Capítulo 36: Despedida

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ADRIEN

¿Por qué la vida es tan cruel?

¿No fui yo? Otra persona pagó el precio ante aquella profecía.

¿Acaso no era merecedor de tener a mamá? Era lo que me preguntaba con rapidez mientras veía caer el frágil e inmóvil cuerpo de la persona que me otorgó vida y a quien perdí durante bastante tiempo. Inclusive pude notar en primera posición como la daga atravesaba su pecho, siendo exactos en el corazón. Duele, duele.

Quiero morir con ella, alguien busque la forma de desaparecer.

Mi mente se había desconectado a tal grado en el que incluso la voz de risa por parte de Set sonaba como un lejano eco, algo inalcanzable y sin mérito. Apenas podía distinguir la silueta recostada a mi lado debido a mi rostro lleno de lágrimas.

Seguramente me veía patético.

–Mamá– susurré tratando de que la palabra no doliera, su cabello cubría lo que aquel velo negro no pues el movimiento había provocado que parte de su escondite cayese lejos de ella. –Mamá– repetí –¡Mamá!–.

Una mano subió con torpeza intentando tomar mi rostro, yo descubrí el suyo. De sus labios desprendían ligeras tiras de sangre producto de la mortal herida que inició a macular el suelo.

Ella simplemente sonrió.

–Adrien...– susurró apenas y captable para mi –No sabes cuanto me alegra haber estado un poco más contigo mi pequeño héroe, perdona por haber sido tan dura contigo– tosió, la mano que me tocaba volvió a bajar con lentitud y sus verdosos ojos se entre cerraron.

–¡No te vayas por favor!– levante ligeramente su cuerpo con el propósito de abrazarle por última vez –¿Por qué no dejaste que muriese?–

–Yo ya sabía que era mi destino, aparte de que tienes una dichosa vida por delante con esa hermosa chica. Adrien, por favor se feliz por mi y te prometo que nos volveremos a ver en otra vida.– dijo antes de suspirar –Te quiero – su cuerpo se tensó alrededor de mi y en poco tiempo sentí como la temperatura corporal descendía con lentitud.

Ella ya había muerto.

–¿Mamá?– separe nuestro acercamiento con brusquedad –¡Mamá! ¡MAMÁ!–

Lo más cruel es que aunque dijese todo aquello ella jamás regresaría a mi.

Después de eso no recuerdo que ocurrió o todo se vio como un sueño, simplemente sentí tanto odio e impotencia al ver a Marinette aún perdida en aquel cuerpo celeste, comencé a elevarme junto a ella. El resto nunca podrá ser narrado sin yo mismo estar confundido.

Existen vagas imágenes mientras ambos nos volvíamos dementes y destruimos todo a nuestro paso, mis manos se movían sin pensar y me sentía terriblemente sediento de sangre. A mi distancia y por el rabillo del ojo detalle como Marinette luchaba sin piedad contra quien alguna vez fue su amiga Thalia, la pobre criatura gritaba con tanto temor que incluso yo sentía lastima en aquel momento invencible. La escena podría indicarla como algo brutal pues la azabache no tenía arma alguna y simplemente con la mano había atravesado la espalda de la semidiosa.

Pero lo que más llamó mi atención fue lo brillante que se notaba el inmóvil ser de quien fue mi madre el cual de cierta forma desprendía miles de pequeños hilos luminosos que permitían debilitar al oponente.

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