somos inseparables, estudiamos en la misma escuela, vive a mi lado, nuestras mamas eran mejores amigas. Digo eran, porque no sé qué sucedió entre ellas y ahora no se pueden ni mirar, aun así, no han impedido que Adam y yo seamos amigos.

Suena el timbre y pego un salto, me asusté. Odio que siempre que me sumo en mis pensamientos alguien me asuste y más si tengo la costumbre de pensar y quedarme como estatua.

¡Voy! —le grito a mamá que está en la cocina, aunque es obvio que ella no abrirá, nunca lo hace. Me levanto y corro con rapidez para abrir la puerta, cuando lo hago un sonriente Adam me recibe.

No quiero perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora