Epílogo

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—¡Padre, padre! — gritó una niña de apenas cinco años mientras corría apresurada hacia la oficina en la que un hombre de cabello rubio y ojos verdes se encontraba concentrado leyendo un libro mientras daba de comer queso a una pequeña criatura. Las lágrimas de la pequeña caían por debajo de su barbilla mientras llegaba a su destino abrazando la pierna del hombre sentado en un pequeño sillón —¡Tuve ese sueño de nuevo! —

El rubio despegó la vista de la lectura y se enfocó en su hija mirándole con pena y tristeza. El pequeño gato a su lado protestó cuando no recibió su comida.

—Pequeña Emmy, es solo un sueño—tomó a la infante y le sentó en sus piernas mientras palmeaba su espalda esperando a que los sollozos de la niña se calmaran —Tal vez deberías dejar de ver películas de terror con tu hermano mayor—

—¡Pero papi! — dijo la rubia mostrando un notorio puchero —¡Estaba un hombre rojo y una criatura rara y entonces pum, de repente había mucha sangre, mucha! —Adrien tragó saliva esperando calmar sus constantes latidos, su saliva era bastante amarga.

—Emilie, no pasa nada— sujeto las regordetas mejillas de la pequeña, limpiando con las yemas de sus dedos las lágrimas que corrían sin parar —Estoy aquí, mami también está contigo ¿entiendes? — la niña asintió.

—Todo está en el pasado y sin embargo cumpliste tu promesa — dijo una voz cercana a ellos —Eres increible—

—Marinette... — dijo Adrien

—¡Mami! — opacó la niña sin prestar atención al comentario.

La ahora señora Agreste se encontraba recargada de la puerta, viendo con curiosidad cómo su esposo le observaba con cierto temor. Ahora estaba a unos años de llegar a los treinta y tenía dos hermosos hijos que presumir, una casa llena de gatos (de los cuales se había resignado) y maniquíes llenos de prendas y diseños en espera de ser distribuidos a todas partes del mundo.

Y sin embargo la sonrisa de la ojiazul era igual de resplandeciente que cuando era sólo una adolescente .

—Emilie, se supone que a esta hora ya deberías estar vestida y caminando a mi estudio para llevarte a la escuela junto a Louis—la niña negó inflando las mejillas como una ardilla con bellotas en la boca. Del bolsillo en la chaqueta de la madre salió otra criatura rojiza con motas negras que de inmediato fue en dirección de la ojiazul.

—Mami, no quiero ir— dijo cruzando los brazos y cambiando por completo el ambiente —¡Cada que hablo de Tikki y Plagg siempre dicen que ellos no existen! — indicó molesta. La pareja casada rió.

—Eso es porque nadie sabe de ellos, pequeña, incluso es una suerte que Fu nos permitiera estar con ellos— Adrien contestó, iniciando a cepillar el rizado cabello de su hija —Sólo nosotros lo sabemos porque es un secreto—los ojos de Emmy se iluminaron —Y hay secretos que deben ser mantenidos— guiño un ojo.

—Sí papá, así como cuando mami dijo que tu eras un gato— el padre arrugó el entrecejo —Y mami era una mariquita —

Marinette rió mientras tocaba con ternura su barriga, sintiendo el bulto producto de seis meses de embarazo —Eso no es un secreto pequeña, todo mundo sabe quienes eramos. Incluso tía Alya y tío Nino son famosos por ello. —

Emilie asintió —Me gustan los zorros y las tortugas pero dudo que se lleven bien juntos — dijo con inocencia.

—Tienes razón, son una pareja muy extraña —admitió Adrien recibiendo un pequeño golpe por parte de su esposa. A esas alturas su hija había olvidado por completo lo que inicialmente le había alarmado.
...

—Pero oye papá, ¿quién es Osiris? — la azabache que se encontraba sentada del lado del copiloto en el automovil lanzó un pequeño grito de sorpresa.

—¿Por qué preguntas eso? — indicó Marinette un tanto preocupada, Adrien simplemente permanecía con la vista fija en el camino, viendo como la ciudad reconstruida pasaba de lado.

—Es que un día soñé que un gran hombre me decía que papi no debía estar triste porque abuelo y abuela estaban con él y hermano dijo que había soñado lo mismo pero con una señora bonita llamada Isis. —

—Sí papás, ¿quiénes son ellos? — continuó Louis, el hijo mayor de la pareja Agreste.

—FIN—

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