El capitulo final

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No nos despedimos de papá, yo porque no quería que fuera una despedida, eso provocaría que a mi madre le diera por amarrarnos e impedir que viniéramos, además, tengo la sensación de que todo saldrá bien, de que dentro de poco tendré a Adam conmigo...

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No nos despedimos de papá, yo porque no quería que fuera una despedida, eso provocaría que a mi madre le diera por amarrarnos e impedir que viniéramos, además, tengo la sensación de que todo saldrá bien, de que dentro de poco tendré a Adam conmigo, a mi lado, y nadie nos podrá separar, está vez no. Mi hermano no se despidió tampoco de papá, pero sí de mamá, se dieron un largo abrazo y cuando se alejaron observé lágrimas en las mejillas de mi madre.

Los tres nos dirigimos en silencio al auto, y mi hermano fue conduciendo de manera suave hasta que llegamos donde Monica, se demoró un largo tiempo en ir y venir del auto a la casa, porque siempre se le quedaba algo. Yo quedé muda al ver tantos cables, dos computadores portátiles, unas pinzas. Y una maleta llena de yo no sé qué.

—Listo, estoy lista —dice cuando ya tiene de todo—. Lamento por cambiar la hora y el lugar.

—Tranquila —responde Julian—. ¿Dónde vamos?

—Dame un minuto —dice mientras abre el computador, conecta un modem y empieza a teclear—. El internet en modem es un asco, pero aun así salva de muchos apuros... Bueno, cerca de la casa de Sebastian, doblando por la primera esquina a la izquierda hay un parqueadero.

—Si, es de 24 horas... ¿Guardaremos el auto allí? —pregunta Rebeca.

Monica sigue sin despegar los ojos del computador.

—El plan es el mismo, pero cambie varios métodos. Guardaremos a Bee ahí, y uno de ustedes se quedará en el auto. Cuando le hablemos por... Lena tenme aquí —me da el portátil y empieza a buscar en su maleta, luego saca dos walkie talkie—. Cuando avise, el que conduzca vendrá a buscarnos. Dos de ustedes entraran a la casa, yo me quedaré escondida cerca mientras hago lo mío y... —mete la mano en el bolso y cuando la saca pego un grito ahogado.

— ¡No! —grita Julian al ver el arma—. Nadie usará armas, y nadie la disparará.

—Es precaución —gruñe Monica—. Acaso piensan que entrarán fácilmente sin pelear, y que les darán a Adam sin lanzarles balazos. Obviamente Julian no la puede tener, si algo sale mal él irá preso y esta vez no tendrá quien lo saque. Pero si alguna de ustedes dos —me mira y luego a Rebeca que está en el asiento del copiloto—. La usa, pues... podrán tener libertad condicional si inventamos una buena excusa.

—Yo no sé usar esa cosa —digo.

—Yo si —anuncia Rebeca.

— ¡No! —vuelve a gritar Julian, pero Rebeca toma el arma y se la guarda en el pantalón.

—Es por Adam —dice ella—. Sabemos que esto será peligroso, pero hay que hacerlo por él.

—Vale, ya hay una que obligatoriamente tiene que entrar en la casa. Ahora viene lo complicado... quien de ustedes dos va a conducir y quien irá por Adam.

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