Capítulo 37: Ha-tep

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Quedar en paz

MARINETTE

Es desesperante el querer gritar y no poder hacerlo.

–¡Isis!– llamaba desesperada intentando escapar de mi cárcel mental mientras observaba a través de mis propios ojos como destruía todo a mi paso –¡ISIS!– mi cuerpo se movía por cuenta propia, incluso podía sentir el pesar de unas enormes alas situadas en mi espalda.

Pero nada, simplemente me sentía aislada.

Lo peor llegó cuando Adrien fue apuñalado, la sangre caía con tanto fervor que temía tanto a que tarde o temprano muriese desangrado. El dios Set le tendió una trampa con el fin de matarle y con efectividad estaba funcionando.

Mas todo dio un giro absolutamente inesperado cuando una silueta se cruzó en su camino impidiendo que la daga curvada llegase a su destino. La madre de Adrien se había sacrificado frente a los ojos de su hijo por el bien de todos nosotros.

Quería llorar, gritar e incluso matar a ese miserable por cuenta propia. A estas alturas no confiaba en nadie mas que Adrien y Tikki, pero la segunda se encontraba desaparecida y sin rastro alguno. Nino y Alya llegaron poco tiempo después portando sus respectivos trajes de héroes aunque resultaba inútil su presencia.

Aquello era una batalla de cuatro personas.

–¡Isis!– grite nuevamente y absolutamente desesperada –¡Por favor, deja que termine con esto!–

Silencio.

–Si lo permito incluso no lo lograrás, para ello debes matar a tu mejor amigala velocidad y seriedad de sus palabras me permitieron reflexionar.

¿Matar?

No, Thalia es solamente mi sheut recordé de un momento a otro –Mi nombre es Kepri, aprendiz de Jepri

Jepri, una manifestación del dios Ra, el sol del amanecer.

–Por favor habla con Jepri

¿Cómo demonios haría eso?

Mata a Thalia, destruye a Katherine y deja que Kepri sea libre–

Respire diversas veces intentando calmar los horrendos y estruendosos latidos de mi corazón, si me hubiese encontrado de forma física seguramente estuviera llorando.

–Esta bien– respondí sufrimiento los recuerdos –Deja que yo tome el control–

Cerré y abrí los ojos para encontrarme con el mundo real, baje la mirada para poder apreciar mis brazos que brillaban como si mi cuerpo fuese luz, a mi distancia se encontraba Adrien junto con el cuerpo de su madre mientras éste lloraba en silencio.

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